MADRID, 17 Feb. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Chicago (Estados Unidos) han descubierto que los genes que pueden predecir las complicaciones de la obesidad difieren según el sexo, según un nuevo estudio publicado en la revista 'Nature Genetics'.
La obesidad causa muchos problemas de salud y empeora varias enfermedades crónicas, como la diabetes de tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares; sin embargo, algunas personas obesas son más susceptibles de sufrir complicaciones que otras. Los científicos llevan mucho tiempo buscando genes relacionados con la obesidad que predispongan a las personas a padecer estas afecciones, pero ha sido difícil hacer un seguimiento de cientos de pistas para identificar genes que puedan aumentar el riesgo.
En el estudio, que ha contado con el apoyo de la Fundación Novo Nordisk, los investigadores caracterizaron el impacto de una variante genética asociada a una mayor relación cintura-cadera, una medida de la grasa abdominal, necesaria para la formación de células adiposas en humanos.
Esta variante también se asocia a niveles sanguíneos más altos de colesterol y triglicéridos en las mujeres, pero no en los hombres, y contribuye a la acumulación excesiva de grasa como resultado de la dieta en ratones hembra, pero no en los machos, lo que sugiere que genes similares podrían conducir a diferentes patrones de distribución de la grasa y riesgo de enfermedades relacionadas con la obesidad en las mujeres.
"Pensamos en la obesidad como enfermedad primaria o fuente de morbilidad, pero lo que en realidad hace la obesidad es que favorece la aparición de enfermedades cardiovasculares y metabólicas como la diabetes, los infartos de miocardio y la hipertensión --afirma el doctor Marcelo Nobrega, catedrático de Genética Humana de la UChicago y autor principal del estudio--. Todas ellas están relacionadas, pero lo desconcertante es que no todas las personas obesas desarrollan este tipo de complicaciones".
La distribución de la grasa en el cuerpo parece desempeñar un papel importante en el desarrollo de enfermedades. Una mayor cantidad de grasa depositada en el abdomen y alrededor de los órganos vitales se ha relacionado con una mayor resistencia a la insulina e inflamación, y predice un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, insuficiencia renal e ictus.
La cantidad de grasa abdominal suele medirse por el cociente cintura-cadera, que divide la medida de la cintura de una persona por la medida de la cadera. Se considera saludable una proporción de 0,99 o inferior en los hombres y de 0,90 o inferior en las mujeres.
En la nueva investigación, el equipo de Nobrega llevó a cabo varios estudios de asociación del transcriptoma completo (TWAS) que compararon los genomas de cientos de individuos para identificar genes relacionados con la obesidad y un mayor cociente cintura-cadera.
Esta proporción es lo que se denomina un rasgo sexualmente dimórfico, es decir, que aparece de forma diferente en hombres y mujeres. Hombres y mujeres tienen por naturaleza proporciones diferentes, y la silueta del cuerpo de un hombre medio es distinta de la de una mujer.
El análisis genético descubrió 91 genes que ayudan a regular la distribución de la grasa principalmente en las mujeres. La mayoría de las variantes genéticas asociadas a estos genes no alteran la secuencia de los genes que codifican las proteínas, sino que se producen en regiones no codificantes que se cree que controlan dónde y cuánto se expresa un gen.
Curiosamente, la mayoría de estas variantes se encuentran en una clase de elementos de ADN llamados repeticiones Alu o retrotransposones, que son restos de antiguas infecciones víricas que se integraron en el genoma humano y mantienen cientos de miles de copias en la actualidad, constituyendo casi la mitad del genoma humano no codificante.
"Antes suponíamos que la mayoría de ellos eran yacimientos arqueológicos de batallas que tuvieron lugar en el pasado entre nuestro genoma y el de los virus. Pero con los años, la gente empezó a darse cuenta de que muchas de estas secuencias de ADN procedentes de virus han pasado a ser funcionales en el genoma humano", explica Nobrega.
Los llamados "genes saltarines" pueden haber modificado los patrones de distribución de la grasa en los seres humanos, con implicaciones para la salud metabólica de las mujeres. A continuación, los investigadores se centraron en un gen llamado SNX10, que se asociaba más fuertemente con la proporción cintura-cadera en las mujeres, pero no en los hombres.
Descubrieron que el SNX10 controla la capacidad de los adipocitos, o células grasas, para acumular lípidos y depósitos de grasa. En un modelo de ratón, cuando los investigadores eliminaron la SNX10 de los adipocitos, las hembras no se volvieron obesas al seguir una dieta rica en grasas, mientras que los machos sí.
El equipo también buscó en el Biobanco del Reino Unido, una base de datos GWAS que contiene más de 700.000 genomas, y descubrió que SNX10 no sólo está relacionado con una mayor proporción cintura-cadera en las mujeres, sino también con niveles más altos de colesterol y triglicéridos, que suelen asociarse a enfermedades cardiovasculares.
"Hemos identificado un gen, entre los cientos que intervienen en la acumulación de grasa o la obesidad, que tiene más probabilidades de causar complicaciones y, curiosamente, lo hace sobre todo en las mujeres --afirma Nobrega--. Eso es lo que pretendíamos".
El siguiente paso, según Nobrega, es profundizar en la biología de SNX10 y otros genes similares para entender cómo tiene estos efectos sobre el metabolismo y, quizá, convertirlo algún día en diana para el tratamiento.
"Tenemos demasiados genes asociados a enfermedades, y uno de los retos es cribarlos y encontrar los que tengan más probabilidades de ser objetivos creíbles --apunta--. Ahora, creemos que el camino que nos llevó a encontrar SNX10 es una buena forma de identificar otros genes que probablemente sean susceptibles de desarrollo terapéutico".