¿El fin del IMC para medir la obesidad? Descubre los nuevos criterios de diagnóstico

Archivo - Báscula - FCAFOTODIGITAL/ ISTOCK - ARCHIVO

   MADRID, 15 Ene. (EdIZIONES) -

   Una comisión global respaldada por más de 75 organizaciones médicas de todo el mundo presenta un enfoque novedoso y matizado para diagnosticar la obesidad, basado en otras medidas de exceso de grasa corporal además del índice de masa corporal (IMC), y signos y síntomas objetivos de mala salud a nivel individual.

   La propuesta, publicada en 'The Lancet Diabetes & Endocrinology', tiene por objeto abordar las limitaciones de la definición y el diagnóstico tradicionales de la obesidad, que dificultan la práctica clínica y las políticas sanitarias, y que hacen que las personas obesas no reciban la atención que necesitan.

    Al proporcionar un marco médicamente coherente para el diagnóstico de la enfermedad, la Comisión también pretende resolver la controversia en curso en torno a la idea de la obesidad como enfermedad, que ha estado en el centro de uno de los debates más controvertidos y polarizadores de la medicina moderna.

   "La cuestión de si la obesidad es una enfermedad es errónea porque presupone un escenario improbable de todo o nada en el que la obesidad siempre es una enfermedad o nunca lo es. Sin embargo, la evidencia muestra una realidad más matizada. Algunas personas con obesidad pueden mantener la función normal de los órganos y la salud general, incluso a largo plazo, mientras que otras muestran signos y síntomas de una enfermedad grave aquí y ahora", afirma el presidente de la Comisión, el profesor Francesco Rubino, del King's College de Londres (Reino Unido).

   Considerar la obesidad solo como un factor de riesgo, y nunca como una enfermedad, puede negar injustamente el acceso a la atención urgente a las personas que padecen problemas de salud debido únicamente a la obesidad. Por otro lado, una definición general de la obesidad como una enfermedad puede dar lugar a un sobrediagnóstico y un uso injustificado de medicamentos y procedimientos quirúrgicos, con posibles daños para el individuo y costos asombrosos para la sociedad.

    "Nuestro replanteamiento reconoce la realidad matizada de la obesidad y permite una atención personalizada. Esto incluye el acceso oportuno a tratamientos basados en evidencia para personas con obesidad clínica, según corresponda a las personas que padecen una enfermedad crónica, así como estrategias de gestión de reducción de riesgos para aquellas personas con obesidad preclínica, que tienen un mayor riesgo de salud, pero no una enfermedad persistente. Esto facilitará una asignación racional de los recursos de atención médica y una priorización justa y médicamente significativa de las opciones de tratamiento disponibles", añade.

   Se estima que actualmente más de mil millones de personas en el mundo viven con obesidad, por lo que la propuesta de la Comisión ofrece una oportunidad para que los sistemas de salud de todo el mundo adopten una definición universal y clínicamente relevante de la obesidad y un método más preciso para su diagnóstico.

Parte del problema se debe a que la obesidad se define actualmente por el IMC, y un IMC de más de 30 kg/m2 se considera un indicador de obesidad para las personas de ascendencia europea. También se utilizan diferentes puntos de corte de IMC específicos de cada país para tener en cuenta la variabilidad étnica del riesgo relacionado con la obesidad. Aunque el IMC es útil para identificar a las personas con mayor riesgo de problemas de salud, la Comisión destaca que el IMC no es una medida directa de la grasa, no refleja su distribución por el cuerpo y no proporciona información sobre la salud y la enfermedad a nivel individual.

   "Basarse únicamente en el IMC para diagnosticar la obesidad es problemático, ya que algunas personas tienden a almacenar un exceso de grasa en la cintura o en los órganos y sus alrededores, como el hígado, el corazón o los músculos, y esto se asocia a un mayor riesgo para la salud en comparación con cuando el exceso de grasa se almacena justo debajo de la piel en los brazos, las piernas o en otras zonas del cuerpo", detalla el profesor Robert Eckel, del Campus Médico Anschutz de la Universidad de Colorado (EEUU).

   Así, si bien reconocer el IMC es útil como herramienta de detección para identificar a las personas que posiblemente padezcan obesidad, los autores recomiendan dejar de detectar la obesidad basándose únicamente en el IMC.

¿QUÉ SE RECOMIENDA?

En su lugar, recomiendan confirmar el exceso de masa grasa (obesidad) y su distribución por el cuerpo utilizando uno de los siguientes métodos: Al menos una medición del tamaño corporal (circunferencia de la cintura, índice cintura-cadera o índice cintura-altura) además del IMC.

   Al menos dos mediciones del tamaño corporal (circunferencia de la cintura, índice cintura-cadera o índice cintura-altura) independientemente del IM. Medición directa de la grasa corporal (como por ejemplo mediante una densitometría ósea o DEXA) independientemente del IMC. En personas con un IMC muy alto (por ejemplo, >40 kg/m2 ) se puede asumir pragmáticamente que hay exceso de grasa corporal.

   Por otra parte, el informe propone dos nuevas categorías de obesidad: 'obesidad clínica' y 'obesidad preclínica'. La obesidad clínica se define como un estado de obesidad asociado con signos objetivos y/o síntomas de función orgánica reducida o capacidad significativamente reducida para realizar actividades cotidianas estándar, como bañarse, vestirse, comer y mantener la continencia, debido directamente al exceso de grasa corporal. Las personas con obesidad clínica deben considerarse como portadoras de una enfermedad crónica en curso y deben recibir el tratamiento y la atención adecuados.

   La misma estaría relacionado con los siguientes síntomas: dificultad para respirar causada por los efectos de la obesidad en los pulmones; insuficiencia cardíaca inducida por la obesidad; dolor de rodilla o cadera, con rigidez de las articulaciones y reducción del rango de movimiento como efecto directo del exceso de grasa corporal en las articulaciones; ciertas alteraciones de los huesos y las articulaciones en niños y adolescentes que limitan el movimiento; otros signos y síntomas causados por la disfunción de otros órganos, incluidos los riñones, las vías respiratorias superiores, los órganos metabólicos, los sistemas nervioso, urinario y reproductivo y el sistema linfático en las extremidades inferiores

   Por otra parte, la obesidad preclínica es una condición de obesidad con función orgánica normal. Por lo tanto, las personas que viven con obesidad preclínica no padecen una enfermedad crónica, aunque tienen un riesgo variable pero generalmente mayor de desarrollar obesidad clínica y otras enfermedades no transmisibles (ENT) en el futuro, incluidas la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y las enfermedades mentales, entre otras.

Por lo tanto, se les debe brindar apoyo para reducir el riesgo de enfermedades potenciales. Las personas que padecen obesidad preclínica corren el riesgo de padecer enfermedades en el futuro, pero no sufren complicaciones de salud a largo plazo debido al exceso de grasa corporal. Por lo tanto, el enfoque de su atención debe apuntar a la reducción del riesgo. Dependiendo del nivel de riesgo individual, esto puede requerir solo asesoramiento y seguimiento de la salud a lo largo del tiempo, o tratamiento activo si es necesario para reducir niveles de riesgo sustancialmente altos.

   Asimismo, el nuevo enfoque de la obesidad por parte de la Comisión está diseñado para garantizar que todas las personas que viven con obesidad reciban asesoramiento sanitario adecuado y atención basada en evidencia cuando sea necesario, con diferentes estrategias para la obesidad clínica y la obesidad preclínica.