MADRID, 20 Ene. (EUROPA PRESS) -
Las personas con depósitos de grasa ocultos en los músculos tienen un mayor riesgo de morir o ser hospitalizadas por un ataque cardíaco o insuficiencia cardíaca, independientemente de su índice de masa corporal, según una investigación realizada en el Brigham and Women's Hospital (Estados Unidos) y publicada en el 'European Heart Journal'.
De esta forma, el nuevo hallazgo agrega evidencia de que las medidas existentes, como el índice de masa corporal o la circunferencia de la cintura, no son adecuadas para evaluar con precisión el riesgo de enfermedad cardíaca para todas las personas.
Esta grasa "intermuscular" es muy apreciada en los filetes de ternera para cocinar. Sin embargo, se sabe poco sobre este tipo de grasa corporal en los seres humanos y su impacto en la salud. Este es el primer estudio que investiga exhaustivamente los efectos de los músculos grasos en las enfermedades cardíacas.
El nuevo estudio fue dirigido por la profesora Viviany Taqueti, directora del Laboratorio de Estrés Cardíaco del Hospital Brigham and Women's y profesora de la Facultad de Medicina de Harvard, en Boston (EEUU).
"La obesidad es ahora una de las mayores amenazas globales para la salud cardiovascular, pero el índice de masa corporal (nuestra principal métrica para definir la obesidad y los umbrales para la intervención) sigue siendo un marcador controvertido y defectuoso del pronóstico cardiovascular. Esto es especialmente cierto en las mujeres, donde un índice de masa corporal alto puede reflejar tipos de grasa más 'benignos'", señala.
"La grasa intermuscular se encuentra en la mayoría de los músculos del cuerpo, pero la cantidad de grasa puede variar ampliamente entre distintas personas. En nuestra investigación, analizamos los músculos y los diferentes tipos de grasa para entender cómo la composición corporal puede influir en los pequeños vasos sanguíneos o la 'microcirculación' del corazón, así como en el riesgo futuro de insuficiencia cardíaca, ataque cardíaco y muerte".
La nueva investigación incluyó a 669 personas que estaban siendo evaluadas en el Brigham and Women's Hospital por dolor en el pecho y/o falta de aire y se encontró que no tenían evidencia de enfermedad coronaria obstructiva (donde las arterias que irrigan el corazón se obstruyen peligrosamente). Estos pacientes tenían una edad promedio de 63 años. La mayoría (70%) eran mujeres y casi la mitad (46%) no eran blancos.
A todos los pacientes se les realizó una tomografía computarizada por emisión de positrones (PET/CT) cardíaca para evaluar el funcionamiento de sus corazones. Los investigadores también utilizaron tomografías computarizadas para analizar la composición corporal de cada paciente, midiendo la cantidad y la ubicación de la grasa y los músculos en una sección de su torso.
Para cuantificar la cantidad de grasa almacenada en los músculos, los investigadores calcularon la relación entre la grasa intermuscular y el músculo total más la grasa, una medida que llamaron fracción de músculo graso. Asimismo, se hizo un seguimiento de los pacientes durante unos seis años y los investigadores registraron si alguno de ellos murió o fue hospitalizado por un ataque cardíaco o insuficiencia cardíaca.
Los investigadores descubrieron que las personas con mayores cantidades de grasa almacenada en los músculos tenían más probabilidades de sufrir daños en los diminutos vasos sanguíneos que irrigan el corazón (disfunción microvascular coronaria o DMC) y de morir o ser hospitalizadas por enfermedades cardíacas. Por cada aumento del 1% en la fracción de grasa muscular, había un aumento del 2% en el riesgo de DMC y un aumento del 7 % en el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas graves en el futuro, independientemente de otros factores de riesgo conocidos y del índice de masa corporal.
Las personas que tenían niveles elevados de grasa intermuscular y evidencia de CMD tenían un riesgo especialmente alto de muerte, ataque cardíaco e insuficiencia cardíaca. Por el contrario, las personas con mayores cantidades de músculo magro tenían un riesgo menor. La grasa almacenada debajo de la piel (grasa subcutánea) no aumentó el riesgo.
Taqueti destaca al respecto: "En comparación con la grasa subcutánea, la grasa almacenada en los músculos puede contribuir a la inflamación y a la alteración del metabolismo de la glucosa, lo que conduce a la resistencia a la insulina y al síndrome metabólico. A su vez, estas agresiones crónicas pueden provocar daños en los vasos sanguíneos, incluidos los que irrigan el corazón, y en el propio músculo cardíaco. Saber que la grasa intermuscular aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca nos brinda otra forma de identificar a las personas que tienen un riesgo alto, independientemente de su índice de masa corporal.
Estos hallazgos podrían ser particularmente importantes para comprender los efectos sobre la salud cardíaca de las terapias basadas en incretinas modificadoras de la grasa y los músculos, incluida la nueva clase de agonistas del receptor del péptido similar al glucagón-1.
No obstante, lo que se desconoce es cómo lograr reducir el riesgo en las personas con músculos grasos. "Por ejemplo, no sabemos cómo los tratamientos, como las nuevas terapias para bajar de peso, afectan la grasa en los músculos en relación con la grasa en otras partes del cuerpo, el tejido magro y, en última instancia, el corazón", agregan la investigadora.
Por ello, la profesora Taqueti y su equipo están evaluando el impacto de las estrategias de tratamiento que incluyen ejercicio, nutrición, medicamentos para bajar de peso o cirugía, sobre la composición corporal y la enfermedad cardíaca metabólica.