Investigadores españoles defienden una nomenclatura biológica universal frente a revisiones de carácter moral

Investigadores españoles defienden una nomenclatura biológica universal frente a revisiones de carácter moral.
Investigadores españoles defienden una nomenclatura biológica universal frente a revisiones de carácter moral. - JESÚS GARCÍA RODRIGO
Publicado: martes, 25 junio 2024 12:04

SEVILLA 25 Jun. (EUROPA PRESS) -

Un grupo de investigadores españoles, liderados por Pedro Jiménez Mejías, de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla, y Saúl Manzano, de la Universidad de León, con la participación de científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Real Jardín Botánico (RJB), acaban de publicar un articulo en la revista BioScience defendiendo una nomenclatura biológica universal frente a posibles revisiones de carácter moral.

En este artículo, explican que la función de la nomenclatura biológica es la comunicación científica y "no reparar el desequilibrio social, y que este tipo de problemas deben ser abordados por otras vías", aunque reconocen que esta revisión de aspectos éticos "parece bienintencionada".

"De buenas intenciones está el infierno lleno", señala el investigador de la UPO Pedro Jiménez Mejías, autor principal del artículo, y añade que, "al querer reformar el sistema nomenclatural biológico revisando nombres creados en el pasado bajo premisas de justicia social como la entendemos hoy en día y desde Occidente, se crean multitud de nuevos conflictos; entre otros, abrimos la ventana a que en el futuro lo que hoy se considera adecuado sea visto con otros ojos y entremos en un proceso interminable de revisión".

Y se pregunta el investigador que, a la hora de renombrar especies descritas por autores en el pasado, "¿quién tiene el derecho a crear los nuevos nombres? ¿damos prioridad a unas culturas sobre otras? Y a la hora de elegir qué especies renombrar, ¿qué es lo apropiado y bajo qué prisma cultural? Si un ser vivo está dedicado a un personaje que es un villano en una cultura, pero un héroe en otra, ¿a quién atendemos a la hora de aplicar la censura? Aunque hay algún caso donde la decisión es blanco sobre negro, la mayor parte de las veces resultará en una pantanosa escala de grises", concluye.

El trabajo cuenta con más de 1.500 autores de más de 110 países de todo el mundo. Un borrador inicial fue expuesto públicamente en el servidor científico ResearchGate, abriendo un periodo de debate durante el cual multitud de investigadores se adhirieron al texto y enviaron centenares de sugerencias.

"Se trata de un movimiento sin precedentes en biología, más aún si tenemos en cuenta que se trata de un campo tan aparentemente anodino como es la nomenclatura biológica. Habla de cómo los científicos defendemos que la capacidad de comunicarnos es un bien común que no debemos comprometer bajo ningún concepto", afirma el investigador de la Universidad de León Saúl Manzano.

De hecho, las adhesiones al trabajo muestran que la preocupación por el tema es global y transversal, con participación de investigadores de lugares tan dispares como Estados Unidos y China --ambos sobrepasando el centenar de firmantes--, Latinoamérica, África subsahariana, el mundo árabe, o tanto Ucrania como Rusia.

La pregunta que se plantea es cuáles son las posibles soluciones para esta polémica. Existen distintos comités de nomenclatura para cada grupo de organismos, encargados de regular las normas por las que se nombran los seres vivos. El comité que se ocupa de grupos tan importantes y ricos en especies como las plantas, los hongos y las algas se reunirá el próximo mes de julio en Madrid en la Sesión de Nomenclatura previa al XX Congreso Internacional de Botánica.

Gonzalo Nieto Feliner e Inés Álvarez, del RJB-CSIC, y Juan Carlos Moreno, presidente de la Sociedad Botánica Española (SEBOT), forman parte del comité organizador y son también firmantes del artículo. "Durante cinco días, en la llamada Sesión de Nomenclatura del IBC, se revisan todas las propuestas recibidas durante los seis años previos para enmendar el Código Internacional de Nomenclatura de Algas, Hongos y Plantas. Una vez aceptadas unas y rechazadas otras, se edita un nuevo código que estará vigente durante los próximos seis años", ha explicado.

Los autores reconocen que los problemas generalizados presentes en la sociedad no deben ser ignorados por la ciencia, sino que todos debemos trabajar para evitar que se perpetúen. "Las generaciones actuales y futuras de taxónomos deben tener derecho a ser libres de decidir los nombres que crearemos, pero también deben asumir la responsabilidad de considerar la ética para evitar daños u ofensas en el futuro", apunta Santiago Martín Bravo, investigador de la UPO y también coautor del trabajo.

En este sentido, proponen algunas medidas sencillas que pueden incorporar aspectos éticos a la práctica nomenclatural como, por ejemplo, la inclusión de referencias culturales en los nombres nuevos o la consulta con expertos locales para evitar elegir nombres que deriven en un uso inexacto u ofensivos. "Si una cultura considera una especie como repugnante, dedicarla a una deidad puede no ser la mejor idea", aclara Laura Martín Torrijos, científica del RJB-CSIC.

Algunos ejemplos de nombres acuñados siguiendo estas buenas prácticas incluyen la hormiga Pheidole klaman, donde "klaman" es el término para "bello" en la tribu Akan de África, que comparte territorio con esta hormiga, o el dinosaurio asiático Yi qi, que en chino significa "ala extraña", en referencia a su aspecto.

Los autores del trabajo están convencidos de que, dada la sensibilidad del mundo científico, surgirán acciones hacia una nomenclatura más inclusiva y actualizada mediante la colaboración y el intercambio entre científicos de todos los países. Pero sobre todo abogan por preservar el inmenso valor de los sistemas de nomenclatura actuales y su universalidad, que han resistido el paso del tiempo durante más de 250 años, permitiendo la comunicación universal y contribuyendo decisivamente al actual desarrollo de las ciencias biológicas.