MADRID, 22 Nov. (INFOSALUS) -
Dormir es una actividad necesaria del ser humano y su privación lleva a la muerte y, aunque existen múltiples teorías sobre la función fisiológica del sueño, la ciencia aún no ha podido dar una respuesta cierta a esta cuestión. Las diferencias físicas y sociales en el sueño de hombres y mujeres marcan también la calidad del sueño entre los géneros.
Según explica a Infosalus la doctora Marian Martínez, neurofisióloga y miembro de la Sociedad Española del Sueño, lo que sí se sabe es que el sueño es un proceso activo y no pasivo como hasta hace bien poco se pensaba y que entre sus funciones están la protección y restauración del organismo, la consolidación de la memoria o el procesamiento de las emociones, aspectos fundamentales para mantener el equilibrio físico y psíquico de las personas.
"Un estudio reciente en la revista 'Science' sostiene que durante el sueño se desechan sustancias metabólicas tóxicas que podrían dañar al cerebro si se acumularan en las neuronas causando efectos neurodegenerativos, como es el caso del beta amiloide que causa la enfermedad de Alzheimer ", explica Martínez aludiendo a la continua exploración científica sobre el sueño y sus mecanismos fisiológicos.
En general, la doctora señala que las características del sueño humano cambian a lo largo de la vida desde el nacimiento hasta la tercera edad. "En los recién nacidos y los bebés el sueño 'ultradiana', es decir, el tiempo se divide entre periodos de sueño y de alimentación", aclara Martínez. El recién nacido duerme unas 17 horas mientras que los bebés necesitan entre 14 y 15 horas.
Con el establecimiento del ritmo circadiano se va reduciendo el número de horas de sueño, así los menores de 3 años duermen entre 12 y 14 horas con alguna siesta diurna y los escolares necesitan ya entre 11 y 13 horas.
SUEÑO PARA CRECER Y MADURAR
Los adolescentes deberían dormir entre 8 y 9 horas, aunque es en esta edad donde puede aparecer un trastorno o desviación del sueño denominado 'retraso de fase', que lleva a que los adolescentes se acuesten tarde y se levantarían también más tarde si no fuera porque cumplen un horario escolar que les obliga a levantarse más temprano de lo que deberían.
"Esto da lugar a que los chicos y chicas duerman demasiado poco, algo que puede tener un papel determinante en el fracaso escolar", señala Martínez, coordinadora de la Sección Neurofisiológica de la Unidad Multidisciplinar de Trastornos del Sueño y Ventilación del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander.
"Hay que ser conscientes de que en la adolescencia se dan cambios fisiológicos, cambios en los hábitos de sueño y conflictos internos asociados al tránsito a la madurez que podrían repercutir negativamente en el sueño de los más jóvenes", aclara Martínez, que apunta que intervenciones como retrasar en sólo 45 minutos el horario de acceso a las aulas podría suponer un cambio significativo en el rendimiento de los menores.
En el ser humano, durante el periodo de crecimiento las necesidades de sueño son mayores no sólo porque el mayor aprendizaje que se desarrolla en estas etapas necesita del sueño para consolidar estas nuevas memorias sino también porque durante las horas en las que se duerme se produce hormona del crecimiento.
La hormona del crecimiento se produce durante el sueño lento profundo y se produce en mayor cantidad durante la fase de crecimiento en niños y adolescentes pero también se sigue produciendo aunque en menor medida en la época adulta.
"En los adultos la liberación de la hormona del crecimiento durante el sueño ayuda a que no engordemos, de ahí también el papel del dormir en la obesidad", indica la doctora Martínez.
EL SUEÑO DE HOMBRES Y MUJERES: DIFERENCIAS FÍSICAS Y SOCIALES
En el adulto joven y el maduro, las horas de sueño se reducen a las necesarias 7 u 8 horas, las embarazadas necesitan una hora más aproximadamente, mientras que el sueño en los mayores de 65 años puede presentar un patrón de abundantes despertares y alguna siesta durante la mañana.
