MADRID, 24 Feb. (EUROPA PRESS) -
Más del 50 por ciento de los niños de 6 a 11 con dermatitis atópica moderada-grave también tiene asma y, en el caso de los adolescentes, este porcentaje puede oscilar entre el 49 y el 81 por ciento, según advierten desde Sanofi, basándose en datos de un estudio publicado en el 'Journal of the American Academy of Dermatology' y realizado en Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón.
La coexistencia de estas patologías en un mismo paciente no es casual. Los últimos avances científicos han demostrado que tanto la dermatitis atópica como un tipo de asma grave tienen como origen una respuesta excesiva de la inflamación tipo 2 del sistema inmunitario ante alérgenos u otros factores desencadenantes.
Por su parte, la dermatitis atópica, cuyos síntomas pueden ser persistentes e incontrolados, puede afectar a distintos ámbitos de la vida de los niños y adolescentes que la padecen, especialmente debido al picor intenso o prurito.
Por ejemplo, muchos reducen su interacción social y experimentan dificultades para dormir, así como síntomas de depresión y ansiedad; unas consecuencias que, a su vez, pueden afectar también en su rendimiento escolar. En este sentido, se calcula que los adolescentes con dermatitis atópica moderada-grave pierden entre 8 y 12 días de escuela cada cuatro semanas, y el 39 por ciento de los jóvenes de 14 a 17 años ha reconocido haber sido víctima de bullying o acoso debido a la enfermedad.
El asma, por su parte, se estima que afecta aproximadamente al 4,9 por ciento de la población adulta en España y a alrededor del 10 por ciento de los niños, siendo considerada la segunda enfermedad más prevalente en adolescentes, solo por detrás de la obesidad.
En lo que se refiere al asma grave, la patología puede tener un gran impacto social y personal en el día a día de adultos y adolescentes debido, principalmente, al alto riesgo de exacerbaciones e ingresos hospitalarios.
Concretamente, en los jóvenes de 12 a 17 años, la enfermedad puede hacer que se sientan avergonzados, cohibidos o inseguros; sobre todo por cómo los síntomas puede interferirles en el sueño, la escuela, la esfera social o las actividades deportivas.
Asimismo, pueden infravalorar la gravedad de su asma y tener un mayor riesgo de depresión, aislamiento y ansiedad. Una carga que también se extiende a su entorno, por la preocupación y ansiedad que sienten y por los días de trabajo perdidos.
LA CONEXIÓN ENTRE EL ASMA Y LA DA
El desconocimiento de la conexión que existe entre estas enfermedades dificulta, a menudo, su diagnóstico y tratamiento. Según diversos estudios científicos, la inflamación tipo 2 presente en el sistema inmunitario puede responder de forma excesiva ante alérgenos u otros factores desencadenantes, y esta respuesta puede jugar un papel determinante en enfermedades inflamatorias como la dermatitis atópica y el asma; así como para la rinosinusitis crónica con poliposis nasal, la esofagitis eosinofílica o algunas alergias alimentarias.
Además, este origen común también se considera la razón por la que las personas con una enfermedad inflamatoria tipo 2 tienen más riesgo de convivir con otra patología de la misma clase.
Por ejemplo, hasta el 35 por ciento de las personas con asma grave también tiene dermatitis atópica, y hasta el 50 por ciento de las personas con DA también asma. En lo que se refiere a los niños, más del 85 por ciento de los afectados por una dermatitis atópica también sufren otra enfermedad inflamatoria tipo 2, conviviendo con asma más de la mitad. Este porcentaje aumenta hasta el 93 por ciento en los adolescentes con DA moderada-grave, de los cuales hasta un 81 por ciento también tiene asma.