MADRID, 20 Ago. (EUROPA PRESS) -
Tanto si es el trabajo como el ocio lo que nos impide dormir lo suficiente durante la semana, suponer que podemos compensarlo durmiendo hasta tarde el fin de semana es un error.
Una investigación dirigida por la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) ha revelado que la frecuencia cardiaca y la presión arterial empeoran a lo largo de la semana cuando el sueño se limita a cinco horas por noche, y que intentar recuperar el sueño durante el fin de semana es insuficiente para normalizar estas medidas.
"Nuestra investigación revela un mecanismo potencial para esta relación longitudinal, en la que suficientes golpes sucesivos a tu salud cardiovascular mientras eres joven podrían hacer que tu corazón sea más propenso a la enfermedad cardiovascular en el futuro", ha explicado Anne-Marie Chang, coautora del trabajo, publicado en la revista científica 'Psychosomatic Medicine'.
El equipo reclutó a 15 hombres sanos de entre 20 y 35 años para participar en un estudio del sueño hospitalario de 11 días de duración. Durante las tres primeras noches, se permitió a los participantes dormir hasta 10 horas por noche para alcanzar un nivel de sueño de referencia.
Durante las cinco noches siguientes, el sueño de los participantes se restringió a cinco horas por noche, seguidas de dos noches de recuperación, en las que se les permitió de nuevo dormir hasta 10 horas por noche.
Para evaluar los efectos de este régimen de sueño sobre la salud cardiovascular, los investigadores midieron la frecuencia cardiaca en reposo y la presión arterial de los participantes cada dos horas durante el día.
Esta investigación es única porque midió la frecuencia cardiaca y la presión arterial varias veces al día durante la duración del estudio, lo que les permitió tener en cuenta cualquier efecto que la hora del día pudiera tener sobre la frecuencia cardiaca y la presión arterial.
Por ejemplo, la frecuencia cardiaca es naturalmente más baja al despertarse que a última hora del día, por lo que medir la frecuencia cardiaca varias veces a lo largo del día puede tener en cuenta esta diferencia.
En concreto, el equipo descubrió que la frecuencia cardiaca aumentaba casi un latido por minuto (BPM) con cada día sucesivo del estudio. En concreto, la frecuencia cardiaca media de referencia era de 69 BPM, mientras que la frecuencia cardiaca media al final del estudio, en el segundo día de recuperación, era de casi 78 BPM.
La presión arterial sistólica también aumentó unos 0,5 milímetros de mercurio (mmHg) al día. La presión arterial sistólica media al inicio del estudio era de 116 mmHg y de casi 119,5 mmHg al final del periodo de recuperación.
"Tanto la frecuencia cardiaca como la presión arterial sistólica aumentaron cada día y no volvieron a los niveles iniciales al final del periodo de recuperación. Así que, a pesar de tener oportunidades adicionales para descansar, al final del fin de semana del estudio, sus sistemas cardiovasculares aún no se habían recuperado", ha detallado otro de los autores, David Reichenberger.
Así, los investigadores han detallado que pueden ser necesarios períodos más largos de recuperación del sueño para recuperarse de múltiples noches consecutivas de pérdida de sueño.
"El sueño es un proceso biológico, pero también conductual y sobre el que a menudo tenemos mucho control. El sueño no sólo afecta a nuestra salud cardiovascular, sino también a nuestro peso, nuestra salud mental, nuestra capacidad de concentración y nuestra capacidad para mantener relaciones sanas con los demás, entre otras muchas cosas. A medida que aprendemos más y más sobre la importancia del sueño, y cómo afecta a todo en nuestras vidas, mi esperanza es que se convertirá en un enfoque más para mejorar la salud de uno", ha remachado Chang.