MADRID 21 Abr. (EUROPA PRESS) -
Mantener los ojos enfocados en lo que alcanzamos puede parecer sencillo, pero, de hecho, se debe a un complejo proceso neurológico que implica una intrincada sincronización y coordinación. En un estudio publicado en la revista 'Nature', un equipo de investigadores arroja luz adicional sobre las maquinaciones que garantizan que no desviemos la mirada hacia donde estamos alcanzando.
El trabajo se centra en una forma de coordinación de la mirada y el alcance denominada 'anclaje de la mirada', es decir, la interrupción temporal de los movimientos oculares para coordinar los alcances.
"Nuestros resultados muestran que anclamos nuestra mirada al objetivo del movimiento de alcance, por lo que miramos a ese objetivo durante períodos más largos --explica Bijan Pesaran, profesor del Centro de Ciencias Neurales de la NYU y uno de los autores del trabajo--. Esto es lo que hace que nuestros alcances sean mucho más precisos. La gran pregunta ha sido: ¿Cómo orquesta el cerebro este tipo de comportamiento natural?".
El estudio, realizado con Maureen Hagan, neurocientífica de la Universidad australiana de Monash, explora el proceso de anclaje de la mirada, estudiado con frecuencia pero no bien comprendido, en concreto, cómo se comunican entre sí las distintas regiones del cerebro.
Para examinar este fenómeno, los científicos estudiaron la actividad cerebral en las regiones del brazo y del movimiento del ojo del cerebro al mismo tiempo que los primates no humanos realizaban una secuencia de movimientos del ojo y del brazo.
El primer movimiento era una mirada y un alcance coordinados hacia un objetivo. A continuación, apenas 10 milisegundos después, se presentó un segundo objetivo que los sujetos debían mirar lo más rápidamente posible. Este segundo movimiento ocular reveló el efecto de anclaje de la mirada.
Estos movimientos son similares a los que se realizan cuando se cambia de radio mientras se conduce y se atiende a un semáforo: si se desvía rápidamente la mirada de la radio hacia el semáforo, es posible que no se seleccione el canal correcto.
Sus resultados mostraron que, durante el anclaje de la mirada, las neuronas de la parte del cerebro -la región parietal del alcance- que se utiliza para el alcance trabajan para inhibir la actividad neuronal de la parte del cerebro -la región parietal de la sacada- que se utiliza para los movimientos oculares.
Esta supresión de la actividad neuronal sirve para inhibir el movimiento ocular, manteniendo los ojos centrados en el objetivo de nuestro alcance, lo que mejora la precisión de lo que estamos agarrando.
Los científicos señalan que los efectos están relacionados con los patrones de las ondas cerebrales de 15 a 25 Hz, llamadas ondas beta, que organizan los disparos neuronales en las diferentes regiones del cerebro.
"Las ondas beta se han relacionado anteriormente con la atención y la cognición, y este estudio revela cómo la actividad beta puede controlar los mecanismos cerebrales inhibitorios para coordinar nuestro comportamiento natural", explica Pesaran.
Al aclarar aún más los procesos neurológicos de la mirada y el alcance coordinados, vinculándolos a las ondas beta inhibitorias, este estudio ofrece la posibilidad de comprender mejor las afecciones de la atención y el control ejecutivo que orquestan comportamientos naturales como la mirada y el alcance coordinados.