MADRID, 28 Jun. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Tokio y la Universidad de Chiba, en Japón, ha elaborado una nueva vacuna para proteger contra el cólera mortal moliendo granos de arroz modificados genéticamente. El primer ensayo en humanos no ha mostrado efectos secundarios evidentes y una buena respuesta inmunitaria, según los resultados del ensayo clínico de fase 1 de la vacuna, denominada MucoRice-CTB, publicados en la revista 'The Lancet Microbe'.
La vacuna MucoRice-CTB es estable a temperatura ambiente de principio a fin. "Soy muy optimista respecto al futuro de nuestra vacuna MucoRice-CTB, especialmente por los resultados de la escalada de dosis. Los participantes respondieron a la vacuna en las dosis baja, media y alta, con la mayor respuesta inmunitaria en la dosis más alta", señala el profesor Hiroshi Kiyono, del Instituto de Ciencias Médicas de la Universidad de Tokio, que dirige el proyecto MucoRice.
Treinta voluntarios recibieron un placebo y grupos de 10 voluntarios recibieron un total de cuatro dosis espaciadas cada dos semanas de 3 miligramos (mg), 6 mg o 18 mg cada una de la vacuna.
Las pruebas realizadas dos y cuatro meses después de recibir la última dosis revelaron que los voluntarios que respondieron a la vacuna tenían anticuerpos IgA e IgG -dos tipos de proteínas que el sistema inmunitario produce para combatir las infecciones- específicos de la toxina B del cólera (CTB). Los participantes que recibieron una dosis más alta de la vacuna tenían más probabilidades de tener anticuerpos específicos contra la CTB. Un comité de revisión independiente no encontró pruebas de efectos secundarios significativos.
La bacteria 'Vibrio cholerae' se propaga con mayor frecuencia a través del agua potable contaminada con aguas residuales. Sin atención médica, el cólera puede matar en pocas horas debido a la diarrea con deshidratación grave, y cada año infecta a entre 1,3 y 4 millones de personas y causa entre 21.000 y 143.000 muertes, según la Organización Mundial de la Salud.
Existen cuatro vacunas modernas contra el cólera sin aguja, todas ellas se administran en forma de gotas en la lengua, pero requieren ser almacenadas en frío y están hechas de células enteras de cólera muertas o vivas atenuadas.
La nueva vacuna contra el cólera crece en plantas de arroz japonés de grano corto genéticamente modificadas que producen una porción no tóxica de CTB que puede ser reconocida por el sistema inmunitario. La CTB tiene una estructura similar a la de una toxina producida por algunos tipos de bacterias 'E. coli' causantes de enfermedades, por lo que las vacunas contra el cólera suelen ofrecer una protección cruzada contra la diarrea del viajero.
Los investigadores cultivan las plantas de arroz en una granja hidropónica de interior construida a tal efecto que cumple las normas de buenas prácticas de fabricación de medicamentos de la OMS, lo que garantiza que la vacuna no se contamine y que las plantas estén aisladas del entorno natural.
Las plantas producen la subunidad CTB en sus semillas, los granos comestibles del arroz, y almacenan los antígenos en gotitas llamadas cuerpos proteicos con membranas hechas de grasa. "Los cuerpos proteicos del arroz se comportan como una cápsula natural para hacer llegar el antígeno al sistema inmunitario del intestino", explica el doctor Kiyono.
Se han cultivado otros medicamentos en las plantas, casi siempre en las hojas -incluyendo tratamientos para el ébola, el linfoma y la gripe-, pero los fármacos tienen que ser extraídos y purificados antes de ser utilizados. El sistema MucoRice, basado en el grano, evita esos pasos adicionales y la necesidad de almacenamiento en frío, y protege los antígenos mientras viajan a través del ácido del estómago.
Cuando las plantas están maduras, el arroz se cosecha y se muele hasta convertirlo en un polvo fino, y luego se sella en paquetes de aluminio para su almacenamiento. Cuando la gente está lista para vacunarse, el polvo se mezcla con unos 90 mililitros de líquido y se bebe. Los investigadores sólo han probado la vacuna con suero salino (una solución salina equivalente a los fluidos corporales), pero esperan que funcione igualmente bien con agua corriente.
"Lo mejor de nuestra vacuna es que utiliza sabiamente el sistema inmunitario de la mucosa del cuerpo a través del intestino para la inducción de anticuerpos específicos contra el antígeno", destaca Kiyono.
Los voluntarios que respondieron a MucoRice-CTB tuvieron sus niveles sanguíneos más altos de IgG e IgA específicos del antígeno después de ocho a 16 semanas.
Sin embargo, 11 de los 30 voluntarios que recibieron la vacuna mostraron una respuesta inmunitaria baja o no medible. Todos los voluntarios del estudio declararon no haber viajado nunca fuera de Japón, por lo que es poco probable que tuvieran alguna exposición previa o inmunidad natural al 'V. cholerae' o a la 'E. coli' patógena.
"Cuando vimos esos datos sobre los 11 que respondían poco y los que no, pensamos que tal vez la microflora intestinal influya en el resultado de la respuesta inmunitaria", recuerda Kiyono.
Un extenso análisis genético de las muestras fecales de todos los voluntarios permitió identificar las miles de especies bacterianas que viven en sus intestinos. "En términos simplificados, los de alta respuesta tenían una microflora más diversificada, y en el grupo de baja respuesta, la diversidad era mucho más reducida", subraya Kiyono.
Los investigadores advierten de que el pequeño tamaño del estudio de fase 1 -en el que se administró la vacuna a sólo 30 voluntarios varones sanos- significa que la relevancia y la prevalencia de los no respondedores aún no están claras y que la diferencia total en la diversidad de la microflora fue sutil. Sin embargo, los resultados sí apuntan al papel más amplio de la microflora en la eficacia de la vacuna.
"Ahora mismo todo son especulaciones, pero quizá una mayor diversidad de la microflora crea una mejor situación para una fuerte respuesta inmunitaria contra la vacuna oral", señala Kiyono.
La relación entre el microbioma intestinal y la eficacia de las vacunas se ha puesto de manifiesto anteriormente por el desafortunado hecho de que la mayoría de las vacunas se desarrollan en los países industrializados y algunas son luego menos eficaces cuando se administran en los países en desarrollo.
Por ahora, los investigadores planean trabajar con socios de la industria farmacéutica para llevar MucoRice-CTB a la siguiente fase de ensayos clínicos en Japón y en el extranjero.