MADRID, 15 Oct. (EDIZIONES) -
Los niños que juegan al fútbol a diario en campos de albero o cemento sueñan con calzarse unas botas de tacos para saltar al césped como hacen sus ídolos. El alto coste del mantenimiento de esta superficie hace que no sea muy habitual en España, al menos de forma natural, lo que ha propiciado el auge del césped artificial, no exento de polémica.
Su uso es cada vez más frecuente en categorías inferiores pero siempre se ha asociado a un mayor riesgo de lesiones y quemaduras o rozaduras en caso de caída, lo que hace que en España no sea tan habitual entre profesionales. De hecho, hace años el Deportivo de La Coruña se negó a jugar un partido de Copa del Rey en el campo del L'Hospitalet por ese motivo.
Además, hace unas semanas varios equipos holandeses amateurs suspendían sus partidos ante los posibles riesgos para la salud del caucho triturado procedente de neumáticos fuera de uso que se utiliza en este tipo de césped para evitar que el balón no bote tanto y ruede bien.
"Nada más lejos de la realidad", ha asegurado a Infosalus José Luis Felipe Hernández, director del Departamento de Ciencias del Deporte de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Universidad Europea (UE), que rechaza la polémica suscitada en relación con la presencia del caucho.
El supuesto riesgo obedece a la inhalación de los vapores que puede desprender este material con el calor, o a que pueda ingerirse de forma ocasional. Sin embargo, este experto asegura que la literatura científica rebate tal creencia y niega que pueda haber algún riesgo.
Así, un informe de 2010 de la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos) recopiló distintos estudios que hablaban de un riesgo para la salud "bajo, inexistente o ínfimo" de este material. Y un año más tarde científicos italianos evaluaron 13 campos de fútbol y 25 metales asociados al riesgo de cáncer concluyendo que el riesgo derivado del uso del caucho supondría un aumento en una millonésima parte si se jugara de forma intensa y continua durante 30 años.
"El riesgo de padecer cáncer sería menor que llevar el teléfono móvil en el bolsillo", ha asegurado Felipe Hernández, que también recuerda como hay estudios que apuntan que la exposición a estas sustancias es similar a la encontrada en el ambiente o en la dieta.
Además, este experto recuerda que el caucho utilizado en el césped artificial pasa un control estricto por parte de las autoridades y se somete a tratamientos de criogenización "para eliminar bacterias y otras sustancias nocivas o impurezas que pudieran generar un mayor problema en caso de ingesta", ha añadido.
TAMPOCO CAUSA MÁS LESIONES
Pero no es el único riesgo para la salud que se le achaca de forma errónea al césped artificial, ya que también hay estudios que han descartado un mayor riesgo de lesiones por jugar en esta superficie en lugar de hacerlo sobre hierba.
Y en cuanto al riesgo de rozaduras por abrasión, que si podría ser mayor, Felipe Hernández lo achaca a que en España estas superficies no siguen un buen mantenimiento. "Hay que regarlos más y el césped nunca tiene que estar tumbado, hay que peinarlo hacía arriba para evitar que ante una caída el jugador deslice solo por el plástico, que es lo que realmente abrasa", ha apuntado.
De hecho, para este experto el rechazo a este tipo de césped es por un problema de concienciación del futbolista. "A muchos no les gusta porque les cuesta aclimatarse a la superficie, es diferente, el balón bota más pero el bote es más uniforme, en hierba puede ser más irregular", según el profesor de la UE, que celebra que en las categorías inferiores estén cada vez más acostumbrados a esta superficie.