MADRID, 24 Abr. (EUROPA PRESS) -
El coordinador del Departamento de Estudios de Manos Unidas, Fidele Podga, advierte de que a pesar de los avances en tratamientos y vacunas, "el desafío se ha vuelto mucho mayor y la malaria sigue siendo la enfermedad más mortal del continente africano".
En el marco del Día Mundial del Paludismo, conmemorado el próximo 25 de abril, desde la ONG Manos Unidas recuerdan que, según el 'Informe Mundial sobre el paludismo' de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2022 se dieron en el mundo 249 millones de casos de malaria y 608.000 personas murieron a causa de la enfermedad.
Debido a su situación de pobreza, África, con 233 millones de contagios, fue el continente que concentró el 94 por ciento de los casos y el 95 por ciento de las defunciones, un 78 por ciento de estas en niños menores de cinco años.
A este respecto, Podga denuncia que la malaria "nace de la pobreza", "causa más pobreza y mata más a los pobres", en un contexto donde la crisis climática "ha venido a exacerbar más las cosas", ya que los aumentos de temperaturas y otros fenómenos como ciclones o inundaciones, crean "contextos idóneos para la proliferación y actividad de mosquitos".
Por lo tanto, desde Manos Unidas explican que la erradicación del paludismo es algo complejo. "Está demostrado que las estrategias de suministro de tratamientos y de prevención no han sido suficientes para acabar con una de las enfermedades con mayor índice de mortalidad del mundo y que, desde 2015, no ha dejado de aumentar", detallan.
NUEVAS VACUNAS
"Por otro lado, desde hace unos años el mundo, sobre todo el africano, vive grandes esperanzas en torno a una vacuna que podría contribuir a erradicar la enfermedad", añade Podga.
En concreto, serán dos las vacunas que estén en el mercado desde mediados de 2024. Sin embargo, una de ellas, la Mosquirix, se ha estado experimentando durante dos años en Ghana, Kenia y Malaui, con resultados "difícilmente evaluables", según precisan desde Manos Unidas.
Para el coordinador del Departamento de Estudios de Manos Unidas, las medidas de prevención planteadas están lejos de conseguir los resultados esperados, "sobre todo porque se están dando resistencias de mosquitos a los insecticidas".
"En los tratamientos, se está dando también resistencia a los medicamentos. La eficacia de las vacunas ronda el 30 por ciento (RTS, S/AS01 - Mosquirix) y el 70 por ciento (R21/Matrix-M), aparte de los esfuerzos económicos que todavía suponen su producción, distribución, y acceso de las poblaciones más vulnerables", añade.
DESARROLLAR "UNA POLÍTICA TERRITORIAL"
Así, desde Manos Unidas aseguran que acabar con esta enfermedad exige una gestión sociopolítica del entorno que elimine las distintas formas de insalubridad que fomentan la proliferación de sus vectores, como aguas estancadas, aguas residuales, alcantarillado deficiente e incontrolada inmundicia donde malviven millones de seres humanos.
De esta manera, Fidele Podga subraya la necesidad de poner en marcha "una política territorial" que permita a las familias "acceder a una vivienda digna con servicio de agua y saneamiento", así como a una red de alcantarillado adecuado para evitar la reproducción de mosquitos.
Para concluir, el coordinador del Departamento de Estudios de Manos Unidas explica la necesidad de conseguir que las familias tengan ingresos que les permitan el acceso a medicamentos y vacunas, o que exista una garantía de que esa vacunación llegue a todos. Porque, según denuncia Podga, "la mera existencia de las vacunas no significa que sean asequibles a todas las personas".