MADRID, 19 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio concluye que la exposición a las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoradas (PFA), un grupo amplio y diverso de sustancias químicas industriales que se encuentran en muchos productos de uso cotidiano, se asocia con un mayor riesgo de desarrollar diabetes en las mujeres de mediana edad.
El estudio, realizado por el doctor Sung Kyun Park y sus colegas del Departamento de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan (Estados Unidos), se publica en 'Diabetologia', la revista de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD).
Los PFA son un grupo de más de 4.700 sustancias químicas sintéticas, desarrolladas por primera vez en la década de 1940 y que se utilizan ampliamente en la industria, así como en productos de consumo, como los utensilios de cocina antiadherentes, los revestimientos hidrófugos y antimanchas, los envases de alimentos, las alfombras, la espuma contra incendios e incluso los cosméticos.
Su estructura molecular se basa en una cadena enlazada de átomos de carbono con uno o más átomos de flúor unidos, y la extrema estabilidad de esos enlaces carbono-flúor hacen que los PFA sean muy resistentes a la descomposición. Esta durabilidad hace que los PFA persistan y se acumulen en el medio ambiente, así como en el cuerpo de los seres humanos y los animales, donde pueden permanecer durante años, lo que hace que se les denomine "sustancias químicas para siempre".
Su ubicuidad y persistencia tanto en el medio ambiente como en el cuerpo humano ha hecho que la exposición a los PFA se convierta en un grave problema de salud pública, lo que ha dado lugar a restricciones e incluso a la prohibición de su uso.
Una revisión reciente de los posibles efectos de estas sustancias químicas sobre la salud sugiere que la exposición a algunas de ellas puede estar asociada a la preeclampsia, a la alteración de los niveles de enzimas hepáticas, al aumento de las grasas en la sangre, a la disminución de la respuesta de los anticuerpos a las vacunas y al bajo peso al nacer, aunque todavía no se han establecido relaciones causales.
Muchos PFA tienen estructuras moleculares que se asemejan a las de los ácidos grasos naturales, por lo que tienen propiedades químicas y efectos similares en el cuerpo humano. Los ácidos grasos actúan sobre una clase de moléculas proteicas que se encuentran en las células llamadas receptores activados por el proliferador de peroxisomas (PPAR), que actúan como sensores de grasa e insulina y son los principales reguladores de la formación y el desarrollo de nuevos adipocitos (células grasas), así como del control de los niveles de grasa y glucosa del organismo.
Los estudios experimentales con cultivos celulares sugieren que la exposición a los altos niveles de PFA que se encuentran en algunos seres humanos puede interferir con la función de los PPAR, lo que lleva a un aumento de la producción de células grasas, cambios en el metabolismo de las grasas y los azúcares, y respuestas inflamatorias anormales.
El grupo de muestra para el estudio se seleccionó del Study of Women's Health Across the Nation (SWAN), un estudio de cohortes prospectivo, multiétnico y basado en la comunidad, que se está llevando a cabo en mujeres de mediana edad para caracterizar la transición menopáusica y su asociación con puntos finales de salud posteriores. Un total de 3302 participantes premenopáusicas de entre 42 y 52 años de edad que cumplían los criterios de selección para el SWAN fueron reclutadas en siete lugares de Estados Unidos, rante 1996-1997, y se les realizó un examen clínico de referencia que se repitió anualmente.
El estudio SWAN-Multicontaminantes (SWAN-MPS) se inició en 2016 para evaluar el papel de los contaminantes ambientales en las enfermedades crónicas durante y después de la transición menopáusica. Analizó las muestras de sangre y orina almacenadas de 1400 de las participantes en el estudio, que habían sido recogidas por SWAN a partir del tercer seguimiento (1999-2000). Se analizaron para detectar la presencia de sustancias químicas ambientales, entre ellas siete PFA.
Tras excluir a las mujeres que tenían diabetes en la línea de base de SWAN-MPS, así como a las participantes de las que no se disponía de datos suficientes, los autores se quedaron con una muestra final de 1.237 mujeres con una edad media de 49,4 años que habían sido controladas desde 1999-2000 hasta 2017.
Durante los 17.005 años-persona de seguimiento se produjeron 102 casos de diabetes incidente: una tasa de 6 casos por 1000 años-persona. En comparación con los participantes que permanecieron libres de la enfermedad, los que desarrollaron diabetes eran más propensos a ser negros, del sureste de Michigan (una zona más desfavorecida socioeconómicamente), menos educados, menos activos físicamente, tener una mayor ingesta de energía y un mayor IMC al inicio.
Los autores observaron que: "las mayores concentraciones séricas de ciertos PFA se asociaron con un mayor riesgo de diabetes incidente en mujeres de mediana edad". También señalan: que "los efectos conjuntos de las mezclas de PFA fueron mayores que los de los PFA individuales, lo que sugiere un posible efecto aditivo o sinérgico de múltiples PFA en el riesgo de diabetes".
Las concentraciones séricas de PFA se clasificaron en grupos de exposición alta/media/baja (tertiles), y se calculó un cociente de riesgo (HR) para la diabetes incidente comparando la tasa de incidencia en los tertiles "altos" o "medios" con la del tertil más bajo (grupo de referencia).
El equipo descubrió que la exposición combinada a los siete PFA diferentes tenía una asociación más fuerte con el riesgo de diabetes que la observada con los compuestos individuales. Las mujeres que se encontraban en el tertil "alto" de los siete tenían 2,62 veces más probabilidades de desarrollar diabetes que las que se encontraban en la categoría "baja", mientras que el aumento del riesgo asociado a cada uno de los PFA oscilaba entre el 36% y el 85%, lo que sugiere un posible efecto aditivo o sinérgico de los múltiples PFA sobre el riesgo de diabetes.
La fuerza de la asociación entre la exposición combinada y las tasas de diabetes incidentes también sugiere que los PFA pueden tener impactos clínicos sustanciales en el riesgo de diabetes. Los autores señalan que el riesgo 2,62 veces mayor era aproximadamente equivalente a la magnitud de tener sobrepeso u obesidad (IMC entre 25 kg/m2 y 30 kg/m2) en comparación con tener un peso normal (IMC inferior a 25 kg/m2), e incluso mayor que el de los fumadores actuales frente a los nunca fumadores observado en su población de estudio.
"Dada la amplia exposición a los PFA en la población general, el beneficio esperado de la reducción de la exposición a estas sustancias químicas ubicuas podría ser considerable", subrayan.
Estos resultados sugieren que los PFA pueden ser un importante factor de riesgo para la diabetes y tener un impacto sustancial en la salud pública.
Los autores concluyen que "la reducción de la exposición a estas 'sustancias químicas para siempre y en todas partes', incluso antes de entrar en la mediana edad, puede ser un enfoque preventivo clave para reducir el riesgo de diabetes. Los cambios de política en torno al agua potable y los productos de consumo podrían evitar la exposición de toda la población".
Recuerdan que las regulaciones que se centran en unos pocos compuestos específicos pueden ser ineficaces y que los PFA persistentes pueden necesitar ser regulados como una "clase". Por último, señalan que los médicos deben ser conscientes de que los PFAS son factores de riesgo no reconocidos para la diabetes y estar preparados para asesorar a los pacientes sobre las fuentes de exposición y los posibles efectos sobre la salud.