MADRID, 10 Dic. (EUROPA PRESS) -
Un pequeño estudio ha sugerido que los pacientes con COVID-19 a los que les sigue faltando el aire durante la actividad física un año después de recuperarse de la infección pueden haber sufrido daños en el corazón, según una investigación presentada en EuroEcho 2021, un congreso científico de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC).
"Los hallazgos podrían ayudar a explicar por qué algunos pacientes con COVID prolongado siguen experimentando disnea un año después e indican que podría estar relacionado con una disminución del rendimiento del corazón", ha declarado la autora del estudio, la doctora Maria-Luiza Luchian, del Hospital Universitario de Bruselas (Bélgica).
Cada vez hay más pruebas de complicaciones cardiovasculares debidas a la COVID-19 y de síntomas duraderos como la disnea (falta de aire), conocida como COVID larga. Este estudio investigó si las anomalías cardíacas subclínicas eran más frecuentes en los pacientes con COVID larga que presentaban disnea, lo que podría explicar la razón de sus síntomas.
El estudio incluyó a 66 pacientes sin enfermedad cardíaca o pulmonar previa que fueron hospitalizados con COVID-19 entre marzo y abril de 2020 en el Hospital Universitario de Bruselas. Un año después del alta hospitalaria, se realizó una espirometría junto con una tomografía computarizada de tórax para evaluar la función pulmonar y las posibles secuelas de la COVID-19.
Se realizó una ecografía cardíaca para examinar la función del corazón e incluyó una nueva técnica de imagen llamada trabajo miocárdico que proporciona información más precisa sobre la función del corazón que los métodos anteriores.
La edad media de los participantes era de 50 años y el 67% eran hombres. Al cabo de un año, 23 pacientes (35%) presentaban dificultad para respirar durante el esfuerzo.
Los investigadores examinaron la relación entre las medidas de imagen de la función cardíaca y la dificultad respiratoria al año, tras ajustar la edad y el sexo. El análisis mostró que una función cardíaca anormal se asociaba de forma independiente y significativa con la disnea persistente. Las imágenes cardíacas revelaron un peor funcionamiento del corazón en los pacientes con y sin disnea al año de la hospitalización por COVID-19.
"Nuestro estudio muestra que más de un tercio de los pacientes con COVID-19 sin antecedentes de enfermedad cardíaca o pulmonar tenían disnea persistente al esfuerzo un año después del alta hospitalaria --señala Luchian--. Al examinar en detalle la función del corazón mediante ecografía cardíaca, observamos sutiles anomalías que podrían explicar la disnea continuada".
Según añade, "el trabajo miocárdico podría ser una nueva herramienta ecocardiográfica para la identificación precoz de las anomalías de la función cardíaca en los pacientes con COVID-19 larga, que podrían necesitar una vigilancia cardíaca más frecuente y a largo plazo", pero entiende que "se necesitan futuros estudios que incluyan diferentes variantes de COVID-19 y el impacto de la vacunación para confirmar nuestros resultados sobre la evolución a largo plazo y las posibles consecuencias cardíacas de esta enfermedad".