MADRID, 26 Jul. (EDIZIONES) -
En verano solemos descuidar nuestra salud cardiovascular. Además, en estos meses el clima cambia y solemos modificar nuestro estilo de vida. Hemos de ser conscientes de que los cambios en el estilo de vida han de ser a mejor para que comporten beneficios en nuestra salud cardiovascular. De ahí los consejos que os contamos a continuación.
Charlamos en Infosalus con el catedrático en Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona, y responsable de la Unidad de Lípidos y Riesgo Vascular del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital del Mar de Barcelona, con el doctor Juan Pedro-Botet, quien nos explica si influyen o no los fatores medioambientales en las enfermedades del sistema cardiocirculatorio, teniendo en cuenta 'cómo nos portamos en verano'.
Este experto detalla que, si bien el impacto de los factores clásicos de riesgo como la diabetes, la hipertensión, la hipercolesterolemia, el tabaquismo y la obesidad en la salud cardiovascular es bien conocido, la influencia de los factores ambientales está siendo de un enorme interés científico en el contexto del cambio climático.
En este sentido, apunta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó hace unos 5 años que más del 20% de la morbimortalidad mundial es atribuible a los factores medioambientales. "Por lo tanto, es fácil entender que las condiciones meteorológicas y los contaminantes atmosféricos puedan influir en la morbimortalidad cardiovascular", afirma.
¿MÁS INFARTOS EN VERANO?
Pedro-Botet señala por otro lado que las variaciones estacionales en la incidencia de ataques de corazón son conocidas desde hace décadas: "Muchos estudios han descrito una mayor incidencia y mortalidad en el invierno. Sin embargo, el calor también se ha asociado con un mayor riesgo de ataques cardiacos".
Indica en este punto que estas variaciones estacionales pueden ser consecuencia de las complejas interacciones que tienen lugar entre diversos factores y la susceptibilidad a la formación de trombos en las arterias del corazón en cada paciente en particular. "Hay muchos factores ambientales que afectan a este riesgo, como la baja presión atmosférica, la alta velocidad del viento y a la menor duración de la luz solar; sin embargo, la asociación más evidente con el riesgo de un infarto de miocardio es la temperatura del aire", recalca.
¿MÁS INFARTOS EN NOCHES DE MÁS CALOR?
Sobre si el tiempo o los cambios bruscos de temperatura influyen realmente en la probabilidad de padecer un infarto, este experto sostiene que un reciente estudio de la Universidad de Toronto, llevado a cabo en costa oeste de los Estados Unidos y el Reino Unido, demuestra que las noches más calurosas de verano aumentan el riesgo de muerte por enfermedad cardíaca en los hombres de edades comprendidas entre los 60 y 64 años. "Al tratarse de un estudio de tipo observacional solo puede establecerse una relación de asociación, no de causalidad. Sin embargo, estos resultados no deben infravalorarse dado el incremento de las temperaturas estivales como consecuencia del cambio climático", advierte.
MANTENER A RAYA NUESTRA SALUD CARDIOVASCULAR
Con todo ello, el profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona recalca que si cuidamos de nuestra salud cardiovascular minimizaremos el riesgo de padecer un ataque cardiaco. "El objetivo es reducir el riesgo atribuible a los factores de riesgo, es decir, la carga de enfermedad vascular que podemos prevenir eliminado o reduciendo la prevalencia de cada factor. Así, la incorporación de un estilo de vida adecuado o saludable evita hasta en un 90 % el desarrollo de un episodio coronario, y constituye la principal estrategia para la prevención de las enfermedades del aparato circulatorio", destaca el doctor Pedro-Botet.
Este catedrático de Medicina apunta brevemente una serie de consejos que debemos poner en marcha y subraya que, además de las medidas generales destinadas a la protección solar, sugiere:
El buen clima facilita la práctica de actividad física al aire libre, que debe realizarse en las horas de temperaturas menos calurosas.
Moderar el tiempo de exposición solar.
Evitar los cambios bruscos de temperatura.
Mantener una buena hidratación, preferentemente agua embotellada (2-3 litros al día).
Las vacaciones estivales sirven para desconectar de la actividad laboral, y en definitiva rebajar el nivel de estrés.
En verano es más fácil potenciar la dieta mediterránea al tener más a mano la fruta fresca, las verduras y otros alimentos saludables.
Dormir un mínimo de 7 horas.
Incorporar la siesta mediterránea (inferior a 30 minutos) al estilo de vida veraniego.
No incrementar la ingesta de bebidas alcohólicas, cafeína, ni bebidas azucaradas.
No consumir tóxicos.
Las personas con enfermedades crónicas deben seguir tomando la medicación prescrita para el control de sus dolencias.
Evitar en lo posible los lugares concurridos y cerrados, por el riesgo de infección por coronavirus.
"Las vacaciones de verano acostumbran a comportar un ambiente de reunión familiar y social. Dado que con frecuencia las compartimos con más gente, no debemos olvidar que los niños menores de 5 años, los ancianos y las personas con enfermedades crónicas, especialmente con dolencias coronarias constituyen los grupos poblacionales más vulnerables a las altas temperaturas del verano", sentencia el catedrático en Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona, y responsable de la Unidad de Lípidos y Riesgo Vascular del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital del Mar de Barcelona, con el doctor Juan Pedro-Botet.