MADRID, 4 Dic. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU han realizado un análisis de hongos recolectados en turberas ha identificado varias especies que producen sustancias tóxicas para la bacteria que causa la tuberculosis; lo hallazgos sugieren que una dirección prometedora para el desarrollo de mejores tratamientos podría ser la de centrarse en los procesos biológicos de la bacteria que ayudan a mantener los niveles de compuestos conocidos como tioles.
Cada año, millones de personas en todo el mundo enferman de tuberculosis y más de un millón mueren, a pesar de que la enfermedad es prevenible y curable. Sin embargo, el tratamiento requiere tomar antibióticos diariamente durante meses, lo que puede suponer importantes desafíos, por lo que se necesitan urgentemente nuevos tratamientos que acorten el período de tratamiento. Para explorar posibles objetivos para estrategias de acortamiento del tratamiento, Neha Malhotra y su equipo recurrieron a las turberas de esfagno.
Estos humedales de agua dulce albergan abundantes especies de bacterias del género Mycobacterium, el mismo género que la bacteria que causa la tuberculosis, Mycobacterium tuberculosis . En estas turberas, los hongos compiten con las micobacterias para crecer dentro de una "capa gris" en descomposición que, de manera similar a las lesiones que se encuentran en los pulmones de los pacientes con tuberculosis, es ácida, pobre en nutrientes y en oxígeno.
En el laboratorio, los investigadores cultivaron Mycobacterium tuberculosis junto con cada una de las aproximadamente 1.500 especies de hongos recolectadas de la capa gris de varias turberas en el noreste de Estados Unidos. Así, identificaron cinco hongos que tenían efectos tóxicos contra la bacteria. Experimentos de laboratorio posteriores redujeron estos efectos a tres sustancias diferentes producidas por los diferentes hongos: patulina, citrinina y nidulalina A.
Cada uno de los tres compuestos parece ejercer sus efectos tóxicos sobre la bacteria de la tuberculosis al alterar gravemente los niveles celulares de una clase de compuestos conocidos como tioles, varios de los cuales desempeñan funciones esenciales en los procesos moleculares que ayudan a mantener las células bacterianas vivas y funcionales.
Los investigadores, quienes han publicado sus hallazgos han en la revista 'PLOS Biology', señalan que es poco probable que estos tres compuestos sean buenos candidatos a fármacos. Sin embargo, especialmente dada la similitud entre el entorno de la turbera y las lesiones de tuberculosis, los hallazgos respaldan una estrategia particular para el desarrollo de fármacos que acorten el tratamiento: dirigirse a los procesos biológicos que mantienen los niveles de tioles en la bacteria de la tuberculosis.
"Las micobacterias patógenas, como las que causan enfermedades humanas como la lepra y la tuberculosis, se encuentran en abundancia en las turberas de esfagno, donde el ambiente ácido, hipóxico y pobre en nutrientes da lugar a una feroz competencia microbiana. Aislamos hongos de dichas turberas y examinamos aquellos que competían directamente con las micobacterias mediante cocultivo y descubrimos que todos estos hongos actúan sobre el mismo proceso fisiológico en las micobacterias utilizando varios mecanismos químicamente distintos", explican.