MADRID 20 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio ha identificado dos nuevas cepas que se suman a la lista de posibles probióticos antihipertensivos, según publican los investigadores en la revista 'mSystems'.
Se calcula que el 40% de la población adulta mundial padece hipertensión, lo que la expone al riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y otros problemas de salud peligrosos. Estudios recientes sugieren que los probióticos pueden ofrecer un efecto protector, pero los investigadores tienen una comprensión limitada de por qué la conformación de la microbiota intestinal puede regular la presión arterial.
En experimentos con ratones hipertensos, el tratamiento con los dos probióticos, 'Bifidobacterium lactis' y 'Lactobacillus rhamnosus', devolvió la tensión arterial a niveles normales. Los investigadores también estudiaron cómo esos probióticos alteraron la mezcla microbiana intestinal de los animales a lo largo de 16 semanas, identificando microbios específicos y vías metabólicas que podrían ayudar a explicar el efecto protector.
"Las pruebas acumuladas apoyan el efecto antihipertensivo de los probióticos y los alimentos fermentados probióticos tanto en experimentos in vitro como in vivo --afirma la doctora en biología computacional Jun Li, de la Universidad de la Ciudad de Hong Kong, que colaboró en el estudio con el del microbiólogo Zhihong Sun, de la Universidad Agrícola de Mongolia Interior (China)--. Por eso creímos que la ingesta dietética de alimentos probióticos complementaría bien el tratamiento tradicional de la hipertensión".
Estudios anteriores han relacionado las crecientes tasas de hipertensión en todo el mundo con el aumento del consumo de azúcar. Es probable que aumente la presión arterial a través de muchos mecanismos --aumento de la resistencia a la insulina o retención de sal, por ejemplo--, pero en los últimos años los investigadores han estudiado también el efecto del azúcar en el microbioma intestinal.
En el nuevo estudio, los investigadores probaron las dos cepas probióticas en ratones que desarrollaron hipertensión arterial tras consumir agua mezclada con fructosa. Durante 16 semanas, midieron la presión arterial de los animales cada 4 semanas.
Comprobaron que los ratones alimentados con fructosa que recibieron cualquiera de los probióticos mostraron presiones sanguíneas significativamente más bajas que los alimentados con una dieta alta en fructosa y no tratados con probióticos.
Además, no encontraron diferencias entre las lecturas de presión arterial de los ratones alimentados con fructosa que recibieron probióticos y un grupo de control de ratones que sólo bebieron agua. Esto sugiere que las intervenciones probióticas mantendrían la presión arterial en niveles normales, señala Li.
Los investigadores utilizaron la secuenciación metagenómica de escopeta para sondear las conexiones entre la microbiota intestinal alterada y el cambio en la presión arterial. Descubrieron que una dieta rica en fructosa en los ratones provocaba un aumento de las bacterias 'Bacteroidetes' y una disminución de las 'Firmicutes'; sin embargo, el tratamiento con probióticos devolvía esas poblaciones a las encontradas en el grupo de control.
Además, el análisis identificó nuevas firmas microbianas asociadas a la presión arterial: el aumento de los niveles de bacterias 'Lawsonia' y 'Pyrolobus', y la reducción de los niveles de 'Alistipes' y 'Alloprevotella', se asociaron a una presión arterial más baja.
Los investigadores planean ahora un gran ensayo clínico para ver si el efecto protector de los probióticos se extiende a las personas con hipertensión. "Los probióticos presentan una vía prometedora en medicina preventiva --afirma Sun--, ofreciendo potencial para regular la hipertensión y remodelar nuestro enfoque de la salud cardiovascular".