MADRID, 23 Jun. (EDIZIONES) -
El confinamiento ha sido más que necesario para frenar la tan alarmante curva de contagios de COVID-19 que ha tenido lugar en este primer semestre del año. Ha sido beneficiosa en ese sentido, pero por contra, hay colectivos vulnerables, como los niños con psicopatologías, a los que les está pasando factura.
En concreto, los menores que padecen trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) pueden acusar más las consecuencias del confinamiento por la pandemia. De hecho, uno de los primeros estudios realizados sobre la actual situación de las familias revela que un 30% de niños y adolescentes que han estado aislados o en cuarentena por la pandemia podrían presentar síntomas de estrés postraumático, y el 85% de ellos tienen padres tambie*n con dicha sintomatología (se transmite de padres a hijos en muchos casos).
Estos datos se extrapolan del webinar 'Duelo y Trauma en la Infancia y Adolescencia en los Tiempos de COVID-19', organizado por la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y el Adolescente (AEPNYA), con el patrocinio de la biofarmacéutica Takeda, y es que los niños durante esta pandemia han sido uno de los colectivos más afectados, no se les ha permitido salir a la calle, ni ir al colegio, ni jugar con sus amigos, cuando es algo indispensable para su desarrollo; ya ni qué decir sobre los que presentan dificultades y necesitan terapia.
En una entrevista con Infosalus, la doctora Abigail Huertas Patón, médico psiquiatra del Hospital Gregorio Marañón (Madrid), y portavoz de AEPNYA, explica que los niños con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en esta época de nueva normalidad, y producto del confinamiento donde también lo han vivido, pueden presentar un mayor riesgo de desbordamiento conductual, así como de desorganización y de abuso de nuevas tecnologías, a su juicio, aspectos de difícil manejo familiar en la situación de confinamiento vivida.
Especialmente cita el caso de los adolescentes con mayores niveles de impulsividad y de conductas de búsqueda de riesgo, ya que según Huertas, estos pueden requerir una especial atención, en aras a mejorar su bienestar emocional y conductual.
"En ocasiones, esta población presenta además problemas de adherencia terapéutica, que a su vez podría suponer falta de cumplimiento de las medidas preventivas del COVID-19, incrementando los riesgos sobre su salud", advierte la especialista del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
La portavoz de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y el Adolescente (AEPNYA) recuerda que el TDAH es un trastorno del neurodesarrollo, producido porque algunas zonas del cerebro no han madurado eficazmente, y como consecuencia presentan dificultades para prestar atención, controlar su impulsividad, y mantenerse quietos, por ejemplo, durante una tarea.
"Se trata de una afección relacionada con una alteración en lóbulo prefrontal que hace que estas personas presenten dificultades para tareas que conlleven un procesamiento de información. Les suele fallar la memoria del trabajo. Son personas con problemas a la hora de mantener la atención durante un tiempo largo, que no son capaces de desempeñar tareas que requieran de esfuerzo mental sostenido, y que presentan problemas a la hora de regular su impulsividad y de estar tranquilos", manifiesta la psiquiatra.
Así, esta especialista remarca que el confinamiento ha podido afectar a estos menores de muchas maneras: "Por un lado, suelen tener dificultades para seguir el ritmo de las clases y hacer las tareas sin refuerzo positivo y supervisión, por lo que al cambiar sus rutinas y no tener el control externo, estos se han podido ver con dificultades a la hora de seguir con las tareas, ya que si sus padres no han podido ejercer esa supervisión externa, se habrán podido descolgar de las tareas escolares".
Mientras, la doctora Huertas advierte de que otros aprenden mejor visualmente, para los que esta etapa de colegio 'on line' les ha podido venir bien, puesto que muchos profesores han echado mano de videos o de presentaciones sobre temas concretos.
"En cualquier caso, los niños con TDAH han perdido la posibilidad de acudir a sus terapias, lo que ha hecho empeorar su cuadro. Sobre todo los niños con TDH hiperactivo esa necesidad de canalizar la energía con ejercicio físico al aire libre habrán sido muy difíciles de llevar en casa. Me temo que habrá habido más de un accidente casero, muchas situaciones de estrés y de malestar con sus cuidadores y episodios de tensión familiar. Es suficiente con que sus padres presenten también rasgos de TDH, porque estos se transmiten de padres a hijos", agrega Huertas.
Ahora que empezamos con la nueva normalidad, la psiquiatra del Hospital Gregorio Marañón lamenta que, pese a que el seguimiento medico en niños con TDAH es súper importante, sí es posible que, dada la coyuntura, muchas familias se hayan visto obligadas a suspender los tratamientos farmacológicos o las terapias por problemas económicos.
"Habrá que analizar qué ha pasado con estos niños porque sí que hay políticas sociales para proteger a las familias pero hasta ahora no se han tenido en cuenta las necesidades extra de estos menores, y que necesitan un tratamiento psicofarmacológico, lo que supone una carga extra económica para las familias", advierte la miembro de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y el Adolescente.
UN PORCENTAJE ALTO DE NIÑOS CON TDAH
En concreto, la doctora Huertas resalta que en España "hay un porcentaje muy alto" de niños con TDAH, se estima que entre un 3-4% de la población, aunque su prevalencia exacta es difícil de determinar, ya que hay muchos estudios científicos, pero con cifras diferentes, según precisa.
"No está claro que ahora el TDAH sea más frecuente. Sí hay más información y profesionales más formados en el tema, existe una mayor sensibilidad a estos síntomas. Antes se identificaba con que el niño era vago, no se preocupaba por los estudios, y ahora se entiende que es una dificultad no relacionada con la falta de motivación", remarca la especialista.
Se describió por primera vez en 1900, según mantiene la portavoz de AEPNYA, y siempre se ha descrito un perfil de niños más despistados o inquietos y que suponía un problema, "pero hasta hace unos años no había tanta información y no se detectaban tanto.
El TDAH se suele diagnosticar en torno a los 6 años de edad, que es cuando los niños empiezan primero de Primaria y se les considera maduros para completar las tareas escolares y empezar el estudio.