MADRID 21 Nov. (EUROPA PRESS) -
Los niños que viven en países devastados por la guerra no solo sufren malos resultados en materia de salud mental, sino que la guerra puede causar cambios biológicos adversos a nivel del ADN que podrían tener consecuencias para la salud durante toda la vida, según un estudio innovador de la Universidad de Surrey (Reino Unido). El estudio se publica en 'JAMA Psychiatry'.
En el primer estudio de este tipo, el equipo de investigación recopiló muestras de saliva de 1.507 niños refugiados sirios, de entre 6 y 19 años, que vivían en asentamientos informales en el Líbano. Analizaron la metilación del ADN (ADNm), un proceso epigenético en el que se añaden etiquetas químicas al ADN en varios sitios del genoma (el conjunto completo de genes). Estos cambios en el ADNm pueden activar o desactivar genes sin cambiar el código del ADN. Se utilizaron cuestionarios, completados tanto por los niños como por sus cuidadores, para medir la exposición a los eventos relacionados con la guerra experimentados por el niño.
Surrey, en colaboración con el University College de Londres (Reino Unido), el Instituto de Desarrollo, Investigación, Defensa y Atención Aplicada del Líbano, la Universidad St Georges del Líbano y una importante ONG internacional, descubrió que los niños que habían estado expuestos a situaciones de guerra presentaban cambios en el ADN en varios sitios y regiones del genoma.
Algunos de estos cambios estaban relacionados con genes implicados en funciones críticas como la neurotransmisión (cómo se comunican las células nerviosas) y el transporte intracelular (cómo se mueven los materiales dentro de las células). No se sabe que estos cambios específicos estén presentes en otras formas de trauma, como la pobreza o el acoso, lo que sugiere que la guerra puede desencadenar respuestas biológicas únicas en el cuerpo.
El profesor Michael Pluess, autor principal del estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad de Surrey, destaca que, "si bien es sabido que la guerra tiene un impacto negativo en la salud mental de los niños, el estudio ha encontrado evidencia de los mecanismos biológicos que subyacen a este efecto".
"También descubrimos que la guerra está vinculada a un envejecimiento epigenético más lento, lo que podría significar que la guerra podría estar afectando el desarrollo de los niños. En conjunto, nuestro estudio ofrece un panorama más claro del trágico coste que tiene la guerra, más allá del estrés mental, para los millones de niños atrapados en medio de ella", añade.
Además, los investigadores también analizaron cómo difieren los efectos biológicos de la guerra entre niños y niñas. Descubrieron que las niñas que habían vivido situaciones de guerra mostraban cambios más significativos en el ADN que los niños, en particular en los genes relacionados con la respuesta al estrés y el desarrollo cerebral. Aunque tanto los niños como las niñas se vieron afectados, las niñas mostraron una respuesta biológica más fuerte a la exposición a la guerra, lo que sugiere que pueden ser más vulnerables a los efectos a largo plazo del trauma a nivel molecular.
La m-ADN es un proceso natural en el que se añaden pequeños grupos químicos, llamados grupos metilo, a determinadas partes de nuestro ADN. Estos grupos actúan como interruptores, activando o desactivando genes o ajustando la intensidad con la que se expresan. Es importante destacar que esto no cambia la secuencia de ADN en sí.
El ADN m desempeña un papel fundamental en el desarrollo normal y puede verse afectado por factores como la dieta, el estrés y la exposición a traumas. Cuando alguien experimenta acontecimientos extremos, como una guerra, esto puede provocar cambios en el ADN m que podrían afectar su salud física y mental a largo plazo. Los científicos estudian estos cambios para comprender cómo las experiencias estresantes pueden dejar marcas biológicas duraderas en el cuerpo.