MADRID, 21 Ene. (EUROPA PRESS) -
El trastorno de la presión cerebral llamado hipertensión intracraneal idiopática se produce cuando aumenta la presión en el líquido que rodea al cerebro. Puede imitar los síntomas de un tumor cerebral, provocando dolores de cabeza crónicos e incapacitantes, problemas de visión y, en casos raros, pérdida de la visión. Se diagnostica con mayor frecuencia en mujeres en edad fértil. El tratamiento suele ser la pérdida de peso. En algunos casos, es posible que se requiera cirugía.
"El aumento considerable de la hipertensión intracraneal idiopática que encontramos puede deberse a muchos factores, pero probablemente se deba principalmente al aumento de las tasas de obesidad", explica el autor del estudio William Owen Pickrell, de la Universidad de Swansea, en Gales (Reino Unido) y miembro de la Academia Estadounidense de Neurología.
"Lo que es más sorprendente de nuestra investigación es que las mujeres que experimentan pobreza u otras desventajas socioeconómicas también pueden tener un mayor riesgo independientemente de la obesidad", añade.
Este nuevo estudio ha encontrado que está en aumento, en consonancia con el aumento de las tasas de obesidad, según publican en la edición en línea de 'Neurology', la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología. También ha descubierto que para las mujeres, factores socioeconómicos como los ingresos, la educación y la vivienda pueden influir en su riesgo.
Para el estudio, los investigadores utilizaron una base de datos nacional de atención médica en Gales para analizar 35 millones de pacientes-año de datos durante un período de 15 años, entre 2003 y 2017. Identificaron a 1.765 personas con hipertensión intracraneal idiopática durante ese tiempo. Del grupo, el 85% eran mujeres.
Los investigadores registraron las mediciones del índice de masa corporal de los participantes del estudio. El índice de masa corporal se calcula dividiendo el peso por la altura. Por cada persona con el trastorno, los investigadores compararon a tres personas sin él que fueron emparejados por género, edad y nivel socioeconómico.
El estatus socioeconómico de cada persona con el trastorno se determinó según el lugar donde vive, utilizando un sistema de puntuación nacional que considera factores como los ingresos, el empleo, la salud, la educación y el acceso a los servicios. Luego, las personas en el estudio se dividieron en cinco grupos que van desde los que tienen menos ventajas socioeconómicas hasta los que tienen más.
En general, los investigadores encontraron un aumento de seis veces en el número de casos del trastorno durante el transcurso del estudio. En 2003, por cada 100.000 personas, 12 vivían con el trastorno, en comparación con 76 personas en 2017. Además, en 2013, por cada 100.000 personas, dos fueron diagnosticadas durante ese año, en comparación con ocho personas en 2017.
Los investigadores encontraron que el creciente número de personas que viven con el trastorno se correspondía con el aumento de las tasas de obesidad en Gales durante el estudio, con un 29% de la población obesa en 2003 en comparación con el 40% en 2017.
"La prevalencia mundial de la obesidad casi se triplicó entre 1975 y 2016, por lo que aunque nuestra investigación analizó específicamente a las personas en Gales, nuestros resultados también pueden tener relevancia mundial", resalta Pickrell.
Había fuertes vínculos tanto para hombres como para mujeres entre el índice de masa corporal y el riesgo de padecer el trastorno. Para las mujeres, hubo 180 casos por cada 100.000 personas durante el estudio para aquellas con un índice de masa corporal alto en comparación con 13 mujeres con un índice de masa corporal considerado ideal. Para los hombres, hubo 21 casos por 100.000 entre aquellos con un índice de masa corporal alto en comparación con ocho casos para aquellos con un índice de masa corporal ideal.
Los investigadores también encontraron que solo para las mujeres, los factores socioeconómicos estaban relacionados con el riesgo. Había 452 mujeres en el grupo con menos ventajas socioeconómicas en comparación con 197 en el grupo con más. Las mujeres del grupo con menos tenían un riesgo 1,5 veces mayor de desarrollar el trastorno que las mujeres del grupo con más, incluso después de ajustar el índice de masa corporal.
"De los cinco grupos socioeconómicos de los participantes de nuestro estudio, las mujeres de los dos grupos más bajos constituían más de la mitad de las mujeres participantes en el estudio --explica Pickrell--. Se necesita más investigación para determinar qué factores socioeconómicos como la dieta, la contaminación, el tabaquismo o el estrés pueden influir en el aumento del riesgo de que una mujer desarrolle este trastorno".