MADRID 28 Nov. (EUROPA PRESS) -
Una nueva investigación de Alexander Shingleton, de la Universidad de Illinois Chicago (Estados Unidos), y sus colegas ha identificado un posible desencadenante que hace que la mosca de la fruta deje de crecer, lo que tiene implicaciones para entender el desarrollo humano, según publican en la revista 'Proceedings of the National Academy of Science'.
En los seres humanos, la señal del cuerpo para dejar de crecer se produce en torno a la pubertad, aunque pasan varios años antes de que el crecimiento cese realmente. Es importante comprender mejor este proceso, en parte debido a los cambios recientes en la forma en que los niños experimentan la pubertad.
"Sabemos que el inicio de la pubertad es cada vez más precoz. Pero para entender por qué está cambiando algo, hay que entender cómo funciona", explica Shingleton, catedrático de Ciencias Biológicas.
Así que los investigadores se fijaron en las moscas de la fruta, que experimentan el equivalente de la pubertad cuando se metamorfosean de larvas a adultos. La teoría entre muchos biólogos ha sido que una larva deja de crecer cuando alcanza un determinado tamaño corporal, lo que desencadena que inicie el proceso de convertirse en adulto. Otros insectos lo hacen, como la chinche besucona, que utiliza un "receptor de estiramiento" en su abdomen para controlar su tamaño, explica Shingleton.
Pero los investigadores no estaban convencidos de que la mosca de la fruta utilizara ese mecanismo. Su hipótesis era que tenía algo que ver con una hormona esteroidea implicada en el crecimiento de la mosca de la fruta llamada ecdisona, similar al estrógeno y la testosterona en los humanos.
Utilizaron un modelo matemático para explorar su idea. El modelo demostró que el tamaño corporal no es el desencadenante que hace que una mosca de la fruta deje de crecer. En su lugar, la glándula que produce la ecdisona activa un interruptor de "parada del crecimiento". En la fase larvaria, esa glándula recibe mucha información nutricional que le ayuda a decidir cómo regular la producción de ecdisona. Pero una vez que la ecdisona alcanza cierto nivel, la glándula ya no necesita esa información nutricional para tomar decisiones y empieza a regularse a sí misma.
Los investigadores creen que este cambio de necesidad de información nutricional es lo que desencadena que la mosca de la fruta deje de crecer. "No es que la mosca se mida a sí misma de forma directa", afirma Shingleton.
Le gustaría que se hicieran estudios similares en mamíferos, lo que podría arrojar más luz sobre el proceso de detención del crecimiento en humanos. Pero Shingleton sospecha que la experiencia de la mosca de la fruta está relacionada con la nuestra, dado que en ambas intervienen hormonas esteroideas similares y tanto la mosca de la fruta como el ser humano transmiten información nutricional a través de la insulina.