MADRID 18 Nov. (EUROPA PRESS) -
Los pacientes con una forma específica de degeneración macular asociada a la edad (DMAE), una de las principales causas de ceguera, tienen también muchas probabilidades de sufrir daños cardíacos subyacentes por insuficiencia cardíaca e infartos, una valvulopatía cardíaca avanzada o una enfermedad de la arteria carótida asociada a ciertos tipos de accidentes cerebrovasculares, según un nuevo estudio del New York Eye and Ear Infirmary of Mount Sinai, en Estados Unidos.
Esta investigación, publicada en la revista 'BMJ Open Ophthalmology', es la primera que identifica qué tipos de enfermedades cardiovasculares y de la arteria carótida de alto riesgo están relacionadas con el trastorno ocular. Los hallazgos podrían impulsar un aumento de las pruebas de detección para salvar la visión, diagnosticar enfermedades cardíacas no detectadas y prevenir eventos cardiovasculares adversos.
"Por primera vez, hemos podido relacionar estas enfermedades cardiovasculares específicas de alto riesgo con una forma concreta de DMAE, la que presenta depósitos drusenoides subretinianos (DDS)", explica el autor principal, el doctor R. Theodore Smith, catedrático de Oftalmología de la Facultad de Medicina Icahn del Mount Sinaí.
"Este estudio es el primer vínculo sólido entre la principal causa de ceguera, la DMAE, y las enfermedades cardíacas, la principal causa de muerte en todo el mundo --destaca--. Además, también tenemos pruebas sólidas de lo que ocurre en realidad: el suministro de sangre al ojo se ve directamente disminuido por estas enfermedades, ya sea por un daño cardíaco que disminuye el suministro de sangre en todo el cuerpo, o por una arteria carótida bloqueada que impide directamente el flujo de sangre al ojo".
Explica que "un suministro deficiente de sangre puede causar daños en cualquier parte del cuerpo, y con estas enfermedades específicas, la retina destruida y los restos de SDD son ese daño. El daño en la retina significa la pérdida de la visión y puede llevar a la ceguera", recuerda.
La DMAE es la principal causa de discapacidad visual y ceguera en personas mayores de 65 años, y es el resultado de un daño en la zona central de la retina llamada mácula, responsable de la visión para leer y conducir.
Una de las principales formas de DMAE temprana consiste en pequeños depósitos de colesterol amarillo llamados drusas, que se forman bajo una parte de la retina llamada epitelio pigmentario de la retina (EPR). Pueden privar a la retina de sangre y oxígeno, provocando la pérdida de visión. La formación de drusas puede ralentizarse con una suplementación vitamínica adecuada.
La otra forma principal de DMAE temprana, los depósitos drusenoides subretinianos (SDD), son menos conocidos y su detección requiere imágenes retinianas de alta tecnología. Estos depósitos contienen una forma diferente de colesterol y se forman por encima del EPR y justo debajo de las células de la retina sensibles a la luz, donde se producen los daños y se pierde la visión.
No se conoce ningún tratamiento para los SDD. El doctor Smith y un equipo de investigadores del Mount Sinaí descubrieron inicialmente que los pacientes con enfermedades cardiovasculares o accidentes cerebrovasculares eran más propensos a padecer SDD. Esa investigación, la primera de su clase, se publicó en el número de julio de Retina. Este nuevo estudio amplía ese trabajo anterior, observando una población de pacientes más amplia, e identifica las formas graves específicas de enfermedad cardíaca y de la arteria carótida que causaron los SDD de la DMAE.
Los investigadores analizaron los ojos de 200 pacientes con DMAE con imágenes de la retina para determinar qué pacientes tenían SDD. Los pacientes respondieron a un cuestionario sobre su historial de enfermedades cardiovasculares. De los 200 pacientes, 97 tenían SDD y 103 sólo tenían drusas.
Cuarenta y siete de los 200 tenían una enfermedad cardíaca grave (19 tenían daños cardíacos por insuficiencia cardíaca o infarto, 17 una enfermedad valvular grave y 11 un accidente cerebrovascular derivado de la arteria carótida).
Cuarenta de los 47 (el 86%) tenían SDD. En cambio, de los 153 pacientes con DMAE que no padecían estas enfermedades graves, 57 tenían SDD (43%). Los investigadores concluyeron que los pacientes con DMAE que padecían estas enfermedades cardiovasculares graves e ictus tenían nueve veces más probabilidades de sufrir SDD que los que no las padecían.
"Este trabajo demuestra el hecho de que los oftalmólogos pueden ser los primeros médicos en detectar la enfermedad sistémica, especialmente en pacientes asintomáticos", destaca el coinvestigador Richard B. Rosen, Jefe del Servicio de Retina del Sistema de Salud del Mount Sinaí.
"La detección de los SDD en la retina debería desencadenar una remisión al proveedor de atención primaria del individuo, especialmente si no ha intervenido ningún cardiólogo anterior. Podría evitar un evento cardíaco que ponga en peligro la vida", apunta.
"Este estudio ha abierto la puerta a una mayor colaboración multidisciplinar productiva entre los servicios de Oftalmología, Cardiología y Neurología", afirma el doctor Jagat Narula, director del Programa de Imagen Cardiovascular del Instituto Cardiovascular Zena y Michael A. Wiener de la Facultad de Medicina Icahn del Mount Sinaí.
"También deberíamos centrarnos en definir la gravedad de la enfermedad mediante imágenes vasculares en las clínicas de cardiología y neurología, y evaluar su impacto en la DMAE y las SDD con imágenes de la retina --señala--. De este modo podremos saber qué pacientes vasculares deben ser derivados para la detección y prevención de la enfermedad cegadora".