MADRID, 19 Ago. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) han trabajado con músicos de la Orquesta de Filadelfia para profundizar en el conocimiento de la cantidad de aerosol que producen y dispersan los instrumentos de viento, según publican en la revista 'Physics of Fluids'.
"Lo ideal sería que los músicos se sentaran cerca unos de otros para componer el mejor sonido, pero esa disposición se convirtió en un problema durante la pandemia de COVID", explica el autor Paulo Arratia, de la Universidad de Pensilvania.
Durante la pandemia muchos eventos musicales en vivo y festivales fueron pospuestos e incluso cancelados para proteger a los músicos y al público. Cuando volvieron a actuar, muchos grupos recurrieron a hacerlo con multitudes alejadas o limitadas. También adaptaron su repertorio para promover piezas con cuerdas y realizaron cambios significativos en el número de músicos y sus posiciones en el auditorio.
Los conjuntos orquestales se han enfrentado a un reto especial, ya que a contaminación es una de las principales preocupaciones, en concreto, si los instrumentos de viento son vectores de contaminación por dispersión de aerosoles.
Los investigadores utilizaron la visualización para caracterizar el flujo y luego rastrearon las partículas de niebla en el aire con un láser. También midieron la concentración de aerosoles de los instrumentos de viento con un contador de partículas.
A continuación, combinaron estas dos mediciones para desarrollar una ecuación sencilla que describiera la dispersión de los aerosoles, en la que la velocidad del aerosol decae con la distancia al instrumento. La idea es ayudar a otros investigadores a determinar la distancia que recorrerán los aerosoles midiendo la velocidad del flujo de salida. Esto informa de la rapidez con la que decaerá el flujo.
Los aerosoles emitidos por los instrumentos de viento compartían una concentración y una distribución de tamaños similar a la de los eventos normales de habla y respiración.
"Nos ha sorprendido que la cantidad de aerosol producida sea del mismo rango que la del habla normal --afirma Arratia--. Esperaba velocidades de flujo y concentraciones de aerosol mucho mayores".
Las mediciones del flujo (mediante velocimetría de imágenes de partículas) mostraron que las velocidades del chorro de salida son mucho menores que las de los eventos de tos y estornudos. En la mayoría de los instrumentos, la longitud máxima de decaimiento es inferior a 2 metros desde la abertura del instrumento. En consecuencia, los músicos de viento deben permanecer a 1,80 metros de distancia, de forma similar a la recomendación para los individuos.
Los investigadores estudiarán a continuación la contaminación por dispersión de aerosoles desde un punto de vista grupal para comprender la cantidad de aerosol y flujo que produce toda la orquesta al tocar juntos.
"Esperemos que este estudio sirva de guía a las autoridades sanitarias para desarrollar protocolos de seguridad en los eventos musicales en vivo", apunta Arratia.