MADRID 14 Nov. (EUROPA PRESS) -
La diabetes es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular y, cuando ya se ha producido alguna lesión como consecuencia de la enfermedad, es clave diagnosticarla lo antes posible con el objetivo de limitar su daño, corregirlo y disminuir posibles limitaciones residuales.
Así lo ha asegurado Andrés Salazar Álvarez, del Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Quirónsalud San José, que recuerda que esto es lo que sucede con el diagnóstico precoz de las lesiones en la arteria carótida, que irriga el cerebro, o de las arterias tibiales, en el caso de las piernas.
Además, y ante el Día Mundial de la Diabetes que se celebra este lunes, 14 de noviembre, este experto ha destacado la importancia de mantener un control estricto de los valores de azúcar en sangre o glucemia (y de los demás factores antes mencionados) para la población en general, sobre todo si se logra antes de que se produzca un daño, lo que se conoce como prevención primaria.
Junto a la hipertensión, el colesterol elevado y el tabaquismo, la diabetes es una de las principales causas de arteriosclerosis, una patología sistémica que produce cambios en las paredes de las arterias y ocasiona una obstrucción parcial o total de las mismas con la consiguiente disminución de la irrigación de sangre oxigenada a tejidos y órganos.
"Si el territorio afectado es el coronario, por ejemplo, se corre el riesgo de desarrollar un infarto de miocardio; si fuese el tejido cerebral, un "ictus" o accidente cerebrovascular; si fuese de el de las extremidades, necrosis distal (conocida popularmente como gangrena); y así sucesivamente", ha explicado.
Por otro lado, este experto también ha recordado que en estos pacientes las glucemias elevadas por largos periodos de tiempo tienen un efecto deletéreo sobre los nervios del pie, donde empiezan por afectar a los nervios sensitivos haciendo a estos tejidos insensibles a las vibraciones y el dolor. Este detalle, que puede parecer poco importante, es la principal causa de las lesiones.
"Una persona con un pie sano es capaz de detectar inmediatamente una piedra o una rozadura en el zapato, por lo que corrige esta circunstancia y evita daños; mientras que un pie insensible puede caminar kilómetros y kilómetros en estas condiciones, empeorando cada vez más las lesiones antes de percatarse si quiera de que se tienen", ha explicado el cirujano vascular.
Por otro lado, también se ven afectados los nervios que dan el tono correcto a los músculos del pie para que tengan una forma apropiada. Como consecuencia, el pie tiende con el tiempo a deformarse (aplanarse) y a desarrollar puntos de apoyo anormales, que a su vez favorecen la aparición de hiperqueratosis (callosidades) y lesiones.