MADRID 23 Ene. (EUROPA PRESS) -
Las naciones deben comenzar a probar y regular las sustancias y productos químicos tan de cerca como los sistemas actuales que protegen los medicamentos recetados o corren el riesgo de aumentar las tasas de enfermedades crónicas entre los niños, según un informe del 'New England Journal of Medicine' elaborado por un grupo de expertos de la Universidad de Boston (Estados Unidos) que escriben como el Consorcio para la Salud Ambiental Infantil.
Se estima que los inventarios mundiales de sustancias químicas contienen unos 350.000 productos, como productos químicos manufacturados, mezclas químicas y plásticos. A pesar de los riesgos de contaminación ambiental y exposición humana, la fabricación de productos químicos sintéticos y plásticos está sujeta a restricciones legales o políticas insuficientes.
Ese vacío regulatorio debe ser reemplazado por nuevas leyes que prioricen la protección de la salud por sobre la producción desenfrenada de químicos y plásticos, según los coautores, entre quienes se encuentran el epidemiólogo del Boston College Philip Landrigan, el especialista en derecho ambiental David Wirth, el biólogo Thomas Chiles y el epidemiólogo Kurt Straif.
"Según las nuevas leyes, no se debería presumir que las sustancias químicas son inocuas hasta que se demuestre que son nocivas para la salud", advierten los autores. "En cambio, se debería permitir que las sustancias químicas y los productos a base de sustancias químicas ingresen y permanezcan en los mercados solo si sus fabricantes pueden demostrar mediante pruebas rigurosas e independientes previas a la comercialización que no son tóxicas a los niveles de exposición previstos".
Además, los autores afirman que los fabricantes de productos químicos y las marcas que comercializan dichos productos deberían estar obligados a controlar sus productos una vez lanzados al mercado, de la misma manera que se controla los medicamentos recetados para evaluar los posibles efectos negativos a largo plazo para la salud.
El llamado a la acción es el resultado de un proyecto de dos años de duración realizado por un grupo de los científicos independientes más confiables del mundo, de 17 instituciones científicas de alto perfil de Estados Unidos y Europa. El informe fue elaborado para permitir un enfoque coordinado para reducir los niveles cada vez mayores de enfermedades crónicas que enfrentan los niños en todo el mundo.
La mayoría de los productos químicos sintéticos y sus derivados se producen a partir de combustibles fósiles (gas, petróleo y carbón). La producción se ha multiplicado por 50 desde 1950 y se prevé que vuelva a triplicarse para 2050. La contaminación ambiental y la exposición humana a ellos están muy extendidas. Sin embargo, la fabricación de productos químicos y plásticos sintéticos está sujeta a pocas restricciones legales o normativas. A diferencia de los productos farmacéuticos, los productos químicos sintéticos se comercializan sin apenas evaluación previa de sus efectos sobre la salud y prácticamente sin vigilancia posterior a la comercialización para detectar efectos adversos a largo plazo.
En este contexto, se ha comprobado la toxicidad de menos del 20 por ciento de estas sustancias químicas, y menos aún sus efectos tóxicos en bebés y niños. Se siguen descubriendo con alarmante frecuencia asociaciones entre sustancias químicas de uso generalizado y enfermedades en niños, y es probable que existan otros vínculos aún desconocidos.
Para proteger la salud de los niños frente a los productos químicos sintéticos manufacturados, según los autores, será necesario un cambio fundamental en la legislación química que adopte un enfoque más precautorio y priorice la protección de la salud frente a la producción sin restricciones de productos químicos sintéticos y plásticos, específicamente.
Esto debe de pasar por: nuevas leyes que exigen que los productos químicos sean sometidos a pruebas de seguridad y toxicidad antes de que se les permita entrar en los mercados; huella química obligatoria, que funciona de manera muy similar a su primo más conocido, la huella de carbono; productos químicos más seguros, reducción de la dependencia de materias primas de carbono fósil, desarrollo de un conjunto diverso de moléculas y procesos de fabricación más seguros y sostenibles; reforma de políticas, creación de un nuevo paradigma jurídico para la gestión de sustancias químicas a nivel nacional y un nuevo tratado mundial sobre sustancias químicas.
"La contaminación por productos químicos sintéticos y plásticos es uno de los grandes desafíos planetarios de nuestro tiempo. Está empeorando rápidamente. El aumento continuo y descontrolado de la producción de productos químicos basados ??en carbono fósil pone en peligro a los niños del mundo y amenaza la capacidad de reproducción de la humanidad", concluye el autor principal del estudio, Landrigan, director del Observatorio de Salud Planetaria del Boston College.