MADRID 21 Oct. (EUROPA PRESS) -
Científicos de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), en Estados Unidos, han desarrollado una nueva forma de ver las enfermedades con sesgo sexual que tiene sus raíces en la biología evolutiva. Así, teorizan que los machos y las hembras tomaron caminos opuestos en un intercambio entre la inmunidad y el metabolismo que se produce en el hígado, lo que ayudaba a los machos a combatir las infecciones bacterianas de las heridas recibidas en las luchas de dominación, mientras que ayudaba a las hembras a almacenar grasa subcutánea para sobrevivir cuando la comida escasea. Y el hígado graso es un ejemplo, según publican en la revista 'Science'.
Trabajando en ratones, los científicos han delineado la actividad de una vía de señalización que regula los lípidos, almacenando grasa en el hígado en los machos y liberándola en el torrente sanguíneo en las hembras, una vía que también responde a la hormona del crecimiento.
Este fenómeno puede haber moldeado la biología masculina de forma que entraña riesgos en el actual entorno de alto contenido calórico. Los resultados tienen especial relevancia para el hígado graso. Así, se observa predominantemente en los hombres hasta que las mujeres llegan a la menopausia.
"Los científicos acaban de empezar a comprender que existen estas profundas diferencias entre hombres y mujeres --resalta la doctora Holly Ingraham, catedrática de Fisiología Molecular de la UCSF y coautora del estudio--. Entender estas diferencias va a ser la clave para desbloquear la terapéutica para las enfermedades con sesgo sexual y el hígado graso es un ejemplo".
Los experimentos descubrieron que los ratones machos tenían tres veces más probabilidades que las hembras de sobrevivir a la infección con la bacteria 'E. coli'. Las hembras desarrollaron hiperlipidemia, una condición que también se observa en humanos con sepsis severa. Reducir sus niveles de lípidos les ayudó a sobrevivir.
A continuación, los investigadores examinaron cómo respondían los machos y las hembras al desafío ambiental contemporáneo de comer en exceso, alimentando a los ratones con comida rica en grasas. Los machos desarrollaron hígado graso e intolerancia a la glucosa, lo que puede conducir a la diabetes de tipo 2, pero las hembras no. Esto fue así incluso cuando machos y hembras ganaron una cantidad similar de peso.
Buscando en la literatura algo que pudiera explicar esto, el equipo identificó un factor de transcripción llamado BCL6, que impide la descomposición de la grasa en el hígado y está mucho más presente en los ratones macho. Al suprimir el gen de esta proteína se eliminó la grasa del hígado en los machos y, con ello, su capacidad para sobrevivir a la infección.
"Los programas de defensa del huésped en el hígado son los factores que predisponen al hígado graso en los machos --afirma la doctora Joni Nikkanen, becaria postdoctoral en el Departamento de Farmacología Molecular Celular, que comenzó el trabajo con el coautor principal, el doctor Ajay Chawla, antes de la UCSF y ahora en los Laboratorios de Investigación Merck--. Tenemos una perspectiva evolutiva de por qué se han desarrollado estos programas: porque protegen a los machos contra las infecciones bacterianas, pero en otro contexto, estos mismos programas ya no son buenos para ti, y desarrollarás un hígado graso más grave".
El equipo también examinó cómo la presencia de BCL6 afectaba a la expresión de genes en el hígado. Este proceso comienza en la pubertad, cuando los varones producen más testosterona y sus glándulas pituitarias empiezan a segregar la hormona del crecimiento en picos y valles bruscos.
Estas explosiones intermitentes, probablemente reguladas por la testosterona, son importantes. Cuando los investigadores infundieron a los ratones machos de forma continua la hormona del crecimiento tal y como se segrega en las hembras, el BCL6 desapareció de sus hígados y perdieron la capacidad de combatir la infección por 'E. coli'.
Los resultados apuntan a que la hormona del crecimiento podría ser una terapia para adultos con enfermedades de hígado graso, una idea que se está probando actualmente. Sus efectos ya están bien establecidos en niños cuyas pituitarias no producen suficiente hormona del crecimiento. Especialmente los niños varones tienden a desarrollar hígado graso, pero éste desaparece cuando se les administra la hormona del crecimiento para tratar su baja estatura.
El trabajo también amplía la visión científica de cómo el cuerpo combate las infecciones para incluir órganos como el hígado. "La lucha sigue siendo entre la infección y el sistema inmunitario --afirma el doctor Omer Gokcumen, antropólogo evolutivo de la Universidad de Buffalo y coautor del estudio--, pero el hígado determina el campo de batalla".