Estudio revela cómo las dificultades en la infancia pueden reducir la conectividad cerebral

Archivo - Niño que mira triste por el dibujo de una familia rota
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Publicado: martes, 8 abril 2025 6:59

   MADRID, 8 Abr. (EUROPA PRESS) -

   Un estudio del Mass General Brigham (Estados Unidos) de más de 9.000 participantes mostró que las adversidades en la vida temprana se correlacionan con conexiones disminuidas de la materia blanca, lo que aumenta el riesgo de dificultades cognitivas, pero las relaciones de apoyo pueden ofrecer protección. Los resultados se publican en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).

   Los investigadores del Mass General Brigham han vinculado experiencias difíciles en la primera infancia con una reducción en la calidad y cantidad de las vías de comunicación de la sustancia blanca en el cerebro adolescente. Esta menor conectividad también se asocia con un menor rendimiento en tareas cognitivas. Sin embargo, ciertos factores de resiliencia social, como la cohesión vecinal y la crianza positiva, podrían tener un efecto protector. Los resultados se publican en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).

    La materia blanca son las vías de comunicación que permiten que las redes cerebrales realicen las funciones necesarias para la cognición y la conducta. Se desarrolla a lo largo de la infancia, y las experiencias infantiles pueden determinar las diferencias individuales en la maduración de la materia blanca. L

a autora principal, la doctora Sofia Carozza, y el autor principal, el doctor Amar Dhand, del Departamento de Neurología del Hospital Brigham and Women's, miembro fundador del sistema de salud Mass General Brigham, querían comprender el papel que este proceso desempeña en la cognición una vez que los niños llegan a la adolescencia.

    Los aspectos de la materia blanca que muestran una relación con el entorno en la primera infancia están mucho más presentes en el cerebro de lo que pensábamos. En lugar de ser solo uno o dos tractos importantes para la cognición, todo el cerebro está relacionado con las adversidades que una persona puede experimentar en sus primeros años de vida, puntualiza Carozza.

    El equipo estudió datos de 9082 niños (aproximadamente la mitad niñas, con una edad promedio de 9,5 años) recopilados en el estudio sobre el Desarrollo Cognitivo del Cerebro Adolescente (ABCD). Este estudio, financiado por los Institutos Nacionales de la Salud y realizado en 21 centros de Estados Unidos, recopiló información sobre la actividad y la estructura cerebral, las capacidades cognitivas, el entorno, el estado de ánimo y la salud mental.

DIFERENCIAS EN LAS CONEXIONES DE LA SUSTANCIA BLANCA

Los investigadores analizaron diversas categorías de factores ambientales tempranos, como factores de riesgo prenatales, adversidades interpersonales, privaciones económicas familiares, adversidades vecinales y factores de resiliencia social.

    Carozza y Dhand utilizaron imágenes de difusión cerebral para medir la anisotropía fraccional (AF), una forma de estimar la integridad de las conexiones de la sustancia blanca, y el recuento de líneas de corriente, una estimación de su fuerza. Posteriormente, utilizaron un modelo computacional para comparar la relación entre estas características de la sustancia blanca, tanto con los factores ambientales de la infancia como con las capacidades cognitivas actuales, como el lenguaje y el cálculo mental.

    Su análisis reveló diferencias generalizadas en las conexiones de la sustancia blanca en todo el cerebro, según el entorno de los niños en sus primeros años de vida. En particular, los investigadores encontraron una menor calidad de las conexiones de la sustancia blanca en las partes del cerebro relacionadas con el cálculo mental y el lenguaje receptivo. Estas diferencias en la sustancia blanca explicaron parte de la relación entre las experiencias vitales adversas en la primera infancia y un menor rendimiento cognitivo en la adolescencia.

EL ESTUDIO SE BASA EN DATOS OBSERVACIONALES

    "Todos estamos inmersos en un entorno, y las características de ese entorno, como nuestras relaciones, nuestra vida familiar, nuestro vecindario o nuestras circunstancias materiales, pueden moldear el crecimiento de nuestro cerebro y nuestro cuerpo, lo que a su vez afecta lo que podemos hacer con ellos", apunta Carozza.

"Debemos trabajar para asegurar que más personas puedan tener una vida familiar estable y saludable como la que el cerebro espera, especialmente en la infancia", añade.

    Los investigadores señalan que su estudio se basa en datos observacionales, lo que significa que no pueden extraer conclusiones causales sólidas. Además, las imágenes cerebrales solo estaban disponibles en un momento dado, lo que ofrece una instantánea, pero no permite a los investigadores rastrear los cambios a lo largo del tiempo. Se necesitarían estudios prospectivos -que sigan a los niños a lo largo del tiempo y recopilen información de imágenes cerebrales en múltiples momentos- para establecer una conexión más definitiva entre la adversidad y el rendimiento cognitivo.

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