MADRID, 18 EUROPA PRESS)
Un equipo de científicos, liderado por Giuseppe Melacini, de la Universidad McMaster, en Ontario, Canadá, ha realizado avances para desentrañar el misterio del péptido beta-amiloide (Abeta), una molécula que se encuentra en el enredo de las placas cerebrales asociado con la enfermedad de Alzheimer, tal y como lo expondrá el principal investigador en la 58 reunión anual de la Sociedad americana de Biofísica, que se celebra en San Francisco, hasta el miércoles.
"Al centrarse en uno de los principales componentes que deteriora la función adecuada del cerebro, llamado péptido Abeta, estamos tratando de entender qué propiedades de Abeta conducen a los agregados tóxicos implicados en el deterioro del cerebro", explica Melacini. A su juicio, este trabajo es importante porque sin una comprensión molecular de la enfermedad de Alzheimer será difícil, si no imposible, empezar a encontrar una cura.
El Alzheimer es la forma más común de demencia entre las personas de edad avanzada y su riesgo aumenta con la edad, lo que conllevará a una mayor carga para la sociedad a medida que avanza el siglo XXI. El número de estadounidenses que viven con la enfermedad de Alzheimer se ha duplicado desde 1980 y se espera que se triplique nuevamente en 2050.
Por desgracia, la enfermedad de Alzheimer ha sido el menos propensa a los avances en el área en la que los investigadores desearían encontrar para que cambie su capacidad de luchar contra ella. De hecho, todavía no hay una forma de prevenir, revertir o diagnosticar la enfermedad de Alzheimer mediante marcadores moleculares o imágenes.
Melacini y su equipo utilizaron un método único desarrollado originalmente para estudiar la comunicación a larga distancia en el plegado de proteínas. Se trata de un nuevo enfoque nunca utilizado antes para péptidos desplegados, tales como la molécula Abeta, y podría revelar estados elusivos transitorios de Abeta que han escapado a la detección hasta ahora pero que podrían estar implicados en la formación de agregados tóxicos.
Es difícil trabajar con este sistema debido a que es muy propenso a la agregación y muy sensible a incluso las más pequeñas diferencias en los protocolos de preparación de muestras, según Melacini. "La molécula de Abeta también es altamente dinámica y, por lo tanto, es difícil determinar qué estructuras de este conjunto complejo son funcionalmente relevantes", concreta.
Aunque esta investigación se encuentra todavía en sus primeras etapas, el equipo está dando los siguientes pasos para identificar las estructuras de Abeta que forman o inhiben agregados tóxicos, que a su vez pueden causar daño cerebral, para, posteriormente, atrapar estas estructuras y utilizarlas para la investigación. "Si podemos identificar las estructuras del péptido Abeta que llevan a agregados tóxicos, podemos entonces comenzar a desarrollar inhibidores que supriman ese proceso y den la oportunidad de encontrar tratamientos para la enfermedad de Alzheimer", concluye Melacini.