MADRID, 17 Dic. (INFOSALUS) -
Las estadísticas dicen que uno de cada cuatro niños sufre acoso en la escuela, una cifra que confiere vital importancia a la prevención e intervención precoz en el ambiente escolar pero también familiar. Los motivos para el acoso son innumerables y las víctimas suelen ser introvertidas, con bajos recursos interpersonales, tienden al aislamiento y sus padres suelen ser sobreprotectores.
RESILIENCIA EN NIÑOS
Un estudio internacional realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el que participaron 32 países en 2004, reveló que en nuestro país un 24,8% de los niños españoles de edades comprendidas entre 11 y 18 años sufría acoso escolar. La resiliencia, fundamental para afrontar las situaciones de acoso, se podría definir como la capacidad de afrontar las dificultades y problemas del día a día ser capaz de transformarlos en una oportunidad para crecer y fortalecerse.
Según explica a Infosalus Pilar Vecina, experta en psicopatología infantojuvenil y autora de 'Bullying, ciberbullying y sexting' (Pirámide, 2015), los padres deben ayudar a sus hijos a desarrollar resiliencia ya desde la etapa infantil y enseñarles a afrontar los problemas sin resolverlos por ellos. "Los padres no deben ser ni sobreprotectores ni exigentes", apunta.
Las variables de personalidad que subyace en los acosadores suelen ser, entre otros, una baja autoestima, impulsividad y una incapacidad para resolver problemas sin emplear actitudes agresivas porque "no han tenido la oportunidad de que les enseñen a hacerlo de otro modo y de saber que se puede aprender a interactuar de otra forma con los demás porque se trata de un problema en muchos casos de no saber relacionarse con los otros", añade Vecina.
CREAR EL CLIMA ADECUADO EN CASA
"¿Si mi madre le grita a mi padre por qué yo no puedo hacer lo mismo con otra persona que ni siquiera es de mi familia?", comentó en una ocasión un acosador a Pilar Vecina. "Crecer en un clima de confianza y empatía, de calidez, ayuda en las relaciones interpersonales fuera de casa", señala la psicóloga.
La mayoría de compañeros de la clase o del colegio son testigos del acoso pero refuerzan al agresor al no tomar partido en defensa de la víctima. La resiliencia puede enseñarse a partir de los 3 años y constituye una herramienta clave para la resolución de conflictos y en la gestión de las emociones.
La sobreprotección es tomar decisiones o realizar acciones por el niño cuando es capaz éste ya está capacitado para ello. "Desde pequeño mis padres han estado ahí y no me han dejado volar", apuntaba un niño acosado a Vecina, a lo que la autora señala que esto da lugar a niños restringidos de la sociedad y que tienden al aislamiento de ahí la importancia de las pautas de crianza.
"Hay que diferenciar entre crear un clima empático y abierto a la resolución de problemas pero no resolverle todos los problemas al niño", señala la experta, directora y formadora en programas de prevención, detección e intervención en colegios e institutos relacionados con el acoso y la violencia en las aulas.
Pilar Vecina apunta a Infosalus cuatro aspectos que los padres deberían trabajar con sus hijos para el desarrollo de resiliencia:
1. Fomentar la autoestima, el autoconcepto y la autoconfianza
Esto les permitirá actuar de forma eficaz ante las situaciones difíciles que se les presenten. "Necesitan aprender a ver lo positivo dentro de la dificultad, entre el negro y el blanco extremos hay una variedad de grises", señala.
Hay además que promover el autoconocimiento y saber cuáles son nuestras fortalezas y limitaciones y saber identificar cuándo existe un problema. Otro ejercicio importante es fijar metas con ellos, objetivos a corto o medio/largo plazo, según su edad para que entiendan que son capaces de conseguir lo que se propongan.
En la base de la resiliencia está quererse a uno mismo, conocerse y tener confianza para poder encontrar posibles soluciones para afrontar los problemas y salir bien de ellos. En una situación problemática deben saber cómo actuar o si es necesario pedir ayuda.
El perfil de la víctima suele ser el de una persona introvertida, de baja tolerancia a la frustración con una incapacidad de comunicación con el otro. "Hay que hacer incidencia en que los chicos lo comuniquen. A veces hay miedo a decirlo a los padres o incluso a los profesores, para ello se está instaurando la figura de los alumnos ayudantes, a los que se pueda ir a pedir ayuda y que dan charlas en los centros o aulas para que los niños y adolescentes tomen conciencia de que existe esa alerta en el centro", aclara Vecina.
2. Favorecer la expresión y gestión emocional
Que hablen de cómo se sienten y piensan ya que toman conciencia del problema y se generan posibles soluciones y disminuye su preocupación. Hay que crear un clima en el hogar propenso a compartir emociones y temores.
3. Inculcar valores relacionados con la amistad y el altruismo
Esto significa ayudar a los otros, a contar con ellos, promoviendo relaciones sanas y satisfactorias. Con ello se fomenta la ayuda al que está siendo acosado y se crea mayor conciencia en el aula. Se consigue también desarrollando la empatía en el menor para que comparta el sufrimiento del otro ante el acoso.
"Supone educar en la inteligencia emocional, no sólo es importante que sean competentes a nivel académico sino también en la gestión emocional con lo que pueden conseguir una mejor adaptación social y relaciones personales más sanas", apunta la psicóloga.
4. Estimular los hábitos del autocuidado
A través de actividades estimulantes y agradables para ello en el ejercicio, la alimentación, la higiene personal y el sueño. Si entienden que cuidarse es una forma de cuidarse a sí mismos también lo harán en otros ámbitos y esto les ayudará a no caer en la ansiedad, depresión y la fobia social así como para salir antes y mejor de cualquier tipo de trastorno de salud mental.
La adquisición de estos hábitos desde edades tempranas permite una automatización de estas conductas saludables que pasan a formar parte de su vida casi de forma inconsciente.