Archivo - Laboratorio. Probeta
Archivo - Laboratorio. Probeta - GETTY IMAGES/ISTOCKPHOTO / PATTONMANIA/ENAC
Publicado: viernes, 24 junio 2022 13:55


MADRID, 24 Jun. (EUROPA PRESS) -

El Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ha participado en una investigación internacional que ha descubierto una molécula capaz de optimizar la reparación del daño oxidativo que sufre el ADN, un proceso que se relaciona con el envejecimiento y un mayor riesgo de diversas enfermedades.

Se trata de una investigación básica, llevada a cabo con experimentos 'in vitro' en laboratorio y aún alejada de posibles ensayos clínicos con personas, pero que puede abrir la puerta a nuevos hallazgos en torno a los mecanismos de reparación del daño oxidativo en las células, que se relaciona con enfermedades inflamatorias, neurodegenerativas y oncológicas, entre otras.

El estudio, que acaba de publicarse en 'Science', está liderado por el doctor Thomas Helleday del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia). Rosario Perona, subdirectora del ISCIII y científica del CIBER de Enfermedades Raras, es una de las autoras, mientras que Carlos Benítez-Buelga, del grupo de Rosario Perona y Ana Sastre-Perona (IdiPaz), también firman la investigación, junto a científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).

El estudio ha profundizado ?en varios de los mecanismos celulares y genéticos implicados en la aparición de daños oxidativos en las células, que afectan a su material genético y que suponen un mayor riesgo de envejecimiento y de desarrollar numerosas enfermedades. Cuando el ADN de las células se ve dañado por procesos oxidativos entra en acción una enzima codificada por el gen OGG1, denominada 8-oxoguanina glicosilasa, que facilita la actividad de la proteína endonucleasa apurínica/apirimidínica (APE1), encargada de reparar ese daño celular.

Han descubierto que una pequeña molécula, llamada TH10785, interactúa con dos aminoácidos del gen OGG1, fenilalanina-319 y glicina-42, provocando una mayor actividad de OGG1 y, en definitiva, una mayor capacidad para reparar el daño oxidativo en el ADN celular gracias a la adquisición de una nueva función enzimática debido a la acción de la molécula. La actividad de consigue que el proceso de reparación de este daño oxidativo no necesite tanta implicación de la proteína APE1, haciendo que entre en juego el gen polinucleótido quinasa fosfatasa (PNKP1), conocido por su capacidad de reparación del daño genético.

Los autores concluyen que utilizar la molécula TH10785 como diana farmacológica para aumentar la capacidad de reparación del daño oxidativo que pueden sufrir las células en su ADN puede generar nuevas oportunidades para frenar el envejecimiento celular y prevenir la aparición de enfermedades inflamatorias, neurodegenerativas y el cáncer.

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