MADRID, 14 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un diagnóstico de migraña se retrasa de media 6,4 años en el caso de la episódica, la que ocurre menos de 14 días al mes, y 7,3 años en el caso de la crónica, cuyos episodios suceden más de 15 días al mes, según recoge el 'Atlas de Migraña en España 2018', elaborado por la Asociación Española de Migraña y Cefalea (AEMICE), el Grupo de Investigación Health & Territory de la Universidad de Sevilla y Novartis y presentado este miércoles.
El retraso en el diagnóstico sucede "a pesar de los criterios de diagnóstico más refinados", ha indicado el neurólogo responsable de la unidad de Cefaleas de la Clínica Universidad de Navarra, Pablo Irimia, pero puede aducirse al desconocimiento de la enfermedad entre pacientes y médicos, a la confusión de la patología con otras enfermedades, como la sinusitis o problemas infecciosos, y la minimización del síntoma de la cefalea, que se achaca a nervios, estrés y falta de sueño, ha agregado.
En este sentido, el Atlas, que se ha elaborado con encuestas realizadas a más de 1.200 pacientes, también arroja que el 44,6 por ciento y el 40,4 por ciento de los pacientes con migraña episódica y crónica, respectivamente, consideran que la enfermedad es común en su familia y no es causa suficiente para visitar al médico.
Además, el doctor Irimia ha destacado cierta "desconexión del sistema" en algunos pacientes, ya que el 20 por ciento no acuden al médico para consultar su problema. "Tienen la impresión de que los médicos no entienden su situación y que su dolor de cabeza no tiene solución", ha apuntado el experto.
Por otro lado, "de los que va al médico, la mitad de ellos abandona el tratamiento porque perciben que no reciben la información más adecuada y tienen la percepción de que la atención médica no les ayuda lo suficiente".
No obstante, la investigación también concluye que el 53,7 por ciento de los pacientes señala que ningún especialista le había ayudado significativamente para sobrellevar los efectos de su migraña.
En el momento del diagnóstico, el grado de satisfacción sobre la información recibida acerca de la migraña y su tratamiento acostumbra a ser insuficientes. Las cifras se sitúan en un 60 por ciento y un 45 por ciento en los casos de migraña crónica y episódica, respectivamente.
Estos datos son "reflejo de que necesitamos que los pacientes tengan más información sobre los avances de la migraña y que los médicos hagan más esfuerzos para dar información en el momento del diagnóstico", ha valorado el doctor Irimia.
La migraña es una enfermedad del cerebro que afecta a un 12 por ciento de la población, más de cuatro millones de personas en España. El 80 por ciento de los afectados son mujeres y afecta a lo largo de la vida, pero tiene un pico de incidencia que va de la adolescencia hasta los 50 o 55 años, "la etapa más productiva de la vida", ha matizado la responsable de la unidad de Cefalea del Hospital Universitario Vall d'Hebron (Barcelona), la doctora Patricia Pozo.
Aunque se confunde con cualquier tipo de dolor de cabeza, ya que el dolor de cabeza es uno de los principales síntomas, "también se pueden tener auras, náuseas, vómitos, incapacidad para pensar y molestan la luz y los ruidos", ha señalado Pozo, que ha resumido que "el paciente está totalmente discapacitado para ser persona".
"El problema es que el dolor es invisible, se tienen que hacer iniciativas como este Atlas para visibilizar una patología que muchas veces se sufre en silencio", ha añadido la experta, que ha puntualizado que el trabajo pretende destacar el impacto que tiene la migraña en la población y que necesita más recursos, tanto económicos, para poder dotar a las unidades de cefalea, como de educación a pacientes.
IMPACTO LABORAL Y ECONÓMICO DE LA MIGRAÑA
La migraña tiene un gran impacto a nivel laboral, según se destaca en el Atlas. En concreto, el 24 por ciento de las personas con migraña crónica estuvo de baja laboral en los últimos 12 meses.
No sólo afecta al absentismo, sino también al fenómeno llamado presentismo laboral y entendido como la disminución en la eficacia del trabajo. Así, el 63,8 por ciento de las personas con la vertiente crónica de la enfermedad asegura ver su rendimiento afectado y que la falta de concentración es su mayor problema.
En este contexto, el 24,6 por ciento de las personas que ha perdido su trabajo considera que la culpa ha sido de la enfermedad y el 28 por ciento opina que no asciende laboralmente por la misma causa, siempre según el Atlas.
En cuanto al sistema sanitario, el total de pacientes con migraña incluidos en el trabajo se produjeron 2.911 visitas a urgencias y 386 ingresos hospitalarios en un año. De los que acudieron a urgencias, a un 86,3 por ciento se les hizo un TAC o un escáner.
La migraña comporta, asimismo, una gran carga económica por paciente y año. En concreto, asciende a casi 13 millones en la migraña crónica y más de 5 millones en la episódica.
Si se desglosan los costes según la productividad laboral, los costes sanitarios directos y los costes directos del paciente, la vertiente crónica de la enfermedad, se obtiene que el 57,8 por ciento corresponden a la primera variable, el 12,4 por ciento a la segunda y el 29,8 por ciento a la tercera.
En la migraña episódica, el 63,5 por ciento de los costes se corresponden con la productividad laboral, el 17,4 por ciento a los costes sanitarios y el 19,1 por ciento a los costes directos del paciente.
IMPACTO FAMILIAR Y SOCIAL
El Atlas también se ha ocupado del impacto familiar y social de la migraña y concluye que un 85 por ciento de los pacientes asegura haberse perdido eventos sociales y más del 70 por ciento eventos familiares. Además, el 68,4 por ciento de los pacientes afirma que su cónyuge o familiar también se ven afectados.
En este sentido se ha expresado la presidenta de AEMICE, Isabel Colomina, que ha destacado la subestimación de la enfermedad y ha apuntado que la migraña tiene un gran impacto psicológico por "la falta de reconocimiento del entorno social, haciendo incluso esfuerzos que van en contra de nuestra salud". Los pacientes de migraña temen, en consecuencia, al dolor, a la pérdida de calidad de vida y a las limitaciones en la vida diaria, señala el Atlas.