MADRID, 20 Jul. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del Centro de Autismo Marcus, el Departamento de Salud Infantil de Atlanta, la Facultad de Medicina de la Universidad de Emory y la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, en Estados Unidos, han encontrado evidencias del papel de la genética en la configuración de una característica fundamental del comportamiento humano: cómo los niños prestan atención al mundo -qué miran y qué no-- está fuertemente influenciado por la genética.
Según estos expertos, nunca antes se había demostrado la influencia genética que afecta directamente a la forma en que los bebés individuales miran y perciben el mundo. Los resultados de su trabajo muestran que la variación en cómo los niños buscan información social --medida a través de escalas de tiempo tan pequeñas como decenas de milisegundos-- está bajo control genético.
Además, estos científicos detectaron que estos mismos comportamientos disminuyen en niños afectados por autismo, proporcionando un nuevo vínculo importante entre la presentación conductual del autismo y sus causas genéticas subyacentes, como se informa en un artículo publicado en la edición digital avanzada de este miércoles de la revista 'Nature'.
El estudio examinó a 338 niños, primero estudiados cuando tenían sólo entre 18 y 24 meses de edad; de los cuales 82 eran gemelos idénticos --es decir, gemelos que comparten el mismo genotipo exacto-- y otros 84 eran gemelos no idénticos --gemelos que comparten sólo el 50 por ciento de su genotipo, al igual que otros hermanos no gemelos--. Los niños restantes eran controles no hermanos (84) o niños diagnosticados con autismo (88).
Durante las pruebas, los investigadores usaron tecnología de seguimiento ocular para medir cada movimiento de los ojos de cada niño mientras observaban vídeos de escenas de la niñez comúnmente experimentadas, como niños jugando o actrices haciendo el papel de cuidadora.
Cada gemelo se estudió independientemente, en momentos diferentes, sin el otro gemelo presente. Sin embargo, los gemelos idénticos también eran casi idénticos en la forma en que veían los videos: el tiempo que un gemelo idéntico miraba a los ojos de otra persona era casi perfectamente el mismo que el de su gemelo. En contraste, para los gemelos no idénticos, ese emparejamiento se situó en sólo alrededor del 10 por ciento. Los gemelos idénticos también eran mucho más propensos a mover sus ojos en los mismos momentos en el tiempo, en las mismas direcciones, hacia las mismas ubicaciones y el mismo contenido, reflejando el comportamiento del otro en un marco de sólo 17 milisegundos.
CADA MOVIMIENTO OCULAR MOLDEA EL DESARROLLO DEL CEREBRO
"Estos datos nos muestran que los genes de un niño dan forma a la manera en que ve el mundo y cómo un niño mira al mundo es cómo aprende sobre el mundo. Cada movimiento del ojo -que sucede cada medio segundo_da forma al desarrollo del cerebro. Se pueden imaginar estos efectos ondulando hacia adelante, creando la forma en que un niño ve y entiende su mundo", dice el autor principal del estudio, Warren Jones, responsable de Autismo en la Escuela de Medicina de la Universidad Emory.
"Esto cambia nuestra comprensión de cómo los niños experimentan su ambiente y cambia nuestro entendimiento de qué fuerzas forman esa experiencia. Esto nos muestra que nuestra biología genética ejerce una fuerte y penetrante influencia sobre lo que de otro modo pensaríamos que son percepciones individuales únicas", agrega.
Los efectos persistieron mientras los niños crecían. Cuando se analizó de nuevo a los gemelos, más de un año después, los autores encontraron los mismos efectos: los gemelos idénticos permanecieron casi perfectamente emparejados en sus niveles de mirar, pero los gemelos no idénticos se volvieron incluso un poco más diferentes que antes.
"No sólo éste aspecto del compromiso visual social está bajo estricto control genético -dice el autor principal del estudio, John N. Constantino, y proesor de Psiquiatría y Pediatría en la Universidad de Washington--; pero el rasgo es muy estable. Tomado como un todo, esto significa que tenemos una nueva forma de rastrear los efectos directos de los factores genéticos en el desarrollo social temprano. Este es un mecanismo por el cual los genes realmente modifican la experiencia de vida de un niño. Y por eso, esto crea una nueva oportunidad para diseñar intervenciones para asegurar que los niños en riesgo de autismo adquieran el tipo de participaciones sociales ambientales que necesitan".
La comparación con los datos obtenidos de niños con autismo fue una característica crítica del estudio: los niveles de visualización ocular y bucal --los mismos rasgos que mostraron el mayor grado de influencia genética en niños con desarrollo típico-- se redujeron sustancialmente en niños con autismo. En el autismo, los niveles eran lo suficientemente bajos y diferentes para poder identificar matemáticamente a la gran mayoría de los niños que tenían o no autismo.
"Este es un paso muy importante --subraya Jones--. Es un vínculo entre la presentación conductual del autismo y un rasgo objetivo, cuantificable, que emerge muy temprano en la infancia y que ahora sabemos --con estos resultados-- que está directamente influenciado por la genética".
El autismo es conocido por ser causado principalmente por factores genéticos y la investigación anterior por los miembros del equipo demostró que los bebés que miran progresivamente menos a los ojos de las personas, empezando a los 2-6 meses de edad, son más propensos a tener autismo. Ahora, con estos nuevos resultados en gemelos, el equipo ha encontrado un comportamiento específico que está muy influenciado por la genética y directamente vinculado al riesgo de autismo
"Estudios como éste rompen abren una nueva vía en nuestra comprensión del trastorno del espectro autista: establecer una conexión directa entre los síntomas conductuales del autismo y los factores genéticos subyacentes es un paso crítico en el camino hacia nuevos tratamientos ", afirma Lisa Gilotty, directora del Programa de Investigación sobre los trastornos del espectro autista en el Instituto Nacional de Salud Mental, una de las agencias estatales que financiaron el estudio.