MADRID, 28 Mar. (EDIZIONES) -
Una nueva era de la edición genética a nivel mundial surgió hace unos 20 años de la mano de un microbiólogo de la Universidad de Alicante, Francis Mójica, quien descubrió la técnica de edición génica CRISPR, a partir del comportamiento de unos microbios en las salinas de Santa Pola (Alicante).
Según recuerda el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 'CRISPR' nació en los marjales de Santa Pola (Alicante), donde este investigador comenzó a estudiar la arquea 'Haloferax mediterranei', un microorganismo con una tolerancia extrema a la sal.
Este investigador español descubrió por primera vez que estas arqueas empleaban la edición genética como parte de su sistema inmunitario, como defensa, frente a las bacterias que les acechaban. "Estamos ligados a lo que las bacterias han desarrollado", celebra en una entrevista con Infosalus Lluís Montoliu, doctor en Biología e investigador del CSIC en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC).
Montoliu, que es pionero en España en el uso de las herramientas 'CRISPR' de edición genética, ha publicado recientemente 'Editando genes: recorta, pega y colorea' (Next Door Publishers), un manual en el que habla ampliamente sobre esta técnica que, a su juicio, puede ayudar en el futuro y curación de muchas enfermedades, aunque con cautela a día de hoy.
La edición genética es un procedimiento por el cual se puede alterar a voluntad la secuencia genética de cualquier genoma de cualquier organismo. "Es poderosísimo porque permite cambiar de manera controlada la secuencia de cualquier gen y sirve para reproducir, en un sistema controlado en el laboratorio, una mutación asociada a una determinada patología diagnosticada a un paciente, y saber qué les ocurre en esa mutación. También es importante porque empleando CRISPR se puede retornar a la secuencia genética original, para librarse de ciertas enfermedades", señala.
Precisamente, la comunidad científica internacional se ha revolucionando ante el anuncio del científico chino He Jiankui quien en noviembre anunció que había modificado genéticamente, y por primera vez en el mundo, el ADN de dos gemelas, en concreto mediante la edición del gen CCR5, para impedir que éstas nacieran con el VIH, del que era portador su padre.
En la actualidad diversos organismos internacionales prohíben la modificación genética de humanos, entre otros puntos porque se desconoce el alcance de esta técnica en el largo plazo para la salud de los mismos, cuáles son sus consecuencias. Las gemelas, de hecho, se encuentran en observación médica desde su nacimiento.
DÓNDE NOS ENCONTRAMOS
Así, el también experto del Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Raras, del Instituto de Salud Carlos III, señala a nivel general que la edición genética se encuentra ante dos panoramas.
"A nivel académico y de laboratorio es fuente constante de sorpresas, de hallazgos, de explosión de conocimiento sobre sus muchas aplicaciones y usos en plantas, hongos, levaduras, y animales", menciona; mientras que a nivel práctico señala que éstas son pocas porque a día de hoy hay que resolver cuestiones de seguridad en el empleo de CRISPR, no tanto por su eficacia, porque es relativamente eficiente y más que muchos procedimientos de antaño, si no porque a día de hoy no se controla exactamente el resultado final de esa edición genética realizada y "esto es esencial".
"Mientras no se controle, no es prudente, ni adecuado, trasladar 'CRISPR' a aplicaciones biomédicas (lo que sí ha hecho en contra de la legislación internacional y de la comunidad científica He Jiankui)", considera este investigador, que también es miembro del Comité de Bioética del CSIC, y del Panel de Ética del Consejo Europeo de Investigación (ERC) en Bruselas.
A su juicio, puede ser contraproducente porque la secuencia genética que se habrá obtenido tras 'RISPR puede ser peor o incluso más peligrosa que la que se intentaba corregir. "Se sabe hoy en día manejar muy bien con plantas, y ponerlos a cruzar y crear grupos de animales y plantas donde se acumulen las mutaciones deseadas y las no deseadas, pero es algo que no se puede hacer en humanos", señala Montoliu,
Por eso, a día de hoy, remarca que su aplicación en términos de terapia debe garantizar que la mayor parte de las secuencias resultantes tras la edición sean las que uno ha proyectado, y no otras que no estaban planificadas.
"Esta incertidumbre en los sistemas CRISPR, toda la precisión que tienen a la hora de cortar el ADN, el cómo se inicia el proceso de edición de ADN, no lo tienen los sistemas de reparación del ADN que van después y generan esa alteración deseada o indeseada. Esas herramientas de reparación que tenemos todos los organismos, plantas animales y seres humanos, no tienen memoria, por lo que cada vez que intentan reparar un corte lo hacen de forma diferente, por lo que pueden estar las que uno hay proyectado, pero a su vez colarse las que uno no desea. Hay que disminuir este ruido genético o incertidumbre para garantizar su éxito", subraya el especialista del CSIC.
A nivel médico, destaca que la terapia génica tiene dos vertientes, a nivel de embriones (ilegal a día de hoy y que tacha de "irresponsable y prematura"), y otra a nivel de humanos adultos, la 'somática'. En concreto hay dos tipos:
- 'In vivo' o trasladar directamente al paciente por ejemplo a través de la sangre estas herramientas para que lleguen a las células del órgano a curar. "Sigue teniendo riesgo porque habrá algunas que se corregirán más, y otras no, por lo que todavía 'in vivo' hay que medirla una por una", aprecia Montoliu. Concretamente se ha aprobado para curar la Amaurosis Congénita de Leber de tipo10, una enfermedad neurodegenerativa que provoca ceguera progresiva y 'CRISPR' se ha inyectado en ojos de estos enfermos.
- Las 'Ex vivo' obtienes células del paciente, como de la sangre, y fuera del paciente, en el laboratorio realizas la mutación genética que desees y ahí puedes seleccionar aquellas que contengan la alteración génica, con un plus de seguridad. "Por ello la mayor parte de aplicaciones que veremos en el futuro próximo irán por este camino. Por ejemplo, hay procedimientos recientemente aprobados en la inmunoterapia de cáncer, para el tratamiento de distintos tipos de cáncer, o con la anemia falciforme, y la beta talasemia", indica.
Sobre el futuro de la edición genética, Montoliu cree que hay que volver a la investigación básica, donde observar una infinidad de bacterias y de arqueas, cada una de ellas con sus propios sistemas de defensa para luchar contra los virus que las infectan. "Estos sistemas de defensa son los que se han convertido en los sistemas de edición genética. Los que conocemos ahora son extraordinarios pero tienen limitaciones. No sabemos si existen otras bacterias o arqueas que tengan otros sistemas CRISPR que no conocemos y que tienen propiedades más beneficiosas y útiles para su uso en terapia", subraya.