MADRID, 20 Mar. (EUROPA PRESS) -
Un estudio de la Universidad de Hong Kong en octubre de 2007 ya advirtió de que la presencia de un gran reservorio de virus como el SARS-CoV en murciélagos de herradura (rinolófidos), junto con la cultura de comer mamíferos exóticos en el sur de China, era una "bomba de relojería" para la aparición de nuevos virus similares, como ha ocurrido con el SARS-CoV-2, causante de la enfermedad Covid-19.
"Los coronavirus se someten a una recombinación genética, lo que puede dar lugar a nuevos genotipos y brotes. No debe ignorarse la posibilidad de que el SARS y otros nuevos virus reaparezcan en animales o laboratorios y, por consiguiente, la necesidad de estar preparados", alertaban los investigadores en una investigación publicada en la revista 'Clinical Microbiology Reviews'.
El coronavirus del SARS, conocido como SARS-CoV, causó la primera gran pandemia de este siglo, provocando un brote en 2003 que afectó a 8.098 personas y mató a 774, principalmente en China, con una tasa de mortalidad bruta del 10 por ciento. Su capacidad para la transmisión de persona a persona, la falta de conciencia en el control de infecciones hospitalarias y los viajes aéreos internacionales facilitaron la rápida difusión mundial de este virus, de una forma similar al del Covid-19.
El importante impacto en los sistemas sanitarios, las economías y las sociedades de los países afectados en tan solo unos pocos meses a principios de 2003 no tuvo precedentes, hasta esta nueva pandemia por el SARS-CoV-2, que ya ha causado más de 10.000 muertes y 200.000 casos, con un impacto mucho mayor ya que el del SARS.
El SARS-CoV saltó de los animales al hombre gracias al "gran número y variedad de civetas en jaulas hacinadas y la falta de medidas de bioseguridad en los mercados húmedos", detallaban entonces los responsables del estudio, añadiendo que el "rápido crecimiento económico" en China dio lugar a una creciente demanda de proteínas animales, lo que aumentó la caza e ingesta de mamíferos salvajes.
Nuevamente, las similitudes con la aparición del virus del Covid-19 son patentes: las investigaciones hasta el momento avanzan que el virus proviene de murciélagos de herradura y, posteriormente, pasaron a otro animal (huésped intermedio), que finalmente lo ha transmitido a los humanos. Además, el foco de nacimiento es el mercado de mariscos de la ciudad china de Wuhan, según los primeros resultados científicos.
"Los hallazgos de que los murciélagos de herradura son el reservorio natural del virus similar al del SARS-CoV y de que las civetas son el huésped de amplificación ponen de relieve la importancia de la fauna silvestre y la bioseguridad en las granjas y los mercados húmedos, que pueden servir como fuente y centros de amplificación de infecciones emergentes", pronosticaba con tino el estudio publicado hace 13 años.
LA IMPORTANCIA DEL SARS EN LA VACUNA CONTRA EL COVID-19
Antes de la aparición del SARS en 2003, solo se conocían otros 12 coronavirus animales o humanos. El carácter explosivo de la pandemia, su elevada mortalidad, su reaparición transitoria un año después y las perturbaciones económicas llevaron a acelerar la investigación de sus aspectos epidemiológicos, clínicos, patológicos, inmunológicos, virológicos y otros aspectos científicos básicos del virus y la enfermedad.
En este sentido, los investigadores explicaban en 2007 que el "notable aumento" de la comprensión del virus y la enfermedad en tan poco tiempo permitió el desarrollo de pruebas de diagnóstico, modelos animales, antivirales, vacunas y medidas epidemiológicas y de control de la infección que "podrían resultar útiles" en los ensayos de control aleatorios si el SARS o un virus similar volviera a aparecer.
Y así se está demostrando: el ensayo clínico puesto en marcha en Estados Unidos esta semana para encontrar una vacuna contra el Covid-19 ha aprovechado las investigaciones iniciales de un grupo científico que buscaba una vacuna contra el SARS y el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), otro coronavirus en humanos surgido en 2012. Gracias a estos conocimientos previos, estos investigadores estadounidenses han podido desarrollar tan rápidamente una vacuna, que ya está siendo probada en humanos, aunque su llegada a los pacientes de forma general no se espera en un futuro cercano.
¿POR QUÉ LOS CORONAVIRUS DE MURCIÉLAGOS SON TAN AGRESIVOS?
Un estudio de la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos) concluyó en febrero de este año que la feroz respuesta inmunológica de los murciélagos a los virus podría hacer que se repliquen más rápidamente, de modo que cuando saltan a los mamíferos con sistemas inmunológicos normales, como los humanos, los virus causan estragos de mayor daño.
En su trabajo, publicado en la revista 'eLife', los investigadores explican que "no es coincidencia" que algunos de los peores brotes de enfermedades virales de los últimos años, como SARS, MERS, ébola y el recién llegado coronavirus se originaron en murciélagos.
Se ha demostrado que algunos murciélagos, incluidos los que se sabe que son la fuente original de infecciones humanas, albergan sistemas inmunes que están perpetuamente preparados para montar defensas contra los virus. La infección viral en estos murciélagos conduce a una rápida respuesta que separa al virus de las células. Aunque esto puede proteger a los murciélagos de ser infectados con altas cargas virales, alienta a estos virus a reproducirse más rápidamente dentro del huésped antes de que se pueda articular una defensa.
Esto hace que los murciélagos sean un reservorio único de virus de rápida reproducción y altamente transmisibles. Mientras que los murciélagos pueden tolerar virus como estos, cuando se transmiten a animales que carecen de un sistema inmunológico de respuesta rápida, los virus afectan mucho a sus nuevos huéspedes, lo que conduce a altas tasas de mortalidad.
"Algunos murciélagos son capaces de montar esta robusta respuesta antiviral, pero también de equilibrarla con una respuesta antiinflamatoria. Nuestro sistema inmunológico generaría una inflamación generalizada si se intenta esta misma estrategia antiviral. Pero los murciélagos parecen ser los más indicados para evitar la amenaza de la inmunopatología", explica una de las líderes de esta investigación, Cara Brook.
Los investigadores apuntan que la perturbación del hábitat de los murciélagos parece estresar a estos animales, y hace que arrojen aún más virus en su saliva, orina y heces que pueden infectar a otros animales. "El aumento de las amenazas ambientales para los murciélagos puede sumarse a la amenaza de la zoonosis", comenta Brook.