MADRID, 27 Mar. (EUROPA PRESS) -
¿En qué se diferencian los cerebros de hombres y mujeres? La cuestión se ha explorado durante décadas, pero un nuevo estudio dirigido por Lise Eliot, neurocientífica de la Universidad Rosalind Franklin (Estados Unidos), es el primero que aglutina esta amplia investigación en una única megasíntesis. Y la respuesta es que "apenas" hay diferencias.
"Los cerebros de los hombres y las mujeres difieren ligeramente, pero el hallazgo clave es que estas distinciones se deben al tamaño del cerebro, no al sexo o al género. Las diferencias de sexo en el cerebro son minúsculas e inconsistentes, una vez que se tiene en cuenta el tamaño de la cabeza de los individuos", explica Eliot.
El estudio, publicado en la revista 'Neuroscience and Biobehavioral Reviews', concluye que el tamaño es la única diferencia clara entre los cerebros masculino y femenino. El cerebro de las mujeres es un 11 por ciento más pequeño que el de los hombres, en proporción a su tamaño corporal. Los cerebros más pequeños permiten ciertas características, como una proporción ligeramente mayor de materia gris con respecto a la materia blanca, y una mayor proporción de conexiones entre los hemisferios cerebrales, frente a las que hay dentro de ellos.
"Esto significa que las diferencias cerebrales entre los hombres de cabeza grande y pequeña son tan grandes como las diferencias cerebrales entre el hombre y la mujer promedio. Y, lo que es más importante, ninguna de estas diferencias relacionadas con el tamaño puede explicar las conocidas diferencias de comportamiento entre hombres y mujeres, como la empatía o las habilidades espaciales", argumenta la investigadora.
Esta no es la típica historia sobre las diferencias de sexo en el cerebro humano. "Desde los albores de la resonancia magnética, los estudios que han encontrado diferencias sexuales estadísticamente significativas han recibido una atención desmesurada por parte de los científicos y los medios de comunicación. Los investigadores han acumulado silenciosamente cantidades ingentes de datos que comparan los cerebros masculinos y femeninos, pero solo se exageran las diferencias. A diferencia de otras áreas de la investigación sanitaria, las mujeres han sido incluidas en igualdad de condiciones en las imágenes cerebrales desde el principio", indica Eliot.
Por ello, su equipo de investigación llevó a cabo una metasíntesis de tres décadas de investigación, asimilando cientos de los estudios de imágenes cerebrales más grandes y más citados que abordaban 13 medidas distintas de supuesta diferencia de sexo.
Para casi todas las medidas, no encontraron casi ninguna diferencia que se reprodujera ampliamente en todos los estudios, incluso en los que incluían a miles de participantes. Por ejemplo, el volumen o el grosor de regiones específicas de la corteza cerebral suelen ser diferentes entre hombres y mujeres. Sin embargo, la metasíntesis muestra que las regiones identificadas difieren enormemente entre los estudios.
Las diferencias cerebrales entre hombres y mujeres tampoco se replican entre poblaciones diversas, como la china y la estadounidense, lo que significa que no hay un marcador universal que distinga los cerebros de hombres y mujeres en toda la especie humana.
"El puñado de rasgos que difieren de forma más fiable son bastante pequeños en magnitud. El volumen de la amígdala, una parte del lóbulo temporal del tamaño de una aceituna que es importante para los comportamientos socio-emocionales, es apenas un 1 por ciento mayor en los hombres en todos los estudios", detalla la investigadora.
El estudio también refuta la opinión que se tiene desde hace tiempo de que el cerebro de los hombres está más lateralizado, es decir, que cada hemisferio actúa de forma independiente, mientras que se dice que los dos hemisferios de las mujeres están mejor conectados y funcionan más sincronizados entre sí.
Esta diferencia podría hacer que los varones fueran más vulnerables a la discapacidad tras una lesión cerebral, como un ictus. También en este caso, el consenso de muchos estudios muestra que la diferencia es extremadamente pequeña, representando incluso menos del 1 por ciento del rango de conectividad izquierda-derecha en toda la población. Este hallazgo concuerda con grandes conjuntos de datos que no han encontrado ninguna diferencia de género en la afasia, o la pérdida del lenguaje, después de un accidente cerebrovascular en el hemisferio izquierdo, en contra de lo que se creía desde hace tiempo.
Un último punto de interés del nuevo estudio es la resonancia magnética funcional. Este método permite a los neurocientíficos ver las zonas que se "iluminan" durante determinadas tareas mentales y se ha utilizado ampliamente para buscar diferencias entre hombres y mujeres en tareas lingüísticas, espaciales y emocionales.
En cientos de estudios de este tipo, el equipo de la doctora Eliot descubrió una fiabilidad extremadamente baja en los resultados de las diferencias de sexo: casi todas las áreas cerebrales específicas que diferían en actividad entre hombres y mujeres no se repetían en todos los estudios. Esta escasa reproducibilidad concuerda con una investigación reciente de la Universidad de Stanford que demuestra el "falso descubrimiento", o la publicación excesiva de resultados falsos positivos en la literatura científica, sobre la diferencia de sexo en la resonancia magnética funcional.
"Las diferencias de sexo son atractivas, pero esta falsa impresión de que existe un 'cerebro masculino' y un 'cerebro femenino' ha tenido un amplio impacto en cómo tratamos a los niños y a las niñas, a los hombres y a las mujeres. La verdad es que no hay características cerebrales universales y de toda la especie que difieran entre los sexos. Más bien, el cerebro es como otros órganos, como el corazón y los riñones, que son lo suficientemente similares como para ser trasplantados entre mujeres y hombres con bastante éxito", concluye Eliot.