Mar López, pediatra, sobre los abusos: Por qué no se debe obligar a dar besos a los niños, ni siquiera a los abuelos

Archivo - Abuela besando a su nieta.
Archivo - Abuela besando a su nieta. - VIKTOR CVETKOVIC/ISTOCK - Archivo
Publicado: jueves, 29 agosto 2024 8:21

   MADRID, 29 Ago. (EDIZIONES) -

   No debemos obligar a dar besos a los niños porque sí, aunque sean sus abuelos, si no les apetece, y ni mucho menos a un extraño; o incluso a nosotros mismos, si somos sus padres. Es una de las mejores formas de prevención del abuso sexual infantil; una lacra social que sufren hoy en día 1 de cada 4 niños españoles, y que apenas se denuncia en un 15% de los casos.

   Así lo denuncia la pediatra Mar López, especialista en Pediatría Social, y quien ha publicado con Beascoa 'El monstruo de los abrazos', un libro dirigido a los menores y sus familias, desde que son muy pequeñitos, y con el que intentar prevenir este lamentable problema.

   En el abuso sexual infantil normalmente el agresor es alguien de la confianza de la familia o del círculo cercano, tal y como afirma esta experta, y dice que puede ser desde un entrenador, hasta un profesor, un amigo de la familia, el papá de otra amiga, un familiar, o bien alguien que tiene o que se gana la confianza del niño. "En muchos casos, habían sido abuelos, primos mayores, o incluso el propio padre. El 80% de los casos es un varón el agresor, y el 90% alguien del entorno de la víctima", remarca.

   Aquí advierte la doctora López que los abusos sexuales no tienen por qué implicar siempre el contacto, sino que pueden incluir diferentes formas de actividad sexual, como por ejemplo mostrar nuestro cuerpo al otro.

   En cuanto a cómo consigue convencer a la víctima explica que normalmente empieza como un juego, de manera que la persona del entorno de la víctima se gana su confianza y se va extralimitando poco a poco, lentamente, de manera que el menor no lo advierte.

   "Cuando se empieza a sentir mal, incómodo, y se da cuenta de que eso no le gusta o le duele, el agresor lo amenaza con hacer daño a su familia, lo culpabiliza y lo obliga a guardar el secreto. En el cuento, Pegón le dice a Achuchones que no lo explique, que será su secreto. Del mismo modo, los abusadores suelen asustar a sus víctimas diciéndoles que, si se lo dicen a alguien, les echarán la culpa a ellas, o nadie las creerá", agrega.

CÓMO MARCARÁ SU FUTURO

   Sobre las implicaciones que para el futuro tendrá ese abuso para el menor, esta médico especialista en pediatría social mantiene que todo dependerá de quién haya sido, de cuánto haya durado el abuso, de la edad del niño, de cómo lo haya vivido el niño, de las amenazas que haya recibido, y de cómo lo gestione la familia y suele validar las emociones del niño.

   A juicio de esta experta, educar a los menores en el consentimiento es fundamental porque ellos ya suelen tener bastante claro lo que les apetece y lo que no, y somos nosotros, los adultos, los que muchas veces les hacemos dudar de lo que sienten o quieren, porque nos han enseñado que hay que dar dos besos a los abuelos, o a un amigo de los padres, por ejemplo, para ser educados.

   "No hay que insistirles en que den un beso a un abuelo si no quieren, porque al final les hacemos dudar de lo que sienten y les apetece, cuando siempre es válido. Si tu hijo tiene claro que no, luego será adolescente y cuando todo el grupo juegue a la botella, a pesar de la presión del grupo, si no le apetece dirá que no. Y al final si un amigo le dice 'yo hago esto si tú me das un beso' verá que es un chantaje, y al final dirá que no. Si les educamos en lo contrario les estamos desprotegiendo, por eso es tan importante", remarca la doctora López.

   Hablar sobre el consentimiento con los pequeños debe hacerse desde pequeños, tal y como recomienda porque al final, cuando le cambias el pañal, y si les hablas de la vulva y el pene cuando son un poco más mayores y han escuchado ya esas palabras, será todo más fácil, según considera.

    Lamenta aquí que algunos niños lo han contado varias veces a un adulto hasta que alguien les ha hecho caso o escuchado, al tiempo que resalta que el niño en otras ocasiones le cuesta contar esta realidad porque se siente culpable de la situación porque se ha dado cuenta tarde de lo que estaba sucediendo, o porque el agresor ha hecho que se sienta culpable manipulándolo y amenazándolo, o a veces porque incluso ha sentido placer.

FAVORECER QUE NOS CUENTEN LAS COSAS

   A la hora de favorecer el que nuestros hijos nos cuenten cosas, esta pediatra siempre aconseja que al recoger a los niños en la escuela contarles primero el día cómo ha transcurrido para los padres para que luego, más fácilmente, los pequeños nos cuenten qué tal les ha ido el día, aunque haya sido malo.

   "Nosotros tenemos que tener intimidad con nuestros hijos. Tenemos que darles ese momento de estar a solas donde hablarles de las cosas que no nos son fáciles, o incluso nos duelen; y de las que habitualmente protegemos a los niños, pero después queremos que ellos nos cuenten a nosotros. Igualmente, es importante no juzgar, escuchar primero y validar sus emociones después. Así nos contarán las cosas. Si le riñes en lugar de empatizar y de buscar una solución no te acabará contando las cosas", añade.

SÍNTOMAS DE ABUSO SEXUAL INFANTIL

   Normalmente vemos al pequeño que está más retraído, con un cambio de carácter, más irascible, más sensible, que llora más fácilmente, o que mantiene un comportamiento sexual inapropiado a su edad, así como los movimientos que hace, o bien que tiene pesadillas, infecciones o heridas en los genitales, o no quiere ir con esa persona de repente y lo tiene muy claro, o bien pueden hacen regresiones y se vuelven a hacer pipi, según prosigue Mar López.

   También el hecho de leerles un cuento así, que en casa llamemos a los genitales por su nombre, favorecer la comunicación de estos temas en casa y que ellos vean que no son temas tabú, y responder con sinceridad a sus preguntas pueden ayudar a prevenir el abuso sexual infantil.

   "Nunca debemos forzar a los niños a dar besos ni abrazos si no les apetece. Debemos educarles para que entiendan y hablar en casa con naturalidad, y responder a sus preguntas con naturalidad, ir dándole información sobre qué son las cosas si nos preguntan, y cuando sean un poco más mayores, sobre todo 5 años, decirles que hay adultos que pueden intentar ver o tocar sus genitales, o bien pedirles que le toquen los suyos. Enseñarles a que hay que decir que no, buscar ayuda, y contarlo", destaca esta pediatra.

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