Dos años de educación musical mejora la función cerebral auditiva

Talleres musicales en el Ataulfo Argenta
Foto: AYUNTAMIENTO DE SANTANDER
Actualizado: miércoles, 3 septiembre 2014 17:58

MADRID, 3 Sep. (EUROPA PRESS) -

   Un nuevo estudio de la Universidad Northwestern, en Evanston, Illinois, Estados Unidos, proporciona la primera evidencia directa de que un programa de música de la comunidad dirigido a jóvenes en situación de riesgo tiene un efecto biológico sobre el sistema nervioso en desarrollo de los niños. En concreto, revela que dos años de clases de música mejoran la precisión con la que los cerebros de los niños distinguen sonidos similares del habla, un proceso neural que está vinculado a las habilidades de lenguaje y lectura.

   Sin embargo, un año de entrenamiento fue suficiente para generar cambios en el sistema nervioso. "Esta investigación demuestra que los programas de música de la comunidad pueden literalmente 'remodelar' los cerebros de los niños de manera que mejora su procesamiento de sonido, lo que podría conducir a mejores habilidades de aprendizaje y del lenguaje", resalta la autora principal del estudio, Nina Kraus, profesora de Ciencias de la Comunicación en la Escuela de Comunicación y de Neurobiología y Fisiología en el Colegio Weinberg de Artes y Ciencias de Northwestern.

   El trabajo, titulado 'Los programas de enriquecimiento musical mejoran la codificación neural del lenguaje en niños en riesgo' y publicado en la revista 'Journal of Neuroscience', es uno de los pocos análisis que evalúa los cambios biológicos después de la participación en un programa de educación musical existente.

   Kraus, directora del Laboratorio de Neurociencia Auditiva de Northwestern, y su equipo colaboraron con Harmony Project, una iniciativa que durante más de una década ha proporcionado instrucción musical gratuita a miles de niños desfavorecidos de zonas de pandillas en Los Ángeles, California, Estados Unidos.

   En este trabajo se involucró a niños entre las edades de 6 y 9 años. El equipo de investigación viajó a Los Ángeles para evaluarlos a medida que participaban en programas de Harmony Project y regresaron cada verano durante los dos años siguientes para evaluarles longitudinalmente.

   "Utilizamos una sonda neural rápida pero de gran alcance que nos permitió calibrar el procesamiento del habla con una precisión sin precedentes. Con ella, se encontraron cambios en el cerebro tras dos años de formación musical", destaca Kraus. "Estos resultados son una prueba de que es un error pensar en la educación musical como una solución rápida, pero sí que es una parte activa de la educación de los niños, por lo que la música puede tener un impacto profundo y permanente en la escucha y el aprendizaje".

   La investigación de todo el mundo ha sugerido vínculos entre la formación musical, mejora en la función cerebral y aumento del conocimiento de idiomas, pero, según sus autores, éste es el primer estudio que utiliza la asignación al azar para evaluar los cambios cerebrales en colaboración con un programa de música de la comunidad existente y exitoso que se dirige a los niños desfavorecidos. Las investigaciones anteriores se habían centrado en individuos de familias ricas que recibieron clases particulares.

   "Gracias a este hallazgo, la formación musical sostenida es ahora un método basado en la evidencia para cerrar la brecha en el rendimiento entre los niños pobres y sus compañeros más favorecidos", celebra Margaret Martin, fundadora del Proyecto Harmony, quien se acercó a Kraus hace varios años, tras haber observado el impacto positivo que la música estaba teniendo en los niños.

   Desde el año 2008, el 93 por ciento de las personas mayores del Proyecto Harmony había acudido a la universidad a pesar de las tasas de deserción del 50 por ciento o más en sus barrios. "Ahora sabemos que este éxito se basa, al menos en parte, a los cambios cerebrales únicos conseguidos al hacer música", agrega Martin.

   "Biológicamente, usted es lo que hace y su pasado da forma a su presente --sentencia Kraus--. Las intervenciones comunitarias tienen el potencial de inculcar en los niños los beneficios más destacados que pueden establecerse para un mejor aprendizaje dentro y fuera de las aulas". Estos resultados proporcionan apoyo biológico para la aplicación a gran escala de estos programas para promover la salud del cerebro y el desarrollo infantil.

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