MADRID, 22 Nov. (EDIZIONES) -
La adicción al alcohol es una enfermedad con muchas caras en función del tiempo que uno lleve bebiendo y del lugar en el que uno se encuentre. La idea que tenemos en nuestra sociedad de que una persona es adicta al alcohol es la de un individuo que bebe todos los días para evitar el síndrome de abstinencia, pero nos estamos equivocando si lo reducimos a eso.
"Esta persona con adicción al alcohol no llega ni al 10%. Las personas adictas al alcohol son aquellas que no beben todos los días, que por ejemplo sí lo hacen después del trabajo, o por ejemplo sólo los fines de semana, pero que beben porque les falta algo. Llego a casa del trabajo y me voy a la nevera y me abro una cerveza porque me falta algo, porque lo necesito", subraya en una entrevista con Infosalus Gabriel Rubio, doctor en Psiquiatría, que lleva trabajando con personas con alcoholismo desde los años 80.
Nos concede una entrevista a Europa Press Infosalus porque acaba de publicar 'El laberinto de Cristal' (Plataforma Actual), un libro dirigido a aquellas personas que conviven con una persona con alcoholismo fundamentalmente, "dirigido a las personas que padecen el alcoholismo familiar", según nos cuenta, y que el cifra entre 3 y 5 millones de personas, entre adictos y familiares.
El también jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital 12 de Octubre, e investigador del Instituto i+12 subraya así que dentro de las personas con este diagnóstico hay perfiles muy variados, "y por eso no hay que quitarse la idea de que el dependiente del alcohol bebe todos los días".
CÓMO DISTINGUIR QUE HAY UNA ADICCIÓN DETRÁS
"Una persona depende del alcohol cuando ha perdido su libertad frete a la bebida y en muchos momentos de su semana. La diferencia entre un hábito reforzado y una adicción es que el individuo cuando se plantea que esa tarde no hay alcohol lo pasa mal, y por ejemplo, se enfada porque la pareja no ha comprado alcohol y no lo hay en casa", prosigue el doctor Rubio.
La conducta del adicto se basa en que, por ejemplo, uno prefiere los lugares donde hay personas con las que hay alcohol y se puede beber, que aquellos que no son así: "Con esta adicción nos va cambiando el carácter. Las tardes en las que uno bebía y ya no lo hacemos nos enfadamos antes, tenemos más olvidos; o en el médico, si nos dice que tenemos elevadas las transaminasas porque el alcohol daña el hígado y éstas nos suben, si el especialista nos dice que deberíamos beber menos o no beber nos cuesta porque seguramente hay un inicio en esa adicción al alcohol".
Así, este doctor en Psiquiatría remarca que el alcohol empezamos a consumirlo de jóvenes sobre todo porque forma parte del acto social, nos provoca deshinibición y alegría, nos calma determinados miedos, ansiedades e inseguridades. "Ésta es la línea roja que separa el camino de la adicción de la no adicción, cuando lo usamos para modular nuestros estados de ánimo. Llega un momento que frente a ese estado de ánimo la mejor estrategia es el consumo de alcohol, a pesar de las consecuencias negativas sobre nuestra conducta, estamos irritables, o nos olvidamos de las cosas, o bien damos contestaciones no adecuadas", agrega el especialista del Hospital madrileño 12 de Octubre.
UN PROBLEMA BASTANTE FRECUENTE EN NUESTRA SOCIEDAD
Reconoce así que los jóvenes beben mucho porque, por nuestra biología, se llevan a cabo en esta edad más conductas de riesgo, y es la etapa en la que comenzamos a actuar de forma imprudente, por ejemplo, con el consumo de sustancias, como el alcohol, o manteniendo relaciones sexuales sin protección.
Aun poniéndose en tratamiento dice que las personas que conviven con una persona con alcoholismo tienen conductas de codependencia que le aíslan y les llevan a dejar de tener en mente sus objetivos vitales porque, por ejemplo, se centran al 100% en que su pareja o su hijo deje de beber, "hasta el punto de que esa obsesión por el control del otro te lleva incluso a desatender a tus hijos emocionalmente".
HIJOS MÁS INSEGUROS Y CON PROBLEMAS DE CONDUCTA
Cuenta que hay menores que afrontan el alcoholismo familiar siendo más rebeldes, mientras que otros intentan ser súper responsables e intentan tapar el problema que tienen sus padres. "Esos patrones de conducta en la infancia, en la adolescencia, en el fondo, si se prolongan, los tenemos también cuando somos adultos, y la mayor parte de hijos de personas adictas al alcohol tienen patrones de conducta muy característicos, se sienten inseguros, son muy perfeccionistas, y esto habitualmente les genera problemas de conducta", remarca el jefe de Psiquiatría del 12 de Octubre.
Por otro lado, señala este experto que es frecuente encontrarse a mujeres que son parejas de un adicto al alcohol y al preguntarles por antecedentes familiares de alcoholismo familiar sí te señalan en gran parte de las ocasiones que, por ejemplo, alguno de sus progenitores tenía adicción al alcohol. "Hay una especial tendencia a emparejarse con otras personas con problemas de bebida o de drogas en estos casos", apunta.
A su vez, sostiene que en el caso de las parejas de personas con adicción al alcohol, ese patrón de codependencia que desarrollan para ver si su pareja bebe o no consume, se suele traducir en un trastorno de ansiedad, en enfermedades psicosomáticas, en problemas digestivos, o por ejemplo en subidas de tensión arterial.
LA NEGLIGENCIA EMOCIONAL DE LOS PADRES ADICTOS AL ALCOHOL
Entre los hijos de personas adictas al alcohol mantiene que pueden darse los malos tratos sexuales, físicos, de peleas, o las humillaciones; si bien afirma el doctor Rubio que lo más frecuente es un maltrato emocional o negligencia emocional. "No les cuentan a sus padres que tienen un problema de estas características porque, por ejemplo, no les hacen caso, y esto no sólo les genera problemas a la hora de relacionarse ese chico con sus compañeros, sino que cuando son adultos les lleva a sentirse inseguros", precisa.
De hecho, este psiquiatra sostiene que hay veces que para combatir esa inseguridad estos jóvenes se ven obligados a trabajar más que nadie, a estar pendientes de todos durante muchas etapas de su vida, y siempre recuerda que, por ejemplo, cuando eran pequeños hacían de madre o de padre con sus hermanos; un patrón que mantienen en la edad adulta.
"Los hijos de personas que han estado conviviendo durante años con progenitores con adicción al alcohol presentan hasta 4 veces más problemas depresivos, fracaso escolar, TDAH, tienden a unirse con personas que también tienen problemas con adicción a las drogas, y suelen ser víctimas de malos tratos familiares", resume este experto.
En ellos, la presencia de trastornos psicológicos y mentales es más alta en la población general y deberían ser considerados como una población muy vulnerable sobre la que poner el foco para atenderlos pero nadie lo hace.
El sentimiento de culpa de personas con adicción y familiares es tan potente que forma una barrera para impedir a solicitar ayuda o evaluación, y por eso mientras haya tanto estigma en la sociedad frente al alcoholismo son barreras que tienen familiares o amigos para expresar qué les pasa y pedir ayuda.