MADRID, 4 Mar. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio señala que las tasas de obesidad se dispararán y se prevé que uno de cada seis niños y adolescentes del mundo sea obeso en 2050; por este motivo, ante los aumentos significativos en los próximos cinco años, los investigadores subrayan que una acción urgente ahora podría cambiar el rumbo de la crisis de salud pública.
La investigación, dirigida por el Instituto de Investigación Infantil Murdoch (MCRI) (Australia) y publicada en 'The Lancet', concluye que un tercio de los niños y adolescentes tendrán sobrepeso (385 millones) u obesidad (360 millones) en los próximos 25 años. El pronóstico equivale a 356 millones de niños de entre 5 y 14 años y 390 millones de entre 15 y 24 años, y uno de cada seis se enfrentará a la obesidad.
La tasa mundial de obesidad en personas de entre 5 y 24 años se triplicó entre 1990 y 2021, aumentando un 244% hasta alcanzar los 174 millones, lo que indica que los enfoques actuales para frenar el aumento de la obesidad han fracasado ante una generación de jóvenes. En 2021, 493 millones de niños y adolescentes tenían sobrepeso u obesidad.
La doctora Jessica Kerr del MCRI destaca que, si no se desarrollan planes de acción quinquenales inmediatos, el futuro será sombrío para nuestra juventud. "Los niños y adolescentes siguen siendo una población vulnerable en el contexto de la epidemia de obesidad", insiste. La prevención es fundamental, ya que la obesidad rara vez desaparece después de la adolescencia.
"Esta carga gigante no solo le costará miles de millones al sistema de salud y a la economía, sino que las complicaciones asociadas con un índice de masa corporal (IMC) alto, que incluyen diabetes, cáncer, problemas cardíacos, problemas respiratorios, problemas de fertilidad y problemas de salud mental, afectarán negativamente a nuestros niños y adolescentes ahora y en el futuro, e incluso podrían afectar el riesgo de obesidad y la calidad de vida de nuestros nietos en las próximas décadas.
"A pesar de que estos hallazgos indican fallas sociales monumentales y una falta de acción global coordinada a lo largo de todo el período de desarrollo para reducir la obesidad, nuestros resultados brindan optimismo respecto de que esta trayectoria se puede evitar si se toman medidas antes de 2030".
El análisis, publicado en el Día Mundial de la Obesidad, utilizó el Estudio de Carga Mundial de Enfermedades, Lesiones y Factores de Riesgo de 2021 dirigido por el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud para estimar los últimos niveles y pronósticos de sobrepeso y obesidad en 204 países y territorios. Se prevé que los Emiratos Árabes Unidos, las Islas Cook, Nauru y Tonga tendrán la prevalencia más alta, mientras que China, Egipto, India y Estados Unidos tendrán el mayor número de niños y adolescentes con obesidad en 2050.
A nivel mundial, habrá más niños de 5 a 14 años con obesidad que con sobrepeso en 2050. "Sin una reforma política urgente, la transición hacia la obesidad será particularmente rápida en el norte de África, Oriente Medio, América Latina y el Caribe, donde el aumento coincide con grandes cifras de población y recursos limitados", subraya Kerr.
"Muchas regiones han tenido que centrarse históricamente en prevenir la desnutrición y el retraso del crecimiento en los niños. Para evitar una emergencia de salud pública a raíz de esta nueva amenaza, un imperativo inmediato debería ser la creación de encuestas nacionales de vigilancia de la obesidad en niños y adolescentes en todos los países".
Kerr señalan que las adolescentes mayores, de entre 15 y 24 años de edad que ingresan a sus años reproductivos, eran una población prioritaria para la intervención. "Las adolescentes obesas son un objetivo principal si queremos evitar la transmisión intergeneracional de la obesidad, las enfermedades crónicas y los enormes costos financieros y sociales que esto conlleva a las generaciones futuras", expone. "Dado que este grupo de edad está cada vez más fuera de la escuela y es atendido por servicios para adultos, necesitamos centrar las intervenciones a nivel comunitario y comercial".
La profesora del MCRI Susan Sawyer agrega que los gobiernos necesitan invertir en estrategias multicomponentes que reduzcan los factores que impulsan la obesidad, en los alimentos y bebidas, la actividad, el estilo de vida y el entorno construido "Si bien las personas y las familias pueden trabajar para equilibrar su actividad física, su dieta y su sueño, todo en nuestro entorno trabaja para contrarrestar estos esfuerzos", señala.
"Dado este enorme cambio global en el peso de los niños y adolescentes, ya no podemos seguir culpando a las personas por sus decisiones. Exigimos que los gobiernos den un paso adelante abordando intervenciones regulatorias, como la imposición de impuestos a las bebidas azucaradas, la prohibición de la publicidad de comida basura dirigida a niños y jóvenes y la financiación de comidas saludables en las escuelas primarias y secundarias. También debemos considerar los beneficios de políticas más amplias, como la revisión de la planificación urbana para fomentar estilos de vida activos".