El gen que guía los primeros comportamientos sociales podría ser clave para entender el autismo

Archivo - Niño autista.
Archivo - Niño autista. - XESAI/ISTOCK - Archivo
Publicado: viernes, 25 noviembre 2022 7:12


MADRID, 25 Nov. (EUROPA PRESS) -

Un nuevo estudio en animales apunta a un gen que es importante para el desarrollo temprano de comportamientos sociales básicos y sugiere que la exposición a ciertos fármacos y factores de riesgo ambientales durante el desarrollo embrionario puede provocar cambios en este gen, lo que lleva a alteraciones en el comportamiento social similares a las que se encuentran en las personas con autismo. Para su sorpresa, los investigadores también descubrieron que podían revertir algunos de los efectos utilizando un fármaco experimental, según publican en la revista 'Science Advances'.

"Este estudio nos ayuda a comprender a nivel molecular por qué la sociabilidad se ve alterada durante las primeras etapas de la vida --afirma el doctor Randall T. Peterson, autor correspondiente del estudio y decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Utah (Estados Unidos)--. También nos da la oportunidad de explorar posibles tratamientos que podrían restaurar la sociabilidad en estos animales y, quizás con el tiempo, también en los humanos".

En términos más generales, sus hallazgos sugieren que el gen -TOP2a- controla una gran red de genes que se sabe que aumentan el riesgo de autismo. También puede servir de enlace entre los factores genéticos y ambientales que contribuyen a la aparición del trastorno, añade Peterson.

Los científicos sospechan que muchos rasgos sociales se determinan antes del nacimiento. Pero los mecanismos precisos que intervienen en este proceso siguen siendo oscuros. Un área de investigación prometedora sugiere que el comportamiento social y otras características y rasgos están influidos no sólo por nuestra composición genética, sino también por cómo y dónde vivimos.

Para probar este modelo, los científicos evaluaron si las exposiciones ambientales durante el desarrollo embrionario podían influir en el comportamiento social. Peterson y sus colegas expusieron embriones de pez cebra a más de 1.100 fármacos conocidos -un fármaco por cada 20 embriones- durante 72 horas a partir de los tres días posteriores a la concepción.

Los investigadores determinaron que cuatro de los 1.120 fármacos probados reducían significativamente la sociabilidad de los peces cebra. Los peces expuestos a estos fármacos eran menos propensos a interactuar con otros peces. Resultó que los cuatro medicamentos pertenecían a la misma clase de antibióticos, llamados fluoroquinolonas. Estos fármacos se utilizan para tratar las infecciones del tracto respiratorio superior e inferior en las personas.

Cuando los científicos administraron un fármaco relacionado a ratones preñados, las crías se comportaron de forma diferente cuando se convirtieron en adultos. Aunque parecían normales, se comunicaban menos con otros ratones y realizaban más actos repetitivos -como meter la cabeza repetidamente en el mismo agujero- que otros roedores.

Al profundizar en la investigación, los investigadores descubrieron que los fármacos suprimían un gen llamado TOP2a, que, a su vez, actuaba sobre un grupo de genes que se sabe que están implicados en el autismo en los seres humanos. También descubrieron que el grupo de genes asociados al autismo tenía otra cosa en común: una tendencia mayor de lo habitual a unirse a un grupo de proteínas llamado PRC2. Los investigadores plantearon la hipótesis de que Top2a y la PRC2 trabajan juntos para controlar la producción de muchos genes asociados al autismo.

Para determinar si los comportamientos antisociales podían revertirse, el equipo de investigación administró a peces cebra embrionarios y jóvenes un fármaco experimental llamado UNC1999, conocido por inhibir la PRC2. Tras el tratamiento con el fármaco, los peces expuestos a las fluoroquinolonas eran más propensos a nadar más cerca de otros peces, lo que demostraba que el fármaco ayudaba a restaurar la sociabilidad. Observaron resultados similares con otros fármacos conocidos por inhibir el mismo gen clave, el TOP2a.

"Eso me sorprendió mucho porque habría pensado que interrumpir el desarrollo del cerebro cuando eres un embrión sería irreversible --recuerda Peterson--. Si no desarrollas la socialidad cuando eres un embrión, has perdido la oportunidad. Pero este estudio sugiere que incluso en esos individuos más tarde en la vida, todavía se puede entrar e inhibir esta vía y restaurar la socialidad".

En el futuro, los investigadores planean explorar cómo y por qué este fármaco tuvo este efecto. Aunque sólo encontraron cuatro compuestos que son inhibidores de Top2a, las pruebas sugieren que cientos de otros fármacos y compuestos naturales de nuestro entorno pueden inhibir su actividad. "Es posible que estos cuatro compuestos sean sólo la punta del iceberg en cuanto a las sustancias que podrían ser problemáticas para la exposición embrionaria", resalta Peterson.

Sin embargo, Peterson señala que este estudio se realizó en animales, y que es necesario realizar más investigaciones antes de poder confirmar cualquiera de sus resultados en humanos. Por lo tanto, advierte que no hay que sacar conclusiones sobre las aplicaciones en el mundo real.

"No tenemos pruebas de que las fluroquinolonas o cualquier otro antibiótico causen autismo en los seres humanos --apunta Peterson--, por lo tanto, no hay ninguna razón para dejar de utilizar los antibióticos. Lo que sí identifica este trabajo es una nueva vía molecular que parece controlar el desarrollo social y que merece una mayor exploración".