MADRID, 25 Mar. (EUROPA PRESS) -
El ictus provoca secuelas físicas y psicológicas a largo plazo, ya que incluso hasta un año después de sufrirlo existe una alta prevalencia de depresión, ansiedad y apatía, según una tesis doctoral de la Universidad de Deusto en el que ha participado el Hospital Aita Menni (Guipúzcoa).
La muestra analizada para este estudio estaba compuesta por 97 personas con una edad media de 60 años que se dividían en el grupo de personas con ictus (GE) y el grupo control (GC) formado por personas que no lo habían sufrido. Además, las 3 cuartas partes fueron hombres.
La tesis se centraba en el análisis a los 3, 6 y 12 después meses de las alteraciones emocionales y de la personalidad como depresión, ansiedad, agresividad, irritabilidad y apatía, que se producen como consecuencia del ictus.
Los datos obtenidos muestran que tres meses después de padecer un ictus casi la mitad de las personas sufre depresión. El 30 por ciento presenta ansiedad durante los 3 y 6 meses, pero baja al 15 por ciento al llegar al año. Por su parte, la apatía se dio en la mitad de las personas en la primera valoración, disminuyendo hasta el 25 por ciento a los 12 meses.
Los ictus son la segunda o tercera causa de muerte en el mundo, siendo la primera causa de discapacidad en Europa y la segunda causa de muerte en España, la primera en el caso de las mujeres.
"Los ictus son una patología con una alta incidencia y las alteraciones psicopatológicas están mucho menos reconocidas que las alteraciones físicas o de la comunicación siendo muy importante conocer su impacto y abordar su tratamiento", ha señalado Naiara Mimentzala, autora del estudio y neuropsicóloga de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Aita Menni.
En este contexto, la autora ha destacado la "necesidad" de incorporar la valoración de las secuelas psicopatológicas tras un ictus, ya que los cambios cognitivos y conductuales afectan al día a día de las personas y su entorno.