MADRID, 4 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio ha identificado otro beneficio de mantener una rutina de ejercicios. En experimentos realizados con ratones, los investigadores descubrieron que hacer ejercicio antes de desarrollar el cáncer se asociaba con un crecimiento más lento del tumor y ayudaba a reducir los efectos de una complicación del cáncer conocida como síndrome de desgaste o caquexia.
La caquexia es un trastorno de desgaste metabólico que afecta hasta al 80% de los pacientes con cáncer avanzado y se asocia a un tercio de todas las muertes por cáncer. Las personas con caquexia experimentan un desgaste muscular grave y progresivo, un deterioro de la estructura y la función del corazón y una peor calidad de vida en general.
"La mayor parte del ejercicio, especialmente el aeróbico, es fácilmente accesible y asequible --afirma Louisa Tichy, estudiante de posgrado del laboratorio de Traci Parry en la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos)--. Por lo tanto, realizar un ejercicio aeróbico constante, como correr, es una forma rentable de reducir el riesgo de cáncer y sus complicaciones".
Tichy presentará la nueva investigación en la reunión anual de la Sociedad Americana de Patología Investigativa durante el encuentro de Biología Experimental (EB) 2022, que se celebra en Filadelfia.
Investigaciones anteriores han demostrado que el ejercicio podría tener efectos antiinflamatorios y podría influir positivamente en la caquexia por cáncer al frenar su desarrollo y preservar la estructura y la función cardíacas. Sin embargo, muy pocos estudios se han centrado en el preacondicionamiento.
"Nuestro estudio preclínico indica que el preacondicionamiento -o el ejercicio antes de la aparición del tumor- parece desempeñar una importante función cardioprotectora durante la caquexia por cáncer al preservar la estructura y la función cardíacas --señala Tichy--. También ayudó a frenar el crecimiento del tumor, incluso cuando los animales no hicieron ejercicio durante el periodo de soporte del tumor".
Para el nuevo estudio, los investigadores estudiaron ratones que, o bien se ejercitaron en una cinta de correr durante ocho semanas, o bien no realizaron ningún ejercicio. Después de las ocho semanas, los investigadores indujeron el cáncer en algunos de los ratones ejercitados y en algunos ratones sedentarios, mientras que mantuvieron algunos ratones de ambos grupos sin cáncer para que actuaran como controles.
Los investigadores descubrieron que los ratones con cáncer y con un estilo de vida sedentario tenían una función cardíaca más pobre -medida con ecocardiografía- que los ratones que hacían ejercicio antes de la inducción del cáncer. Además, los ratones del grupo que hizo ejercicio tenían un volumen tumoral menor y una masa tumoral un 60% menor que los ratones del grupo sedentario.
"Estos datos son cruciales para identificar la importancia del ejercicio y el mejor momento para realizarlo como medida protectora y preventiva contra los efectos perjudiciales de la caquexia por cáncer", apunta Tichy.
Los investigadores están trabajando para comprender las proteínas y vías subyacentes que se ven afectadas por el cáncer y el ejercicio, de modo que esta información pueda utilizarse para informar sobre las intervenciones de ejercicio.
También señalan que para crear intervenciones de ejercicio seguras y eficaces para los pacientes con cáncer sería necesario evaluar la mejor intensidad, duración y momento del ejercicio en modelos preclínicos antes de pasar a los estudios en personas.