MADRID, 11 May. (Reuters/EP) -
Investigadores de la Universidad Estatal de Ohio en Columbus (Estados Unidos) aseguran que los niños pequeños que siguen una rutina para dormir o comer y tienen un tiempo limitado para ver la televisión gestionan mejor sus emociones y tienen menos riesgo de obesidad cuando son un poco más mayores.
Así se desprende de los resultados de un trabajo publicado en la revista 'International Journal of Obesity', que comparó el riesgo de obesidad infantil de estos niños con quienes llevan horarios más desordenados o pasan mucho tiempo frente a las pantallas.
Estudios previos llevan tiempo demostrando que ver mucho la televisión o dormir poco aumenta el riesgo de obesidad en la población adulta, pero este trabajo muestra que esta conexión puede darse ya desde los primeros años de la infancia.
En concreto, vieron que los niños que tenían un mejor control emocional a los 3 años tenían menos probabilidades de ser obesos a los 11 años, en comparación con quienes no eran tan buenos a la hora de expresar sus sentimientos e impulsos.
En su trabajo analizaron datos de 10.955 niños nacidos en Reino Unido entre los años 2000 y 2002, cuyos padres se encargaron de detallar los horarios que solían tener en casa y otros aspectos de su conducta cuando tenían 3 años, así como datos de su altura y peso al llegar a los 11. Una edad a la que, según la información recopilada, el 6 por ciento de los participantes podían considerarse obesos.
Cuando tenían 3 años de edad, el 41 por ciento de los niños tenía una hora establecida para acostarse, el 47 por ciento solía comer sobre la misma hora y el 23 por ciento no estaba más de una hora frente a la televisión. Y los tres factores estuvieron relacionados con un mejor control emocional.
CUANTO PEOR SE REGULAN LAS EMOCIONES, MÁS RIESGO DE OBESIDAD
En concreto, los niños con 3 años obtenían una puntuación media de 2 sobre 5 en una escala de regulación emocional. Y por cada punto de disminución en esa escala se asociaba con un 38 por ciento más de riesgo de obesidad a los 11 años.
Al mismo tiempo, no tener un horario establecido para irse a la cama a los 3 años se asoció con un riesgo de obesidad un 87 por ciento mayor a los 11 años. Y aunque era menos frecuente no seguir una rutina para comer, los niños que la tenían también eran más propensos a tenerla también para acostarse.
El estudio no es un experimento controlado diseñado para demostrar cómo las rutinas o la regulación emocional influyen directamente en el riesgo de obesidad de los niños, por lo que los autores admiten que no se pueden extrapolar los resultados a otro país o a otros menores nacidos en otro año.
Sin embargo, los resultados ponen de relieve los beneficios para la salud de tener una rutina a la hora de acostarse, ha destacado Sujay Kansagra, investigador del sueño pediátrico de la Universidad de Duke (Estados Unidos) que no ha participado en el estudio.