Un estudio muestra cómo la disfunción de los vasos sanguíneos puede empeorar enfermedades crónicas como el cáncer
MADRID 14 Ene. (EUROPA PRESS) -
Un grupo de investigadores de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón (Estados Unidos) ha descubierto que las células perivasculares --células especializadas que rodean los vasos sanguíneos pequeños-- contribuyen a la disfunción de los vasos sanguíneos en enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes o la fibrosis, empeorando la progresión de la enfermedad, lo que podría conducir a nuevas estrategias de prevención y tratamiento.
El estudio, publicado en 'Science Advances', demuestra que este tipo de células pueden detectar cambios en los tejidos cercanos y enviar señales que alteran la función de los vasos sanguíneos, empeorando así la progresión de la enfermedad.
"Históricamente, las células endoteliales que recubren los vasos sanguíneos se han considerado las principales contribuyentes a la enfermedad vascular. Nuestros hallazgos representan un cambio de paradigma, mostrando cómo las células perivasculares, en cambio, actúan como centinelas importantes. Detectan cambios en los tejidos y coordinan las respuestas vasculares. Esto abre la puerta a estrategias de tratamiento completamente nuevas", ha afiramdo el director del proyecto, Luiz Bertassoni, también director fundador del Knight Cancer Precision Biofabrication Hub y profesor del Knight Cancer Institute y la Facultad de Odontología de la mencionada universidad.
Cabe destacar que Bertassoni y su equipo desarrollaron hace casi una década un método para imprimir vasos sanguíneos en 3D en el laboratorio, un avance reconocido como uno de los principales descubrimientos científicos del año por la revista 'Discover', y que desde entonces se han centrado en la ingeniería de vasos sanguíneos que imiten mejor a los del cuerpo humano para estudiar enfermedades más complejas.
Por su parte, la doctora Cristiane Miranda Franca, autora principal del estudio y profesora adjunta en la Facultad de Odontología de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón, ha resaltado que "las aplicaciones de esta investigación son amplias".
Asimismo, ha señalado que se ha demostrado por primera vez "cómo las células perivasculares desencadenan la inflamación y señalan cambios en los vasos sanguíneos cuando se alteran los tejidos circundantes".
Durante el estudio se ha usado un innovador modelo de vaso sanguíneo en un chip --desarrollado por Christopher Chen y su equipo de la Universidad de Boston y el Instituto Wyss de Harvard-- que, al reproducir condiciones como el endurecimiento y la cicatrización de los tejidos, comunes en el envejecimiento, las enfermedades crónicas y el cáncer, los investigadores han descubierto que las células perivasculares impulsan la filtración y la distorsión de los vasos sanguíneos, lo que empeora la inflamación y la enfermedad.
"Cuando eliminamos las células perivasculares, los vasos sanguíneos básicamente no respondieron a los cambios en los tejidos", ha explicado Franca, que afirma que los hallazgos arrojan luz sobre la relación entre la matriz extracelular, la función de los vasos sanguíneos y la progresión de la enfermedad.
De hecho, los investigadores creen que las células perivasculares podrían convertirse en objetivos de terapias destinadas a restaurar la función vascular normal y reducir la progresión de varias enfermedades como la fibrosis, la diabetes y el cáncer, pudiendo prevenir e incluso realizar una intervención temprana en el caso de este último.
"Si intervenimos de manera temprana, podríamos evitar que las lesiones precancerosas progresen hasta convertirse en un cáncer en toda regla. Esto podría revolucionar la forma en que abordamos la prevención y el tratamiento del cáncer", ha aseverado Bertassoni.
Entre los coautores de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón que también figuran en el estudio son Maria Elisa Lima Verde, Alice Correa Silva-Sousa, Amin Mansoorifar, Avathamsa Athirasala, Ramesh Subbiah, Anthony Tahayeri, Mauricio Sousa, May Anny Fraga, Rahul Visalakshan, Aaron Doe, Keith Beadle y McKenna Finley. Entre los coautores también se incluyen Emilios Dimitriadis, del Instituto Nacional de Imágenes Biomédicas y Bioingeniería; Jennifer Bays, y Marina Uroz, de la Universidad de Boston; y Kenneth Yamada, del Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial de los Institutos Nacionales de Salud.
La investigación ha sido financiada por el Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial de los Institutos Nacionales de Salud, la Organización Europea de Biología Molecular (EMBO), y los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.