Isabel Rojas, psicóloga, da las pautas frente a una rabieta: "Tenemos que enseñar los niños a tolerar la frustración"

Padre e hijos - ISTOCK

MADRID, 9 Abr. (EDIZIONES) -

   "Tenemos que enseñar a nuestros hijos a tolerar la frustración y las cosas negativas que nos pasan. Esto les ayudará a no bloquearse, ni hundirse, cuando haya momentos malos en su vida. Les ayudará a levantarse y a seguir. Creo que vivimos en un mundo donde nos hemos convertido en intolerantes al dolor, y a quienes nos cuesta mucho el no, nos cuesta el que las cosas no salgan como nosotros queremos".

   Así lo afirma en una entrevista con Europa Press Salud Infosalus la psicóloga Isabel Rojas Estape, que acaba de publicar 'Hay fuego en mí' (Timunmas), el tercer cuento de la colección 'La neurona exploradora' y que enseña a los niños a "gestionar las rabietas y la frustración para prevenir la desmotivación adolescente".

   Por eso insiste esta experta en que, desde que son muy pequeños los niños, hay que enseñarles que no se puede tener todo siempre, y que no pasa nada si algo que queremos no nos sale como nosotros queremos.

LA IMPORTANCIA DEL ENTORNO FAMILIAR

   En este sentido, le preguntamos a esta psicóloga de qué manera el entorno familiar, escolar y social son determinantes a la hora de que los niños expresen y regulen su rabia: "La familia es la escuela que todo ser humano tenemos y de lo vivido aquí se crean los cimientos emocionales. Cualquier persona entre los 0 y 20 establece el 70% de su sistema de creencias, cómo cree que debe ser el mundo y si he visto en mi familia que yo trabajo y que con el trabajo consigo cierto éxito, voy a tener muy metido que el trabajo es sinónimo de conseguir lo que uno quiere

   De esta forma señala que si yo he vivido en una familia que se me ha querido, apoyado, enseñado, haré lo mismo y replicaré lo mismo. "Si he sido consciente de que en esa familia no me he sentido muy querido y quiero hacer mi propio sentido de creencias, instauraré unas formas de ver la vida desde entonces muy pronto", añade por contra.

   Es más, Isabel Rojas Estapé destaca que "la familia es la universidad en la que nosotros aprendemos a comportarnos, por aprendizaje o por imitación", de forma que el rol de los padres para nosotros es fundamental para nuestro desarrollo.

   "El niño aprende por imitación, por lo que ve. Si ve que en casa se lee, adquirirá que 'leer es bueno', que hacer deporte es bueno, aprender a posponer la recompensa. Los padres somos los primeros educadores, pero con nuestro ejemplo, y animo a los padres a ser conscientes de ello. No puedo pretender que mi hijo tenga mucha voluntad, si él no ve que yo la tengo", asevera esta psicóloga.

NO DEBEMOS TRATAR A TODOS NUESTROS HIJOS POR IGUAL

   Según prosigue, y relacionado con la regulación de la rabia y la frustración en los menores, subraya que todos nacemos con un temperamento propio "inamovible, muy genético, y que se une al carácter", de manera que lo que vivimos en casa, más todos estos factores sumados, es lo que marca nuestra personalidad.

   "Hay una parte genética inamovible, pero también depende de lo que viva esa persona. Cada niño es un mundo, y debe ser tratado de la forma que necesita ser tratado. No hay que tratar a todos los hijos por igual. A los más sensibles de una determinada forma, por ejemplo. Es importante que los padres conozcamos bien a nuestros hijos porque tratar a todos por igual no está bien porque no todos somos iguales, ni tenemos el mismo temperamento, ni el mismo carácter, ni la misma personalidad, y no todos procesamos igual la información", agrega.

   CUANDO HAY UN PROBLEMA

   ¿Cómo pueden los padres y cuidadores identificar si la rabia de un niño es parte de su desarrollo normal o si podría ser un signo de un problema emocional subyacente?

   Aquí Rojas Estapé recuerda que a los dos años el cerebro del niño se está desarrollando de forma muy rápida, tiene una "neuroplasticidad enorme", y a partir de los dos años se produce una gran expansión a nivel del lenguaje. Dice que es cuando los niños empiezan a ser conscientes, y es un momento en donde siempre va a haber rabietas, "connaturales a este momento neuronal, pero también claves para enseñar a los niños".

   Recuerda en este punto que es clave saber poner límites a los niños, y la importancia de cómo les decimos que no, "ni demasiado fuerte, ni demasiado flacos, con contundencia", explicando las cosas y de forma cercana. Ahí ve importante saber que muchas rabietas dependen de la gestión de los padres y el niño al final por mucho temperamento tenga, el cómo los padres le gestionan rabietas y el temperamento es clave.

   PAUTAS FRENTE A UNA RABIETA O DESBORDE EMOCIONAL

   Con todo ello, Isabel Rojas Estapé remarca los pasos con los que los padres pueden gestionar o ayudar a sus hijos a gestionar y a regular sus emociones y sus rabietas:

   1. Conoce a tu hijo y anticípate a situaciones que lo desborden.

   2. Mantén la calma. Es clave que el padre no pierda el control.

   3. Regula primero, razona después. Durante la rabieta no intentes razonar con él porque está bloqueado; ayúdalo a calmarse primero.

   4. Valida sus emociones.

   5. Desbloquéalo, llevándolo al absurdo, animando el objeto con el que se ha frustrado.

   6. Verbaliza su emoción. 'Como sé que esto te frustra, lo mejor es que te pongas a dibujar, que sé que te gusta mucho'.

   7. Enseña habilidades cuando todo esté tranquilo. Una vez pasada la rabieta habla de lo ocurrido y enseña formas de expresar lo que sienten.

   8. Ten paciencia y enséñale a ponerse en la situación de otro.

   9. Hazle preguntas sobre lo que ve.

   "Es clave el momento, está bloqueado, así como la capacidad de control, para atender, comprender, concentrarse. Hay que volver a activarla o intentar reconfigurar o estimular con la amígdala. Cuando un niño está frustrado por algo animo a que los padres le lleven al niño al absurdo, animar el problema que estén teniendo, y llevarlo a un extremo de ironía, de alegría, de tontería, y el niño de repente baja la intensidad del lloro y de frustración", concluye esta psicóloga.