En cuanto a las características fisiológicas del sueño normal entre los géneros, Martínez explica que en las mujeres el sueño es más reparador ya que se duermen antes y la cantidad de sueño profundo es superior. Sin embargo, son las mujeres las que más se quejan de problemas como el insomnio.
Los trastornos del sueño en los que es más común la condición masculina son la narcolepsia, los trastornos que comprometen el sueño REM y los terrores nocturnos, además de la apnea del sueño, más presente en los varones aunque los casos femeninos aumentan tras la menopausia.
"Las hormonas tienen un papel clave en el sueño de las mujeres y así por ejemplo, en el periodo premenstrual y después de la menopausia sufren más de despertares intrasueño".
Durante el embarazo las mujeres sienten más somnolencia diurna y en el último trimestre, el mayor tamaño del feto y efectos como el reflujo o las molestias de espalda pueden alterar su sueño en gran medida.
"Tras la menopausia el cansancio diurno o el insomnio pueden subyacer al síndrome de apnea del sueño, cuya ocurrencia aumenta en la mujer a partir de esta etapa de la vida. Por eso es tan importante examinar los trastornos del sueño desde distintos puntos de vista y aplicar un abordaje multidisciplinar", explica Martínez.
Los condicionantes del cuidado de los hijos y de los mayores que recaen en mayor medida en las mujeres también afectan a la calidad de su sueño. Un estudio de la Universidad de Michigan en Estados Unidos mostró que en aquellas mujeres que trabajaban y tenían hijos el 32% decía levantarse por la noche a atenderles frente al 11% de los hombres y sus despertares duraban más tiempo que los de los varones.
"Este peor sueño repercute sobre el desarrollo laboral y la calidad de vida de estas mujeres", apunta la doctora que señala que a pesar de que la tarea de levantarse por la noche a atender a los hijos se puede compartir entre ambos miembros de la pareja, los estudios en hogares con niños de menos de 12 años muestran que a pesar de que sea la mujer la que aporte el sustento económico sigue siendo la que más se levanta.
¿Y SI NO DUERMO LO SUFICIENTE?
Si el sueño no es el suficiente se produce lo que se denomina privación que puede ocasionar somnolencia diurna y alteraciones en la concentración y la memoria. Los estudios sobre los riesgos que puede ocasionar la privación del sueño dan lugar a una larga lista de repercusiones nada positivas.
"A largo plazo dormir poco puede aumentar el riesgo de obesidad, diabetes, infarto, incidentes cerebrovasculares e incluso cáncer de mama y colorrectal además de reducir las capacidades del sistema inmune", explica Martínez.
Un estudio del Programa de Sueño, Salud y Sociedad de la Universidad de Warwick de Reino Unido mostró que dormir menos de 6 horas aumenta en un 12% el riesgo de morir en los siguientes 20 años en comparación con quienes duermen entre 6 y 8 horas.
Además, existe un recorrido en dos direcciones en cuanto al sueño y la distimia, un estado de ánimo que se presenta bajo de forma regular, y la depresión.
La doctora Martínez apunta la necesidad de adquirir y enseñar una higiene del sueño en adultos y menores respectivamente. "El mayor tiempo de uso de pantallas como el ordenador o tabletas por los menores y adolescentes, pero también por los adultos, sobre todo al final del día dificulta el sueño al proporcionar un estímulo lumínico que entre otras cosas dificulta la producción de hormona del sueño, la melatonina", aclara.
"Los españoles somos noctámbulos, es raro que nos acostemos antes de las 11 de la noche, cuando esto es lo que nos permitiría dormir las horas que necesitamos. Tenemos que cuidar nuestro sueño, recordar los buenos hábitos y pasar a ser más conscientes de la importancia de las horas de sueño en nuestra salud", concluye la doctora Martínez.