MADRID, 12 Abr. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) aseguran que el ejercicio físico permite una mayor supervivencia en caso de sufrir un infarto de miocardio, y cuanto más se realiza más son las probabilidades de seguir vivo tras estos eventos cardiacos, según los datos de un estudio publicado en la revista 'European Journal of Preventive Cardiology'.
"Sabíamos que el ejercicio protege a las personas de los infartos", según Eva Prescott, autora de esta investigación, que también ha recordado que en animales ya se había demostrado que la actividad física se asocia a infartos más leves y menos letales.
En su trabajo incluyeron un total de 14.223 participantes en el Estudio del Corazón de Copenhague que nunca habían sufrido un infarto o un ictus. Midieron sus niveles de actividad física entre 1976 y 1978 para clasificarla como sedentaria, ligera, moderada o alta, y luego les sometieron a un seguimiento hasta 2013. En todo ese periodo 1.664 participantes sufrieron un infarto, de los cuales 425 murieron en el acto.
Los investigadores compararon los niveles de actividad física entre quienes fallecieron de forma inmediata y los que sobrevivieron, y vieron que los que hacían más ejercicio eran los que tenían menos riesgo de muerte por esta causa.
De hecho, detectaron una relación directa entre la cantidad de ejercicio realizado y las muertes por infarto. Así, los pacientes con niveles de actividad física ligera o moderada/alta tenían un 32 y 47 por ciento menos de probabilidades de morir por un infarto de miocardio, respectivamente, en comparación con los pacientes sedentarios.
Una posible explicación de esta relación es que las personas que hacen ejercicio pueden desarrollar vasos sanguíneos colaterales en el corazón que aseguran que este órgano continúa recibiendo suficiente sangre en caso de bloquearse, según los autores, que también lo atribuyen a un aumento de los niveles de diferentes compuestos químicos que mejoran el flujo sanguíneo y reducen las lesiones cardiacas que puede dejar un infarto.
"Pero este es un estudio observacional, por lo que no se puede determinar si esa relación es causal", ha precisado Prescott, que por ello reclama nuevos estudios antes de poder hacer una recomendación más precisa sobre los beneficios del ejercicio físico en caso de sufrir un infarto.