MADRID, 11 Mar. (EDIZIONES) -
Hay veces en las que nuestro corazón falla y deja de latir correctamente o completamente, cuando se trata de un órgano fundamental para el correcto funcionamiento del cuerpo. Si todos supiéramos identificar una parada cardíaca con precocidad, pedir ayuda y realizar las maniobras de resucitación cardiopulmonar básica, lograríamos reducir en gran medida el número de personas que fallecen o el riesgo de secuelas neurológicas, que ocurren como consecuencia de la ausencia de oxigenación cerebral.
Así lo defiende la Fundación Española del Corazón (FEC), que recuerda que nuestro organismo está compuesto por millones de células que precisan para su funcionamiento de oxígeno y de sustancias que le proporcionan energía, como el azúcar y las proteínas. Estas sustancias están en la sangre, y el aparato cardiocirculatorio (corazón, arterias y venas), que es el encargado de realizar su distribución por todo el organismo.
Para poder entender cómo un corazón se para o deja de latir correctamente, en una entrevista con Infosalus, el cardiólogo del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, el doctor José María Guerra Ramos, explica que este órgano es una bomba que impulsa la sangre.
"Ese efecto de bomba lo consigue con la contracción cardíaca que disminuye el tamaño de las cavidades cardíacas, expulsando la sangre que hay en su interior. Para que esto suceda de forma secuencial y repetida en el tiempo, existe un sistema eléctrico del propio corazón que inicia la contracción", señala el presidente de la Sección de Electrofisiología y Arritmias de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
De esta forma, se permite que se contraigan primero las aurículas y después los ventrículos de forma que, las células de las aurículas por un lado y de los ventrículos por otro se contraigan de forma prácticamente simultánea. Hay un impulso eléctrico que llega a las células. A partir de él, éstas se contraen y el resultado final es la contracción cardíaca, según indica.
El latido del corazón se puede ver alterado e incluso pararse algunas veces de forma completa. "La mayor parte de las enfermedades que producen los paros cardíacos en realidad originan contracciones muy rápidas del corazón, de forma que a las cavidades no les da tiempo de llenarse, obteniendo en consecuencia un efecto como si el corazón estuviera parado, aunque en realidad late muy rápido y de forma descoordinada. Sólo hay una pequeña proporción de paros cardíacos en los que el corazón realmente deja de latir", advierte el doctor Guerra.
Entonces, las descargas eléctricas emitidas por los desfibriladores ejercen un efecto de 'reset', gracias a ese choque eléctrico en las células del corazón, de forma que éstas vuelven a latir de forma coordinada y secuencial como en un latido normal, según precisa el presidente de la Sección de Electrofisiología y Arritmias de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
En aquellos paros cardíacos que se producen porque el corazón late muy rápido, o rápido pero de forma descoordinada, son muy útiles los desfibriladores, que son la mayoría de los casos. Si bien estos aparatos no sirven en los pocos casos en los que el corazón deja de latir completamente. "La descarga no tiene ninguna utilidad en estos casos, aunque son los menos frecuentes", remarca el miembro de la SEC.
No obstante, el especialista celebra que poco a poco hay cada vez más desfibriladores externos automáticos (DEA) distribuidos por instituciones, líneas de metro, campos de fútbol, teatros, cines, o en la propia calle. "Estas máquinas son capaces de distinguir los paros cardíacos que necesitan de un choque eléctrico, que son la mayoría, de aquellos sobre los que no tiene ninguna utilidad, que son la menor proporción", destaca. La SEC, junto con Cruz Roja Española, tienen una APP, 'Ariadna', que permite la localización de desfibriladores accesibles para el público.
EL PAPEL DE LA REANIMACIÓN CARDIOPULMONAR
Desde la Fundación Española del Corazón resaltan que las posibilidades de supervivencia de una persona que padece una parada respiratoria aumentan en un 70% si se actúa antes de que lleguen los equipos de emergencias. Por ello, el objetivo de quienes presencien un episodio de este tipo es comenzar la reanimación cardiopulmonar (RCP) durante los cuatro primeros minutos, para que los órganos del paciente no se encuentren tan dañados cuando se presente la ambulancia.
"En España se produce una media anual de 30.000 paradas cardiacas, con una supervivencia que se sitúa solo en torno al 5% y el 10%. El 20% de las personas que sufren una parada cardiaca sobreviven sin secuelas si se les realiza una reanimación básica. El problema es que sólo un 10% de los ciudadanos sabe cómo hacerla correctamente", lamenta la institución.
Según indica Guerra, en las paradas cardiacas que se producen por un ritmo rápido la desfibrilación es la única opción de tratamiento. En estos casos, la RCP es un "suplemento" que ayuda a ese cuerpo hasta que llega el choque eléctrico del DEA.
"Permite suplementar cuando el corazón entra en una arritmia muy rápida, late muy rápido y de forma descoordinada, y no hay expulsión de sangre desde corazón, el paciente se desmaya y no hay pulso. Facilita el envío de sangre más o menos oxigenada por las insuflaciones que se hacen a través de esta técnica, y con cada golpe que se da en el pecho se manda sangre al cerebro. Se sustituye a través de la RCP en una pequeña proporción al corazón, para que los órganos se mantengan vivos y no sufran. Pero hasta que no llegue un desfibrilador ese corazón no funcionará bien", explica el cardiólogo.
Por eso la importancia de disponer los DEA y de tener fácil acceso a ellos, ya que el tiempo que el paciente esta en paro cardiaco es crítico a la hora de una recuperación posterior. "Cuanto más tiempo el corazón late rápido se va agotando, va produciéndose un sufrimiento en él que le impedirá recuperar un ritmo normal. Además, durante el paro cardiaco hay órganos que sufren también como el cerebro, al no aportarles el oxígeno suficiente, por lo que se pueden producir daños de carácter irreversible ante una parada cardiaca", subraya.
Así con todo, desde la FEC insisten en que la rapidez con la que se trata al paciente es fundamental, ya que la supervivencia se reduce un 10% por minuto. Por este motivo, los DEA son fundamentales, aunque "España está muy por detrás de otros países de nuestro entorno", ya que apenas hay 2,6 por cada 10.000 habitantes, frente a los 11 de Alemania, los 12,9 de Reino Unido y Dinamarca, los 18,5 de Francia o los 54,7 de Japón.