MADRID, 28 Ago. (EUROPA PRESS) -
El profesor Juan Carlos Sierra, titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada, ha señalado que, en el 80 por ciento de los casos, los hombres se duermen profundamente después de tener sexo, frente al 46 por ciento de las mujeres, mientras que el resto se mantienen más activas y despiertas.
"El sueño y la sexualidad tienen una estrecha relación, más allá de formar parte del grupo de necesidades fisiológicas básicas del ser humano. La buena calidad del sueño y la vida sexual son clave para una salud y vida óptima. Numerosos estudios confirman que dormir poco y mal se acompaña habitualmente de pérdida del deseo sexual y de una menor capacidad para excitación sexual. Se debe, entre otras razones, a las alteraciones hormonales que provocan los trastornos del sueño. Mantener relaciones sexuales disminuye el estrés, relaja e induce al sueño más placentero", explica este experto.
Así, Juan Carlos Sierra detalla que, mientras ellas liberan unas sustancias que les propicia el acercamiento al vínculo, a la proximidad con su pareja e incluso mantener nuevamente relaciones sexuales, los hombres suelen experimentar somnolencia tras el orgasmo, "pudiendo llegar a quedarse dormidos".
"A diferencia de la mujer, el hombre después de un orgasmo entra en una fase refractaria, caracterizada por la saciedad sexual. Esta somnolencia, e incluso sueño, es consecuencia de procesos que se producen a nivel cerebral y de la descarga de dos hormonas facilitadoras del sueño: la oxitocina y la serotonina. Por su parte, la liberación de otra hormona, la prolactina, durante el orgasmo conduce a la sensación de saciedad que facilita también el sueño", añade.