Experta asegura que la depresión post-ictus está relacionado con mayor mortalidad
MADRID 25 Oct. (EUROPA PRESS) -
La depresión post-ictus es un factor de mal pronóstico funcional largo plazo en pacientes con ictus, según señala la jefa de Servicio de Neurología en el Complejo Hospitalario Universitario A Coruña, la doctora Mar Castellanos, quién asegura que "se relaciona también con mayor mortalidad".
Asimismo, sostiene que "la depresión es un factor claramente relacionado con la menor respuesta a la rehabilitación en estos pacientes". Por este motivo, señala que "el tratamiento de la depresión es importante, ya que se ha demostrado que el pronóstico funcional de los pacientes que reciben tratamiento antidepresivo es mejor".
Según apunta la Sociedad Española de Neurología (SEN), de 110.000 personas que sufren un ictus al año, hasta el 50 por ciento acabará desarrollando depresión, siendo esta el trastorno afectivo más frecuente tras un ictus, según afirman diversos estudios.
Más del 50 por ciento de los casos, no se diganostican ni se tratan. El 25 por ciento de supervivientes a un ictus fue diagnosticado de depresión en los 2 años siguientes a sufrirlo y se estima que casi el 55 por ciento de quienes han tenido un ictus desarrollará depresión en algún momento.
Además, la depresión post-ictus se caracteriza por la presencia de síntomas afectivos como la disminución de la reactividad emocional, anhedonia y retraimiento social. Los síntomas somáticos más significativos pasan por la fatiga, estreñimiento, anorexia, trastornos del ritmo sueño-vigilia y disminución de la libido, mientras que la sintomatología cognitiva se manifiesta en la dificultad para concentrarse, sentimientos de desesperanza, culpa, inutilidad y alucinaciones.
"Ante la relación entre la depresión y su impacto negativo en la calidad de vida de pacientes con ictus, esta enfermedad debería diagnosticarse y tratarse de forma adecuada. Es importante, sin embargo, tener en cuenta que el diagnóstico puede ser difícil debido a que los síntomas de depresión en pacientes con ictus no son muchas veces los síntomas habituales de depresión en un paciente sin ictus y porque, en ocasiones, las propias secuelas del ictus actúan como factor confusor de los propios síntomas de la depresión", asegura la experta.
Por último, se recomienda abordar el tratamiento de este trastorno desde un enfoque multidisciplinar en el marco de las enfermedades neurológicas, como es el caso del ictus, pero los neurólogos deben reconocer los síntomas, realizar un diagnóstico e iniciar la terapia de forma precoz, tal y como se pone de manifiesto en la revisión publicada en Brain Sciences, "Depresión en las principales enfermedades neurodegenerativas e ictus. Una revisión crítica de las similitudes y diferencias entre trastornos neurológicos".