MADRID, 14 Nov. (EDIZIONES) -
El hígado es uno de los órganos más afectados en las personas diabéticas. De hecho, la prevalencia de hígado graso no alcohólico en las personas con diabetes tipo 2 puede llegar hasta el 70%, y es mayor cuanto mayor es el número de los factores de riesgo relacionados con la resistencia a la insulina presentes: obesidad y especialmente obesidad abdominal, dislipemia con hipertrigliceridemia, e hipertensión arterial.
Con motivo del Día Mundial de la Diabetes, que se celebra este domingo, te contamos cómo afecta a los pacientes y qué se puede hacer para prevenirlo. Antonio Pérez Pérez, presidente de la Sociedad Española de Diabetes (SED), en una entrevista con Infosalus, recalca que la existencia de diabetes tipo 2 se ha asociado con una progresión más rápida a fases más avanzadas de la afectación hepática como la esteatohepatitis (enfermedad del hígado por la que se acumula grasa, tanto en personas alcohólicas como en las que no consumen), la fibrosis avanzada, la cirrosis, y el carcinoma hepatocelular.
Además, sostiene que la presencia de hígado graso no alcohólico en las personas con diabetes se relaciona con mayor mortalidad, tanto dependiente como no dependiente de complicaciones hepáticas. "Por ello, se ha sugerido que hígado graso no alcohólico debería ser considerado una complicación de la diabetes tipo 2 (DM2)", apostilla el experto.
Según indica, es probable que esta asociación sea el resultado de mecanismos patogénicos frecuentes, siendo la epidemia simultánea de obesidad, "sin duda alguna", el factor acelerador más importante.
Pero, ¿en qué consiste la enfermedad por hígado graso no alcohólico? El doctor Pérez explica que se caracteriza por la acumulación excesiva de lípidos (ácidos grasos, triglicéridos y colesterol) en el citoplasma de los hepatocitos (células que realizan la mayor parte de las funciones del hígado), asociada con la insulinorresistencia. "Está considerada la primera causa de hepatopatía crónica (enfermedad del hígado) en los países occidentales", agrega.
Eso sí, recuerda que los mecanismos que conducen al desarrollo y a la progresión del hígado graso no alcohólico no se conocen por completo, si bien está ampliamente aceptado que los episodios iniciales son dependientes del desarrollo de obesidad y de resistencia a la insulina, que también son factores esenciales en el desarrollo de la diabetes tipo.
"La resistencia a la insulina se considera una pieza clave en la fisiopatología de la enfermedad por hígado graso no alcohólico, asociada con el aumento en el depósito de grasa y la fibrosis, y aumenta sustancialmente el riesgo de desarrollar DM2, lo que nos indica que la enfermedad por hígado graso no alcohólico puede preceder al desarrollo de la diabetes", agrega.
Según aclara este especialista, ello justifica la fuerte asociación entre el hígado graso no alcohólico y la diabetes, y que el hígado graso no alcohólico tiene mayor riesgo de progresar a patologías hepáticas graves, como la cirrosis o el carcinoma hepatocelular y, consecuentemente, puede conllevar una mayor mortalidad.
Según prosigue el presidente de la SED, el diagnóstico del hígado graso no alcohólico requiere la evidencia de esteatosis hepática (exceso de grasa en el hígado) y en más del 5% de los hepatocitos, de acuerdo con el análisis histológico, y en más del 5,6%, de acuerdo con estudios por resonancia magnética; así como la exclusión de otras enfermedades hepáticas y de otras causas de esteatosis; aparte de descartar un consumo de alcohol superior a 30 gramos al día en varones y de 20 gramos al día en mujeres, aunque se puede solapar con la hepatopatía alcohólica.
Por otro lado, este experto resalta que la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en los pacientes con enfermedad hepática grasa no alcohólica, seguida del cáncer y finalmente de la hepatopatía (enfermedad del hígado).
Igualmente, sostiene que los pacientes con enfermedad hepática grasa no alcohólica también tienen mayor riesgo de presentar insuficiencia renal crónica, al mismo tiempo que esta patología se asocia con neoplasia y con patología metabólica ósea, como osteoporosis o déficit de vitamina D1.
"La segunda causa de muerte entre los pacientes con enfermedad hepática grasa no alcohólica es el cáncer, tanto gastrointestinales (colon, esófago, estómago o páncreas) como extraintestinales (riñón o mama), lo que hace sospechar que esta patología hepática pudiera promover el desarrollo de neoplasias", asevera el especialista.
LA IMPORTANCIA DE DETECTAR LA ENFERMEDAD A TIEMPO
A juicio del doctor Pérez, la identificación temprana de estos pacientes ayudaría a mejorar su pronóstico, a través de una intervención individualizada, en función del grado de afectación hepática, de los factores de riesgo metabólicos presentes y del riesgo cardiovascular, lo que se traduce en la necesidad de un abordaje multidisciplinario entre médicos de Atención primaria, endocrinólogos y hepatólogos.
"La existencia de hígado graso no alcohólico en un paciente con diabetes mellitus tipo 2 identifica un subgrupo de pacientes metabólicamente complejos y con mayor riesgo de desarrollar complicaciones cardiovasculares y microangiopáticas. Además, la diabetes es un marcador de la progresión de la enfermedad hepática. Todo ello condiciona que el tratamiento de estos pacientes resulte un reto y represente un escenario clínico que justifique la utilización de opciones terapéuticas específicas", aclara el presidente de la Sociedad Española de Diabetes.
En última instancia, subraya que las medidas terapéuticas "iniciales e imprescindibles" en los pacientes con diabetes y enfermedad hepática grasa no alcohólica son los cambios nutricionales (reducción de la grasa y restricción calórica), el aumento de la actividad física y la reducción del peso: "Todas estas medidas reducen la resistencia a la insulina y la mayoría de los factores de riesgo cardiovascular".
Con relación al peso corporal, el doctor Pérez apuesta por reducciones superiores o iguales al 5% mediante medidas dietéticas o con intervención farmacológica ya que, según indica, ofrecen beneficios metabólicos desde el punto de vista de la resistencia a la insulina, el control glucémico, la adiposidad global y especialmente la adiposidad ectópica, incluida la esteatosis hepática.
Pérdidas de peso mayores, en el margen del 8-10%, dice que consiguen, además, mejoras en las características histológicas de la esteatohepatitis no alcohólica; aparte por supuesto de las grandes reducciones de peso obtenidas mediante la cirugía bariátrica, además de la remisión de la diabetes y la reducción de la mortalidad cardiovascular a largo plazo, consiguen mejorar en la mayoría de los pacientes la esteatohepatitis e incluso la fibrosis.
"Estos datos refuerzan la necesidad de la intervención sobre el peso en los pacientes con diabetes tipo 2 y enfermedad hepática grasa no alcohólica, como parte esencial del tratamiento para reducir la carga de la enfermedad", sentencia el presidente de la SED, el doctor Antonio Pérez.