MADRID 9 Abr. (EUROPA PRESS) -
La neurocirujana Beatriz Mansilla Fernández, del Hospital Quirónsalud San José, ha explicado que sentir debilidad muscular, hormigueo o dolor persistentes; padecer una sudoración anormal, mareos o problemas digestivos, entre otros síntomas, deben alertar de una posible lesión en los nervios periféricos.
"Los nervios periféricos son los cables que conectan el cerebro y la médula espinal con el resto del cuerpo. Gracias a ellos, podemos movernos, sentir el tacto o la temperatura e incluso regular funciones automáticas como la presión arterial o la sudoración", ha explicado Mansilla.
Esta red de nervios puede dañarse por diversas razones, impactando en la calidad de vida. Según los datos de la Sociedad Española del Dolor, el dolor neuropático periférico afecta a casi el ocho por ciento de la población española.
La especialista de Quirónsalud ha detallado que hay distintos tipos de nervio que pueden verse afectados y, dependiendo de esto, la persona puede sufrir unos síntomas u otros. Así, si se trata de un nervio motor, puede haber debilidad o dificultad para mover una parte del cuerpo; mientras que si es sensitivo se puede notar hormigueo, entumecimiento o dolor, a veces como una sensación de quemazón.
Además, si se trata de uno autónomo pueden aparecer sudoración anormal, mareos al ponerse de pie o problemas digestivos; y si hay un tumor nervioso, además de los síntomas anteriores, puede palparse un bulto o notarse una molestia progresiva.
CAUSAS DE LA LESIÓN
En cuanto a las causas que producen una lesión en los nervios periféricos, estas pueden variar entre un golpe fuerte, una fractura, una cirugía y otros factores, como las compresiones prolongadas o posturas mantenidas; la diabetes, que es una de las principales causas; infecciones y enfermedades autoinmunes; el consumo de alcohol, ciertos fármacos o la exposición a químicos; y tumores, que son menos frecuentes, pero pueden comprimir el nervio y afectar su función.
Sobre los tumores, Mansilla ha precisado que los más comunes son los de vaina nerviosa, como los schwannomas y los neurofibromas. En su mayoría son benignos, crecen lentamente y pueden causar síntomas como dolor localizado, hormigueo o pérdida de fuerza si presionan estructuras cercanas.
Además, hay algunos factores de riesgo identificados que aumentan la probabilidad de daño en los nervios. En concreto, la diabetes; los trabajos repetitivos, como escribir en el ordenador o tocar un instrumento; deficiencias nutricionales, sobre todo la falta de vitamina B12; el alcohol y el tabaco; y enfermedades genéticas, como la neurofibromatosis.
PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO
Como aspecto positivo, Beatriz Mansilla ha destacado que las lesiones en nervios periféricos pueden prevenirse en muchos casos. Para ello, ha invitado a seguir hábitos saludables, como el control de la diabetes, evitar posturas mantenidas, hacer pausas en actividades repetitivas, llevar una alimentación equilibrada y evitar el tabaco y el alcohol.
Del mismo modo, ha apuntado a los beneficios de un diagnóstico temprano. Este se realiza mediante una exploración médica y pruebas como la electromiografía (EMG) o estudios de conducción nerviosa para evaluar la función del nervio. En caso de sospecha de un tumor, se utilizan resonancia magnética o ecografía para visualizarlo con precisión.
Respecto al tratamiento, en casos leves, se centra en fisioterapia, rehabilitación y medicación para el dolor neuropático; si se trata de compresiones nerviosas, se realizan infiltraciones o cirugía para liberar el nervio afectado; y en caso de tumores de nervio periférico, aunque suelen ser benignos y pueden extirparse mediante una cirugía sencilla, en casos excepcionales, si el tumor es maligno, puede ser necesario un tratamiento más complejo.
MICROCIRUGÍA
Cuando es necesaria la microcirugía, esta se realiza generalmente bajo anestesia regional, minimiza el riesgo y facilita una recuperación más rápida del paciente, permitiendo un abordaje quirúrgico más preciso del área afectada sin dañar los tejidos circundantes.
En este tipo de cirugías juega un papel fundamental la monitorización neurofisiológica intraoperatoria (MNIO), que permite conocer el estado de las funciones neurológicas durante la cirugía, identificando estructuras, guiando al cirujano y minimizando los riesgos de lesión.
En cualquier caso, la profesional ha hecho hincapié en que la cirugía sea realizada por un especialista con experiencia en microcirugía de nervios, con el fin de preservar la función nerviosa y evitar secuelas.